La huelga del transporte en los aeropuertos de Baleares de este fin de semana afectó directamente a las comunicaciones aéreas en Alemania y el Reino Unido. Retrasos eternos para cientos de turistas, muchos de ellos niños, y enfados monumentales provocaron que los mayoristas turísticos buscaran destinos alternativos al mismo precio que el pagado por los sufridos ciudadanos europeos para trasladarse a las islas Baleares.
La huelga del transporte en los aeropuertos de Baleares de este fin de semana afectó directamente a las comunicaciones aéreas en Alemania y el Reino Unido. Retrasos eternos para cientos de turistas, muchos de ellos niños, y enfados monumentales provocaron que los mayoristas turísticos buscaran destinos alternativos al mismo precio que el pagado por los sufridos ciudadanos europeos para trasladarse a las islas Baleares. «¡Ojalá tenga usted la suerte de no viajar este fin de semana a Mallorca!», decía el viernes en portada el diario Bild, que sigue con detalle el «caos» que azota la isla, de la que en Alemania se habla como la décimoseptima región federada (Land). Unos 600.000 alemanes tienen casa en Mallorca, como sus famosos compatriotas Claudia Schiffer y Boris Becker. La huelga de los conductores de autobús ha coincidido este fin de semana con el inicio del descanso escolar en seis Länder alemanes. Miles de oriundos de Bremen, Baja Sajonia, Renania-Palatinado, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia se han visto afectados por el paro de los transportistas. Las imágenes que la televisión germana reproduce prácticamente en todos los informativos son desoladoras: niños de corta edad duermen en sacos de dormir, mientras sus padres ven cómo se les amarga el principio o el final de sus vacaciones. «El aeropuerto de Mallorca se ha convertido en un gigantesco camping», titulaba ayer el Welt am Sonntag. Debido a las restricciones de aterrizajes impuestas en Son Sant Joan, en el aeropuerto de Francfort los 13 vuelos con destino a Mallorca previstos para ayer registraron un retraso que oscilaba entre 7 y 14 horas. Las touroperadoras alemanas, desde TUI hasta Neckermann o Thomas Cook, ofrecían la posibilidad de cambiar la fecha del vuelo sin pagar suplemento alguno, e incluso sugerían la alternativa de modificar los planes de ruta y viajar a otros destinos, como Grecia, Italia, Canarias, o la Península, en lugar de arriesgarse a sufrir la espera de medio de transporte a elevadas temperaturas. Los turistas británicos entraron en guerra con los alemanes por gozar de este trato preferente. De los 320.000 turistas afectados este fin de semana se calcula que más de la mitad son alemanes. «La fama de Mallorca como destino turístico vuelve a sufrir daños», comentaba esta semana la agencia de noticias Dpa, que reconocía que la imagen de la isla padece el impacto de medidas como el impuesto ecológico, o esta huelga, que suponen un encarecimiento de los precios. El caos generado en Baleares por la huelga de conductores de autobús se sentía ayer con fuerza en los aeropuertos británicos. Los vuelos que salían desde el Reino Unido rumbo a Ibiza y a Palma de Mallorca sufrieron todos importantes retrasos, lo que obligó a muchos pasajeros a pasar la noche las terminales aeroportuarias. El vuelo de la compañía aérea Britannia que tenía previsto despegar del aeropuerto londinense de Gatwick a las 00.55 de la madrugada de ayer rumbo a Palma de Mallorca, por ejemplo, lo hizo con 14 horas y media de retraso. Los viajeros se vieron forzados a pernoctar en los incómodos sillones de la terminal de salidas internacionales, hasta que a las 15.35 horas por fin despegó su avión. Otros dos vuelos (uno con destino a Palma y otro a Ibiza) salieron ayer del aeropuerto de Gatwick con retrasos similares. La Federación de Touroperadores británicos confiaba sin embargo en que la situación comenzaría en breve a mejorar. Su optimismo se basaba en datos empíricos: el sábado, 48.000 personas volaron desde Gran Bretaña a las islas Baleares a bordo de 150 aviones. Ayer «sólo» 52 aparatos tenían previsto despegar del Reino Unido rumbo a Palma de Mallorca o Ibiza, transportando en total a «únicamente» 16.800 personas. Los responsables de los diversos aeropuertos británicos advertían a los pasajeros que pusieran en su equipaje de mano todos las objetos que consideraran esenciales, tales como fármacos, pañales para bebés o equipamiento médico. Deena Howard, la directora del aeropuerto de Manchester, repetía una y otra vez este mensaje a los usuarios de sus instalaciones. No en vano, en Manchester también hubo veraneantes a los que les tocó dormir en el aeropuerto. Los periódicos, las emisoras de radio y las cadenas de televisión realizaron un amplio seguimiento de las consecuencias del conflicto para los turistas británicos. (Irene Hernández Velasco y Ana Alonso Montes, diario El Mundo, 02/07/01)
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