Cuatro personas, entre ellas el piloto del vuelo, perdieron la vida ayer en el accidente sufrido por un avión de la compañía Binter Mediterráneo procedente de Melilla, y que al intentar un aterrizaje forzoso por el fallo en uno de sus motores, no pudo alcanzar la pista, colisionando con la carretera nacional 340 en Málaga.
Cuatro personas, entre ellas el piloto del vuelo, perdieron la vida ayer en el accidente sufrido por un avión de la compañía Binter Mediterráneo procedente de Melilla, y que al intentar un aterrizaje forzoso por el fallo en uno de sus motores, no pudo alcanzar la pista, colisionando con la carretera nacional 340 en Málaga. Los fallecidos son Emilio Martínez Plaza, de 67 años y natural de Melilla; Mohamed Mohamed Uasani, de 46 años y también de Melilla; el súbdito francés de 41 años, Hervé Troader, y el comandante del avión, Mariano Hernández Ruano, de 55 años, que murió horas después en el Hospital Carlos Haya, de Málaga. El accidente se produjo a las 10.17 horas de la mañana, cuando el vuelo 8261 de la compañía Binter Mediterráneo, un modelo CN-235 turbohélice, realizó un aterrizaje de emergencia tras pedir pista y la asistencia de vehículos de emergencias a la torre de control del aeropuerto de Málaga. El avión había salido de Melilla con 37 minutos de retraso sobre la hora de salida prevista, que en principio estaba fijada para las 09.00 horas. A pesar de que el piloto logró controlar los movimientos del avión, el aparato perdió altura con demasiada rapidez, tomando tierra unos doscientos metros antes de llegar a la pista en un terreno no edificado que linda con la carretera nacional 340. El avión tomó tierra a cien metros de la carretera, levantando gran cantidad de polvareda, fracturándose por la parte baja debido a la fricción y colisionando con el terraplén de la vía e invadiendo parte de la calzada en sentido Málaga, sin que se produjera ningún choque entre los vehículos que circulaban por la vía, que habían frenado al ver la maniobra del avión. El choque contra la carretera provocó que el avión frenara de golpe, lo que desplazó los asientos de los pasajeros hacia delante y dejó atrapados a varios de ellos, según explicó a Europa Press Francisco Guzmán, un empleado de la Dirección General de Tráfico que acudió en ayuda de los viajeros cuando trabajaba en el lugar del siniestro. "Los asientos de las primeras filas quedaron empotrados y no podía sacarse a nadie de allí. Había una mujer mayor atrapada en apenas un palmo de espacio entre dos asientos; la mayoría tenía las piernas aprisionadas entre los sitios", refirió, visiblemente conmocionado. Guzmán fue una de las primeras personas que se aproximó al avión para socorrer a los pasajeros, que tuvieron que soportar entre seis y ocho minutos de angustia en el interior del aparato sin poder salir y en medio de un fuerte olor a combustible. Mientras el dispositivo de emergencia activado por el aeropuerto se ponía en marcha un minuto después del impacto, los pasajeros intentaron romper las ventanillas y abrir las puertas, algo que sólo consiguió Francisco Javier Oliva, dando una patada a la puerta trasera del avión, por la que fueron saliendo, ayudados por el trabajador de la DGT y algunos operarios que corrieron hacia el aparato, más de una veintena de los 44 pasajeros del avión accidentado. Minutos antes del choque, Francisco Gabaldón, uno de los pasajeros de la fila número 7, observó que la hélice de uno de los motores no se movía, "y que había una pequeña explosión". Sin embargo, "pensábamos que podría aterrizar. Lo que no entendemos es el tiempo que hemos pasado allí dentro. Los niños vomitaban por el olor a gasolina, y aunque conservábamos la calma, teníamos mucho miedo". Finalmente a las 10.25 horas llegaron varias unidades de los Bomberos de Málaga con una UVI móvil, y a las 10.40 horas numerosas ambulancias del SAS, además de vehículos de la Cruz Roja, Protección Civil, Guardia Civil y efectivos de la Policía Local de Málaga y Autonómica, además de un buen número de helicópteros de todas las fuerzas de seguridad y servicios de emergencias. Los pasajeros ilesos y los heridos leves fueron conducidos en dos furgonetas a una de las terminales del aeropuerto de Málaga, mientras que los heridos, un total de 27, eran trasladados al Hospital Carlos Haya y al Clínico Universitario Virgen de la Victoria, de Málaga. Horas más tarde diez de ellos recibían el alta médica, quedando internados únicamente 17 en estado más grave. Entre éstos últimos se encontraba el comandante piloto del avión, Mariano Hernández Ruano, de 55 años, que falleció a las 15.30 horas en el Hospital Carlos Haya de Málaga, sin que los médicos pudieran hacer nada por salvarle la vida. Las patologías atendidas en los dos centros hospitalarios han sido cuatro traumatismos craneoencefálicos, dos traumatismos de columna, tres abdominales, diez traumatismos en extremidades, tres polifracturados y seis contusiones y heridas múltiples. De los 27 pacientes atendidos durante todo el día como consecuencia del accidente aéreo, 16 son varones y 11 mujeres. Además, ocho son marroquíes, seis españoles, tres noruegos y una sueca. Entre los heridos que aún permanecen ingresados figuran los menores Al-Ali Reduan Mohamed, aquejado de un traumatismo abdominal, y el niño noruego Ali Arrasi, con disminución del nivel de conciencia. Ambos han sido trasladados al Hospital Materno Infantil. El delegado del Gobierno en Andalucía, José Torres Hurtado, quien se desplazó al aeropuerto de Málaga, indicó que una comisión de técnicos y expertos de Aviación Civil analizarían desde ayer el aparato para determinar las causas del suceso, si bien todo apunta a que el accidente pudo producirse como consecuencia de un fallo en el motor izquierdo. Este motor tenía 12.200 horas de vuelo, mientras que el derecho contaba con un total de 13.883, según informó la propia compañía aérea, que apuntó que en la última revisión, realizada la noche del 28 de agosto de 2001 y del tipo A1, se hizo la inspección y engrase del tren de aterrizaje, y agregó que el avión pasó las inspecciones semanales, de prevuelo y diaria. Una comisión de Aviación Civil investigaba a las 20:00 horas de ayer el paradero de la caja negra del avión con el fin de esclarecer las causas del accidente, según indicó el director general de Aviación Civil, Enrique Sanmartín, desplazado al recinto aeroportuario para este cometido. Los responsables de la compañía Binter elogiaron el trabajo del comandante fallecido, Mariano Hernández Ruano, de 55 años, que ostentaba el cargo de jefe de los pilotos de Binter, y que contaba ya con 7.372 horas de vuelo, de las que 4.166 las hizo en vuelos CN-235. Los responsables de Aviación Civil coincidieron en destacar que a pesar de la avería en uno de los motores, "cualquier avión puede volar con un sólo motor", pero rehusaron pronunciarse con más detalle sobre las circunstancias del accidente, en espera del informe de la comisión de investigación. El director de Binter reconoció por su parte que la compañía, que en la actualidad posee cinco aviones en funcionamiento, ha acometido recientemente un plan de renovación de la flota "por motivos económicos y empresariales".
Para comentar, así como para ver ciertos contenidos de Hosteltur, inicia sesión o crea tu cuenta
Inicia sesiónEsta noticia no tiene comentarios.