La temporada turística ha empezado fatal en Menorca. La ocupación en los hoteles no alcanza el 55% y, de acuerdo con las previsiones que manejan los hoteleros, mayo acabará con menos del 65% de plazas vendidas. Aunque todavía no se descarta una recuperación en los índices si surgen efecto las ofertas de última hora, la patronal está inquieta por el descenso en los ingresos a que se ve abocado el sector.
La temporada turística ha empezado fatal en Menorca. La ocupación en los hoteles no alcanza el 55% y, de acuerdo con las previsiones que manejan los hoteleros, mayo acabará con menos del 65% de plazas vendidas. Aunque todavía no se descarta una recuperación en los índices si surgen efecto las ofertas de última hora, la patronal está inquieta por el descenso en los ingresos a que se ve abocado el sector. La temporada pasada, cuando el volumen de negocio en los hoteles menorquines ya bajó un 6%, el índice de ocupación registrado en mayo fue del 82%. Alcanzar ese nivel parece algo impensable este año. En la isla hay actualmente cerca de 47.000 plazas regladas de alojamiento y otras tantas constituyen la oferta alegal. En caso de aumentar el número de visitantes respecto a las previsiones, habría que repartirlos entre todas y el efecto real para los hoteleros se vería diluido. A la falta de rentabilidad que acompaña la apertura de los establecimientos turísticos hay que añadir otra vez el mal aspecto que presentan las playas y varias urbanizaciones, principalmente en Ciutadella. A pesar de que esta vez los comerciantes y hoteleros llevaban advirtiendo con antelación la llegada de los turistas, las obras están sin acabar. Por contra, la invasión de velella sufrida por las playas de la isla se ha traducido en un efecto rebote que es visto con buenos ojos por el sector: para evitar los malos olores que provoca su acumulación en la arena, se ha adelantado la limpieza de algas que, de otra forma, hubiera tenido que esperar un mes más. Y es que el servicio de limpieza de playas prioriza la función biológica de la poseidonia muerta sobre la arena al uso turístico de las mismas. Calles levantadas, falta de puntos de luz por la noche y una climatología que lo ha estropeado todo. En estas condiciones se ha recibido a los primeros turistas en la urbanización de Santandria, en Ciutadella. Allí, la suciedad en las playas ocasionada por las algas se suma a los numerosos residuos de plástico y madera que ha ido depositando el mar. Según ha podido constatar este periódico, los establecimientos ubicados allí han recibido numerosas quejas por parte de sus clientes. Las obras en la vía de acceso, por ejemplo, han impedido iniciar el servicio de autobús. La empresa concesionaria no puede acceder hasta su parada habitual por razones de seguridad. La lluvia ha sido otro de los factores que han bajado el ánimo de los primeros visitantes, que han visto como Santandría se convertía en un pequeño lago y las calles en un enorme barrizal. Los empresarios de la zona aún esperan explicaciones del Ayuntamiento. Mientras, el responsable de Urbanismo, Manel Mascaró, ha lamentado el retraso que padecen los trabajos y anuncia su finalización para julio. Esto preocupa aún más al sector. En Cala en Bosch también hay varias calles levantadas, pero las obras llevan mejor ritmo. Allí la principal preocupación es el suministro de agua potable y que no se vuelvan a padecer los cortes del pasado año. El resto de deficiencias se concentran en las urbanizaciones de Son Carrió y Cala en Blanes. (M.F./B.A, diario El Mundo-El Día de Baleares, 10/05/02)
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