Fumar en sociedad será más difícil en 2003, el inicio de una España con menos humos y más consumidores acorralados. El Gobierno ultima el Plan Nacional de Prevención del Tabaquismo, un puñado de propuestas que acotará espacios para fumadores en empresas u hoteles, prohibirá el consumo en casi cualquier recinto excepto el propio domicilio, acabará con las máquinas expendedoras, abolirá la publicidad y encarecerá la adicción de uno de cada tres españoles.
Fumar en sociedad será más difícil en 2003, el inicio de una España con menos humos y más consumidores acorralados. El Gobierno ultima el Plan Nacional de Prevención del Tabaquismo, un puñado de propuestas que acotará espacios para fumadores en empresas u hoteles, prohibirá el consumo en casi cualquier recinto excepto el propio domicilio, acabará con las máquinas expendedoras, abolirá la publicidad y encarecerá la adicción de uno de cada tres españoles.La ministra de Sanidad, Celia Villalobos, aprovechó ayer la entrega de unos premios escolares en la víspera del Día Mundial del Tabaco para anunciar que el plan será presentado en julio a las comunidades autónomas en el Consejo Interterritorial, con la intención de que durante este año se pueda desarrollar, financiación de los propios gobiernos regionales y otros ministerios incluida. El documento pretende estrujar fiscalmente al tabaco, arrinconar a los fumadores, fomentar el no consumo como virtud social y alterar algunas cifras, como la del aumento de fumadoras (eran un 23% de la población en 1987 y son un 27% ahora) y de jóvenes y la de la edad media de inicio al hábito, poco más de los 13 años hoy. Una «sociedad libre de tabaco», en palabras del extenso trabajo de Sanidad. Si el plan pasa el debate autonómico y supera las alegaciones de los 84 colectivos y sociedades científicas consultadas hasta ahora, irá al Consejo de Ministros. Tras ese paso, a finales de 2002 subirá el precio del tabaco, que será excluido del Indice de Precios al Consumo (IPC) y sufrirá mayores presiones fiscales. El texto de Sanidad habla literalmente de los centros docentes, sanitarios, públicos y de ocio, como «espacios libres de humos», es decir, lugares vetados al consumo. El trabajo invierte muchas páginas en el humo, el elemento más visible del tabaquismo pasivo.Las intenciones gubernamentales son incluir el humo ambiental del tabaco en el listado de sustancias nocivas ambientales. El departamento de Villalobos quiere promover una norma comunitaria que clasifique ese humo ambiental como «agente carcinógeno del lugar de trabajo». Asimismo, se cuenta que los espacios sin humo para empleados y clientes se incorporen a los criterios de calidad de una empresa. Entre las 42 páginas del trabajo, el Ministerio que dirige Celia Villalobos justifica la intención de que cualquier acto público que se celebre en un recinto cerrado sea declarado espacio sin humo. (R.J.A., diario El Mundo, 31/05/02):
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