Un total de 71 personas, entre ellas más de 50 niños, perecieron en la noche del lunes al colisionar sobre territorio alemán un Tupolev ruso de pasajeros que viajaba a España, contra un Boeing de carga de la multinacional DHL. El siniestro ha conmocionado a la sociedad rusa, y en especial a la república de Bachkortostán, y amenaza con generar una auténtica polémica, ya que la aerolínea Bashkir Airlines, los controladores suizos y las autoridades rusas y alemanas se han enzarzado en un cruce de acusaciones sobre la responsabilidad del accidente.
Un total de 71 personas, entre ellas más de 50 niños, perecieron en la noche del lunes al colisionar sobre territorio alemán un Tupolev ruso de pasajeros que viajaba a España, contra un Boeing de carga de la multinacional DHL. El siniestro ha conmocionado a la sociedad rusa, y en especial a la república de Bachkortostán, y amenaza con generar una auténtica polémica, ya que la aerolínea Bashkir Airlines, los controladores suizos y las autoridades rusas y alemanas se han enzarzado en un cruce de acusaciones sobre la responsabilidad del accidente. La colisión se produjo hacia la medianoche del lunes en la parte alemana del Lago Constanza, cerca de la localidad de Uberlingen, en el Estado regional de Baden-Wurttemberg. El Tupolev había despegado desde Moscú procedente de Ufá (Bachkortostán) para recoger a los niños premiados con un viaje a Barcelona por el Comité bashkir para la UNESCO, por sus excelentes resultados escolares y sus éxitos en distintos concursos organizados con el respaldo de la agencia de la ONU. La mayoría de los niños eran hijos de ministros o de altos funcionarios de la república rusa. En total eran 52 niños, veinte de ellos de menos de 14 años de edad, además de cinco adultos y los doce miembros de la tripulación. El grupo tenía que haber cogido un avión de la compañía estatal rusa Rosiya el pasado sábado, pero llegaron tarde a la conexión al equivocarse el piloto de aeropuerto, por lo que hubo que contratar los servicios de Bashkir Airlines. El avión ruso despegó de Moscú con destino a Munich, donde realizó una breve escala técnica y continuó viaje hacia Barcelona. Mientras, el Boeing 757-200 de la empresa de transporte y mensajería, con sólo dos personas a bordo --el piloto y el asistente de vuelo-- hacía lo mismo desde el aeropuerto de Bérgamo (Italia), donde había llegado procedente de Bahrein en su viaje hacia Bruselas. A unos 120 kilometros de Sttutgart, ya en el espacio aéreo que comparten tanto el Estado alemán de Baden-Wurttemberg como la vecina Suiza, junto a la localidad alemana de Uberlingen y el Lago Constanza, los dos aviones chocaron a casi 11.000 metros de altura, siguiendo trayectorias práticamente perpendiculares. Todos los pasajeros de los dos aviones murieron en el accidente, si bien en tierra no se produjo ninguna víctima a pesar de la caída de los restos de los dos aviones. Pocas horas después del accidente comenzó la polémica sobre las causas de la colisión. En rueda de prensa, responsables de la empresa suiza de controladores aéreos que guiaba los dos vuelos, Skyguide, explicaron que los dos aviones chocaron mientras maniobraban para reducir su altitud y, parajógicamente, evitar un choque a mayor altura. Según el portavoz de Skyguide, Patrick Herr, los dos aviones volaban a la misma altura, unos 11.000 metros, por lo que la torre de control pidió al Tupolev que redujera su altitud con el fin de evitar una colisión. En un primer momento, el avión ruso no hizo caso de las indicaciones, aunque después decidió proceder a la maniobra, cuando ya era demasiado tarde. Desgraciadamente, alertado por su sistema de alarma automática, el Boeing de carga había iniciado al mismo tiempo una maniobra de reducción de altura, y los dos aparatos se encontraron de nuevo a 10.590 metros, donde chocaron. En un comunicado, la compañía DHL expuso esta misma versión de los hechos, recogiendo íntegramente las explicasiones del ministro de Transportes de Baden-Wurttemberg, Ulrich Mueller, quien insitió en que la tripulación del Tupolev hizo caso omiso en tres ocasiones de las instrucciones de los controladores, cometiendo una "falta grave". "En el último momento, alertado por el sistema automático anticolisión del Boeing 757-200, el piloto de DHL intentó salvar la situación --añade la empresa--. Por desgracia era demasiado tarde". Los controladores de Skyguide apuntaron que en el accidente se combinaron la lenta reacción del avión ruso y la poca precisión del sistema de alerta de Boeing, que proporcionó una trayectoria inadecuada de reducción de altura. Las autoridades rusas reaccionaron de inmediato a estas acusaciones, atribuyendo la responsabilidad a los controladores suizos. Según el director general de la aerolínea, Nikolai Odegov, citado por la agencia de noticias Ria Novosti, desmintió las acusaciones vertidas contra sus pilotos, afirmando que no sólo eran profesionales altamente experimentados, sino "personal de primera clase", que entendía perfectamente el inglés, y que ya había realizado el mismo trayecto a España con el mismo avión en tres ocasiones. Más aún, Odegov anunció la intención de la aerolínea de denunciar a los controladores ante los tribunales. A su vez, el viceministro ruso de Transportes y director del Departamento de Aviación Civil, Alexander Neradko, insinuó que los controladores provocaron la colisión. "Es obvio que el factor humano está detrás de un gran número de cosas y que muy a menudo puede estar relacionado con lo que ocurre en tierra", añadió el viceministro.
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