Un interlocutor habla inglés con acento africano con la operadora para reservar un billete de avión, generalmente transoceánico. La reserva del billete se hace a nombre de «un familiar» o «un amigo». A continuación, el interlocutor aporta su supuesto nombre y número de tarjeta de crédito. El operador comprueba en el ordenador los datos y la existencia de saldo suficiente en la tarjeta. A partir de este momento, la estafa es un hecho consumado.
Un interlocutor habla inglés con acento africano con la operadora para reservar un billete de avión, generalmente transoceánico. La reserva del billete se hace a nombre de «un familiar» o «un amigo». A continuación, el interlocutor aporta su supuesto nombre y número de tarjeta de crédito. El operador comprueba en el ordenador los datos y la existencia de saldo suficiente en la tarjeta. A partir de este momento, la estafa es un hecho consumado.Las compañías aéreas se han puesto sobre alerta. Han detectado como una estafa ha comenzado a proliferar en la compra de billetes mediante reservas telefónicas o Internet. Algunas de estas compañías, como Air Europa, han iniciado medidas judiciales para denunciar este fraude. La sustracción de la tarjeta de crédito no ha sido denunciada. El estafador no ha tenido ni siquiera la necesidad de robarla. Basta con que se quede con el número de la tarjeta después de cualquier compra en un establecimiento. A veces se hacen, incluso, con el número de carné de identidad. La sorpresa viene cuando el titular de la tarjeta comprueba la existencia de un cargo extraño de un billete de avión en su cuenta. Un viaje transoceánico que nunca ha realizado. Las primeras investigaciones apuntan a una red organizada a nivel mundial especializada en este tipo de estafas. Ofertan billetes de avión a un bajo precio a ciudadanos, generalmente de origen sudamericano. El interesado compra el billete, al parecer, totalmente ajeno a la estafa que se va a desplegar para conseguirlo. Las pesquisas han conseguido determinar desde donde operan estas redes mafiosas. Londres y París son los puntos donde tienen establecidas la base de operaciones para llevar a cabo la estafa. En el caso de la compra de billetes a través de Internet, el modus operandi es más sencillo. El estafador ni siquiera ha de entablar conversación con la operadora. Teclea el número de cuenta, los datos del titular y se hace con el billete. Algunas compañías aéreas están extremando sus medidas de seguridad para tratar de atajar esta estafa. Fuentes de Air Europa confirmaron a este periódico la existencia de este timo y la adopción de una serie de filtros para poner más difícil la materialización de una nueva estafa. «Ahora, no cobramos el billete hasta que no se presenta físicamente con la tarjeta. La firma, además, se coteja con la que aparece en la tarjeta», indican. El descubrimiento de este fraude les ha llevado a implantar otras medidas. «Salvo casos excepcionales, no aceptamos el pago con tarjeta a alguien que no es el titular del billete», señalan desde Air Europa. Desde la compañía se insiste en que la forma de tener constancia de un nuevo timo es la denuncia del usuario, al descubrir movimientos anómalos en su cuenta. En este momento, la aerolínea está obligada a reingresar el importe del billete. También existen casos en que los titulares de las tarjetas aceptan el cargo, aunque no hayan hecho nunca el viaje que se les ha cobrado. La utilización fraudulenta del número de la tarjeta de crédito se ha centrado en los vuelos más caros, los transoceánicos. No obstante, también se ha utilizado este mecanismo para adquirir billetes de avión para los vuelos europeos. En cambio, otras compañías como Iberia aseguran no tener «constancia» de este tipo de fraude. Desde esta compañía señalan que el importe del billete no se carga en la cuenta del cliente telefónicamente. «Para retirar el billete, es necesario identificarse y, luego, firmar», sostienen. El montante de la cantidad defraudada está pendiente de ser contabilizado en su totalidad. Las primeras estimaciones apuntan cifras multimillonarias. (L. M., diario El Mundo-El Día de Baleares, 09/08/02)
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