La negativa de la Autoridad Portuaria de Baleares a reservar un espacio de seguridad para la Navy estadounidense ha provocado que los grandes buques de guerra americanos hayan dejado de atracar en el puerto de Palma de Mallorca, lo que conlleva importantes pérdidas económicas para la industria turística de las Islas.
La negativa de la Autoridad Portuaria de Baleares a reservar un espacio de seguridad para la Navy estadounidense ha provocado que los grandes buques de guerra americanos hayan dejado de atracar en el puerto de Palma de Mallorca, lo que conlleva importantes pérdidas económicas para la industria turística de las Islas.Las grandes embarcaciones de la V y VI flota de la marina americana han dejado de frecuentar el puerto de Palma de Mallorca. Y no hay posibilidad a que vuelvan, a no ser que la Autoridad Portuaria cambie de actitud, como aseguran fuentes consultadas por este periódico. La fecha clave para el fin de las visitas de los portaaviones americanos a Baleares ha sido el 11 de septiembre de 2001, día de los ataques suicidas en Estados Unidos. Desde entonces, la nación americana se siente afectada por la amenaza terrorista, y se han extremado las precauciones de seguridad en todos los ámbitos, también en la marina. Si los capitanes de los portaaviones, antes del 11-S, pidieron ciertas medidas de seguridad, variando según su criterio personal, en los puertos donde atracaron, desde hace poco más de un año, hay un requisito imprescindible sin el cual, ninguna embarcación estadounidense llega a hacer escala. Necesitan un determinado espacio de seguridad en el muelle. Los americanos cierran la zona alrededor de la embarcación, para poder controlar los accesos y garantizar la máxima seguridad. No obstante, en Palma, no se les concede este espacio, por lo cual, la Navy ha dejado de considerar Baleares como puerto donde descansar unos días. Aunque la Autoridad Portuaria no les puede negar el derecho a atracar, o, a falta de espacio, fondear en el puerto, no da la concesión de terreno. En cambio, en Tarragona y otros puertos como Barcelona, Cartagena o Cádiz, se les facilitan las condiciones que requieran para que los 'marines' puedan hacer escala durante unos días. Aunque la flota americana no paga costes de atraque en los puertos españoles, sí paga el alquiler de los terrenos que ocupa en los muelles. En Tarragona, en menos de cuatro meses, los americanos han pagado casi un millón de euros para obtener el permiso de ocupar una zona del muelle, aseguran fuentes consultadas. La no llegada de las fuerzas armadas americanas a Baleares supone que las Islas dejen de ganar importantes sumas de dinero, y se cierren a un tipo de turismo 'alternativo', que traía hasta 80.000 personas al año. Los encantos de las Islas Baleares son bien conocidos entre los soldados americanos, que prefieren la estancia en el archipiélago ante cualquier otra opción en el Mediterráneo. Baleares era y sigue siendo el primer puerto solicitado por los 'marines' americanos a la hora de elegir un destino para pasar unos días de descanso durante el medio año que suelen navegar, aseguran fuentes consultadas por este periódico. La «alegría, vida nocturna, calidad de vida, clima y servicios» en las Islas suponen una gran atracción para los soldados. No obstante, la falta de medidas de seguridad en el puerto de Palma ha provocado que los buques de guerra americanos hayan dejado de venir a Mallorca. Esto, para la industria turística de las Islas, supone una importante pérdida. Después de meses en alta mar, los soldados que bajan a tierra firme aprovechan para gastar su sueldo. No duermen en el buque, sino que pasan las noches, normalmente entre cuatro y seis, en hoteles de la Isla, preferiblemente de categoría elevada. «Solía haber un flujo de soldados hacia la zona de Palmanova, y otro hacia el centro de Palma», comentan las mismas fuentes. Comen y cenan en restaurantes, gastan parte de su sueldo en los bares de copas y discotecas de Mallorca, e incluso los había que hacían excursiones a Ibiza, para vivir la famosa vida nocturna ibicenca. Cuando el tiempo lo permitía, incluso venían desde Estados Unidos las mujeres de los soldados, para disfrutar juntos del permiso, lo que elevaba aún más el gasto. Según las fuentes consultadas por este periódico, cada año venían a Baleares entre 70.000 y 80.000 soldados y oficiales americanos, que pasaban una media de entre 4 y 6 días en la Isla. Tomando como base el gasto medio diario de un turista que viene en barco de 122,11 euros, se puede calcular que los 'marines' de los portaaviones y portahelicópteros dejaron cada año entre 34 y 58 millones de euros en la Isla. Estos gastos se repartían en un amplio sector de la economía de la Isla, ya que los soldados, hasta 5.000 en cada portaaviones y 3.000 en los portahelicópteros, contrataban excursiones al interior, alquilaban coches, iban a jugar al golf e iban de compras en las tiendas de Palma. A ello, se añadían los gastos de los buques para provisiones, como alimentos y agua, combustible y servicios en el puerto, como los remolcadores o prácticos. Los hoteleros de Palmanova, una de las zonas donde pernoctaban los soldados americanos durante su estancia, no sufren por la ausencia de los portaaviones, aunque sí afirman que los americanos eran buenos clientes. «No es que hayamos notado fuertemente que ya no vienen los americanos. No son nuestros clientes habituales, pero cuando venían, eran bienvenidos», explica el presidente de la Asociación de Hoteleros de Palmanova, Tomás Pons. Asegura que los americanos se solían alojar en establecimientos de tres o cuatro estrellas, aunque en temporada alta, cuando los hoteles suelen estar ocupados, «cogían lo que se les ofrecía». Asimismo, matiza que eran clientes que generan unos ingresos elevados para los empresarios de la zona, llegando, además, en masas. «En algunos hoteles, se alojaban a veces hasta cien soldados a la vez», recuerda. «Los marineros americanos son clientes de calidad, y además, no son nada conflictivos», dice Tomás Pons. El presidente de la Asociación de Hoteleros de Palmanova apunta que, a pesar de alojarse en hoteles ubicados en una de las zonas de vida nocturna más importantes de Mallorca, los soldados procedentes de los portaaviones y portahelicópteros americanos solían comportarse de forma disciplinada. A diferencia de los hooligans británicos, que también frecuentan los hoteles y bares de copas de esta parte de la costa, los soldados americanos no causan molestias y tienen un comportamiento más discreto. (Ch.M., diario El Mundo-El Día de Baleares, 23/09/02)
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