Barcelona: pros y contras del crecimiento cero en turismo
La capital catalana busca fórmulas para reorientar su modelo
Publicada 30/09/15El modelo turístico de Barcelona viene siendo objeto de un encendido debate desde hace años aunque el 2 de julio de 2015 marcó un punto de inflexión. Ese día, el nuevo equipo de gobierno municipal liderado por la alcaldesa Ada Colau decretó la suspensión en la emisión de licencias de todo tipo de alojamientos turísticos, que se mantendrá en vigor mientras se defina el nuevo “Plan especial de regulación de alojamientos turísticos”. Sin embargo, una hipotética limitación de la oferta hotelera o “crecimiento cero” puede implicar otros efectos colaterales.
La nueva regulación fijará “los criterios para una gestión global de los alojamientos de turismo que permita preservar la calidad de Barcelona como destino turístico y no genere conflictos con los vecinos”, según explica el Ayuntamiento de Barcelona.
Cabe recordar que Barcelona, con 7,87 millones de turistas alojados en sus hoteles, es el quinto destino europeo en pernoctaciones.
Y de 2009 a 2013, la ciudad añadió una media de 900 habitaciones a su planta hotelera cada año. Existen además cuarenta proyectos de nuevos establecimientos, parados por la moratoria.
Según el gobierno municipal, el nuevo plan de regulación de alojamientos de Barcelona estará listo durante el primer semestre de 2016.
“Para elaborar este modelo de gestión también se valorarán iniciativas que favorezcan un reparto equitativo de los beneficios del turismo en los 73 barrios de la ciudad, así como medidas para descongestionar las zonas sometidas a una mayor presión ambiental y social”, indica el consistorio.
Las asociaciones empresariales de hoteles y apartamentos han ofrecido su colaboración al Ayuntamiento para participar en la redacción del nuevo plan.
En este sentido, y según apunta el Gremio de Hoteles de Barcelona, “es importante tener presente los datos que hacen referencia a la densidad de los barrios, planificando correctamente como se puede crecer sin generar afectaciones a los vecinos y no incurrir en un crecimiento indiscriminado, conservando toda la esencia que hace atractiva la ciudad para el visitante y sus ciudadanos”.
Por ello, el gremio hotelero se muestra a favor de realizar un “análisis de la carga de alojamiento turístico de las diferentes zonas de Barcelona”.
Viviendas de uso turístico
Pero según remarca Manel Casals, director del Gremio de Hoteles, el debate sobre el modelo turístico de Barcelona debe abordar el fenómeno del alquiler vacacional de habitaciones, una tendencia que ha ido a más impulsada por nuevos intermediarios online que operan bajo el paraguas de la economía compartida.
“Esta oferta de alojamiento ilegal comporta una serie de problemas más allá de la propia repercusión directa sobre la ocupación hotelera. Otra vez este verano se ha puesto de relieve una problemática entre pisos turísticos ilegales y vecinos, no entre hoteles y vecinos”.
Por ello, añade, “esperamos que la moratoria sirva para luchar contra la oferta ilegal que hay en Barcelona: se habla de 20.000 a 40.000 plazas. Quizá si se cierran todos los ilegales, veamos la situación de otro modo”.
De momento, el Ayuntamiento ha impuesto multas a los propietarios de 300 pisos turísticos ilegales que operaban en el distrito de Ciutat Vella, con sanciones de 15.000 euros de media.
El Ayuntamiento también ha requerido a las plataformas digitales que ofrecen viviendas turísticas para que faciliten los datos de las personas que las alquilan y el número de licencia correspondiente en el Registro de Turismo de Cataluña.
Según apuntaba el teniente de alcalde Barcelona, Gerardo Pisarello, “el turismo sólo puede ser de calidad si es un turismo sostenible que garantiza la calidad de vida de todos los vecinos de la ciudad. Nos hemos encontrado con una situación de desgobierno y de mucha opacidad. No tenemos la foto fija de lo que ocurre en la actividad turística y las medidas buscan hacer emerger una situación que ahora mismo no es clara”.
Respecto a las viviendas de uso turístico, esta modalidad de alojamiento está regulada por la Generalitat desde 2012 pero según apunta la directora general de Turismo de la Generalitat, Marián Muro, “cada municipio tiene la capacidad y potestad para determinar urbanísticamente las actividades que quiere que se desarrollen en su territorio”.
Además, dice Muro, “el debate sobre los problemas de las externalidades del turismo en Barcelona se está produciendo también en otras ciudades por todo el mundo ¿Cómo se soluciona esto? Ordenando la actividad: Barcelona probablemente tendrá que decidir dónde, cómo y cuándo quiere establecimientos turísticos, más o menos, y de qué tipologías. Tienes que ir haciendo ajustes, claro, pero parece que estemos demonizando el turismo... Y no estoy para nada de acuerdo”.
¿Cómo limitar la oferta?
José Antonio Donaire, geógrafo, profesor titular de la Universitat de Girona y director del Insetur, centro de investigación especializado en turismo, considera que fijar un límite de turistas o “capacidad de carga” para un monumento o un área natural es una cosa… Otra muy diferente es una ciudad entera.
“En las ciudades -y mucho más las metropolitanas- sobreviene un problema mucho mayor: una vez fijado el umbral, ¿cómo lo mantenemos?. ¿Cómo evitamos que entren? La ciudad moderna se creó bajo el principio ‘Abajo las murallas’ y no hay forma de impedir que las personas transiten por el espacio público”, explica.
Por tanto, “como no se pueden levantar de nuevo las murallas, el plan B es recurrir a la oferta. Si limitamos el crecimiento de las plazas de alojamiento, limitaremos el crecimiento del número de turistas. Pero las ciudades son sistemas complejos formados por mecanismos en el que una acción genera varias reacciones, no todas ellas deseables”, remarca.
Por ejemplo, además de los turistas están los visitantes que no pernoctan en la ciudad, también llamados excursionistas.
“Una estimación realizada hace unos años calculaba que hay un excursionista en Barcelona por cada turista. Pero estaba basada solo en visitantes extranjeros por motivos de ocio. A partir de datos diversos he estimado que la proporción de excursionistas respecto a turistas es de entre 3 y 4 a 1”.
Un segmento destacado de excursionistas son los pasajeros de cruceros. Según un informe encargado por el Puerto de Barcelona, por la ciudad pasan anualmente 1,36 millón de cruceristas en tránsito, con una estancia en la ciudad en torno a 4 horas. (Los pasajeros que pernoctan, con una media de 2,6 noches, son 565.000 personas).
De hecho, tras la moratoria hotelera, el nuevo equipo de gobierno municipal también quiere “limitar el número de cruceros” en Barcelona y “adaptar el número de cruceristas a la carga turística que se determine para el conjunto de la ciudad”.
En cualquier caso, y según explica José Antonio Donaire, “fijar un límite a los hoteles podría fijar un límite a los turistas. Pero no es posible evitar que crezca el número de excursionistas. Y si la ciudad mantiene su capacidad de atracción, el peso relativo de los turistas decrecerá. Y aunque es cierto que la restauración, el ocio o el comercio se ven beneficiados, la ausencia de beneficios relacionados con el alojamiento plantea una relación coste-beneficio muy frágil”.
Y es que según recuerda Donaire, “las ciudades en las que el peso relativo de los turistas respecto al total de visitantes es mayor son las que consiguen un mejor modelo de gestión”.
Por otra parte, fijar límites hoteleros en Barcelona tendría un efecto previsible: “los municipios limítrofes van a absorber la presión de la nueva oferta”.
Por tanto, “es bastante probable que un crecimiento cero de la oferta turística de Barcelona genere un desequilibrio aún mayor entre excursionistas y turistas”.
Encarecimiento de la oferta
Más efectos: un crecimiento de la demanda combinado con una oferta hotelera estancada en Barcelona conduciría a un incremento de precios. Y como resultado, ello incluso podría llevar a un progresivo deterioro de la calidad, razona este experto.
“Si tengo una demanda garantizada haga lo haga, no me voy a esforzar demasiado en mejorar mi desayuno, en renovar el mobiliario o en incrementar la ratio de trabajadores por habitación”, expone.
“Sin competencia, no hay incentivo. Y en el universo de Tripadvisor o Twitter, es fácil intuir los efectos a medio y largo plazo de una oferta cara y de poca calidad”, remarca Donaire.
En todo caso, indica, “el gran problema del turismo de Barcelona es su extrema concentración en unas áreas geográficas muy reducidas. Probablemente el gran reto del turismo que viene sea una nueva distribución más equilibrada”.
Por ello, concluye este experto, “el nuevo plan de turismo de Barcelona debería permitir desplazamientos progresivos hacia nuevos espacios, siempre con la complicidad de los residentes. Y no será fácil”. Para ello recomienda “paciencia, mediación y mucho diálogo”.
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Este reportaje forma parte del tema de portada de la revista HOSTELTUR de noviembre, que puede descargarse como pdf en este enlace.
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