Las termas españolas ven de lejos la crisis que afecta a los hoteleros y captan un mercado de 144,1 millones y 670.000 clientes.
Las termas españolas ven de lejos la crisis que afecta a los hoteleros y captan un mercado de 144,1 millones y 670.000 clientes.Los balnearios españoles han conseguido esquivar el declive que padecieron en décadas anteriores y viven una etapa de auge impulsados por la nueva cultura de culto al cuerpo y la salud. España cuenta con 128 estaciones termales, que el año pasado acogieron a 670.000 clientes, un 12% más que el ejercicio anterior. El sector, que mueve un negocio directo de 144,1 millones de euros, no se ha visto afectado por los malos resultados de ocupación que han encajado los hoteleros. Todos los establecimientos tuvieron un lleno absoluto en sus 33.000 camas. La buena evolución de las estaciones termales obedece principalmente a que se ha roto el binomio enfermedad-balneario. 'Ya no son enfermos quienes acuden a los balnearios, sino gente sana que demanda tratamientos preventivos o programas contra el estrés y de belleza', aclara María Teresa Grande, gerente de la Asociación Nacional de Estaciones Termales. 'La oferta se ha ampliado para convertir los balnearios en centros de vacaciones de salud', agrega. En consonancia con esta tendencia, la edad media del cliente ha registrado un sensible descenso. En 2001, los usuarios de los balnearios alcanzaron una media de 40 años, frente a los 44 de los años anteriores. La demanda que surge en estos últimos años ha animado al sector a hacer una puesta a punto. En este momento hay en marcha proyectos de reforma, ampliación y modernización por un importe total de 48 millones de euros. Además, este año se ha abierto una nueva estación termal en Lobios (Ourense), dotada de un hotel de cuatro estrellas y 200 plazas, en la que se han empleado 18 millones de euros. Pero pocos complejos más podrán incorporarse a la red de balnearios española. Levantar un balneario no es tarea fácil: tiene que abastecerse de aguas minero-medicinales declaradas de utilidad pública, aspecto que le limita seriamente su crecimiento. La demanda existe y la limitación de las estaciones termales se ha convertido en una oportunidad de oro para el sector hotelero. Aunque desde el sector del termalismo se resaltan las diferencias entre la oferta hotelera y la balnearia (por sus diferentes exigencias médicas y legales), lo cierto es que especialmente en el segmento de sol y playa ya no hay establecimiento de nueva creación que no incorpore servicios de SPA (salute per l'aqua). Mientras que la estructura empresarial de los balnearios corresponde con pymes de larga trayectoria familiar, la apuesta por la salud y belleza de los hoteles procede de los grandes grupos como Sol Meliá, Riu y Accor, entre otros. Muchos de ellos están incorporando actividades de belleza y cuidado del cuerpo a su oferta turística tanto en los establecimientos de ciudad como en los vacacionales. Los ingresos por esta actividad suponen para los hoteles un 9% del total facturado. A pesar de que es una actividad en plena eclosión, todavía ninguna cadena hotelera se ha planteado construir un establecimiento que se dedique de manera exclusiva a la salud. En Sol Meliá consideran que 'el cliente que acude a estos centros de salud dentro del hotel es un hombre o mujer de negocios que hace un paréntesis en su trabajo y contrata una servicio de belleza o de relajación'. La cadena Riu también ha descubierto que más del 10% de sus clientes reclama estos servicios. Por ello, ha reforzado las instalaciones para ofrecer masajes, terapias antiestrés, servicios de belleza, cosméticos, aromaterapia o jacuzzi en seis de sus 60 hoteles vacacionales situados en Canarias , Túnez y Andalucía. El grupo turístico independiente Natura, viene gestionando este tipo de estancias de salud durante los últimos siete años. Cuenta con 30 hoteles en toda España, entre los que se encuentran los balnearios tradicionales y un servicio de gestión de viajes. A juicio de Javier Dalmau, gerente del grupo, 'la naturaleza de estos centros ha cambiado desde 1995. Si bien antes se utilizaban exclusivamente para curar una enfermedad, ahora sirven para prevenir algunas dolencias, pero, sobre todo, para cuidar el cuerpo'. Dalmau explica que la mayoría de los clientes recurre a estos hoteles para pasar su tiempo de ocio, aunque aprovechan cualquier estancia lúdica para ponerse en forma y contratar programas de adelgazamiento o de ejercicio físico. Desde que inició su actividad en el año 1995, el negocio de Natura ha crecido a un ritmo del 15% anual, señala Dalmau. Los precios también han seguido al alza en ese periodo. Andalucía, con más de 30 complejos hoteleros que ofrecen programas de salud y belleza, aparece como una de las principales potencias del país en este segmento. 'Hay una clientela muy interesante, no masiva, pero sí de gran poder adquisitivo que, además, viaja fuera de la temporada alta. Por eso, los complejos que incorporan SPA son los de cuatro y cinco estrellas', precisa el director de promoción de la empresa pública Turismo Andaluz, Juan Rubín. El cliente de los balnearios es eminentemente nacional y apenas si se contabilizan extranjeros. La razón reside en que es práctica general en toda Europa incluir los tratamientos termales en la sanidad pública, de ahí que no exista demanda para España, pese a que la oferta española se considera la mejor del entorno europeo. No obstante, la empresa pública Turismo Andaluz ha detectado que algo más de la mitad del turismo de salud (dentro del cual se incluye el de los balnearios) que acude a los hoteles de la región procede del entorno europeo. Concretamente, el 53% de la demanda es de origen alemán, suizo, belga y nórdico, según el director de promoción de Turismo Andaluz, Juan Rubín. Las técnicas de comercialización también son diferentes según se trate de hoteles o balnearios. Aunque ambos acuden a los mayoristas, entre los que destacan las agencias de El Corte Inglés, Nextel, Natura, Gebta o Halcón Viajes, las estaciones termales únicamente incluyen su oferta de alojamiento y algunos tratamientos no médicos, mientras que los hoteles comercializan a través de los mayoristas la totalidad de sus programas. En España, los precios de estos servicios de salud, muy lejos de ser baratos o subvencionados como en algunos países europeos, pueden llegar a costar hasta 1.300 euros, si se trata de una semana en un establecimiento de cinco estrellas. El precio más bajo, unos 600 euros, correspondería a un tratamiento antiestrés en un balneario de tres estrellas, según una de las agencias. (E.M./A.N., diario Cinco Días, 17/10/02)
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