Hierve el sector hotelero. La pérdida de rentabilidad y liderazgo de Baleares tras el azote de la crisis turística, la efervescencia de nuevos dorados vacacionales y las ganas de diversificación ha animado en los últimos meses las carteras de ventas de hoteles en Mallorca.
Hierve el sector hotelero. La pérdida de rentabilidad y liderazgo de Baleares tras el azote de la crisis turística, la efervescencia de nuevos dorados vacacionales y las ganas de diversificación ha animado en los últimos meses las carteras de ventas de hoteles en Mallorca. Según datos facilitados por diferentes brokers e intermediarios, en la actualidad hay más de una treintena de establecimientos de 3 y 4 estrellas en la isla que han decidido colgar el cartel de 'se vende'. Entre las quinielas no sólo se encuentran grandes y medianas cadenas sino que también numerosos pequeños empresarios que quieren deshacerse del que hasta ahora ha sido su patrimonio. Grupos de la talla de Sol Meliá, Piñero Hotels, RIU, Hipotels, Hotelera Saint Michel o Viva Hotels, así como diferentes dueños privados, apuntan diversas fuentes empresariales consultadas por EL MUNDO/El Dia de Baleares, pretenden deshacerse de activos, que en algunos casos, están calificados por las direcciones de las compañías de «no estratégicos» para conseguir jugosas plusvalías.Los focos más candentes se identifican con aquellos enclaves turísticos que están padeciendo en mayor medida la sacudida del descalabro de los mercados como Capdepera, Alcúdia, Can Picafort, Cales de Mallorca, Playa de Palma o Calvià. Uno de los hoteleros consultados achaca este panorama a «la falta de perspectivas y futuro de la isla como destino turístico al dejar de puntuar en el panorama internacional». Por otro lado, entiende que «los mensajes que se han lanzado en el exterior han dañado la imagen de un archipiélago que tardarán tiempo en remontar». Pero, lo peor, en su opinión, radica en que «los potenciales inversores tampoco se quieren embarcar en estas aventuras empresariales inciertas».En cambio, otro de los expertos pulsados cree que estas operaciones se deben a estrategias de diversificación del producto. «Las políticas comerciales de las cadenas, ya sean grandes o medianas, apuntan a horizontes en los que la rentabilidad de su negocio aumente de forma considerable», puntualiza al señalar «el desembarco en el turismo urbano o el proceso de internacionalización en otros destinos vacaciones que suben hoy como la espuma». Las cadenas hoteleras de Baleares no sólo están invirtiendo en Andalucía, Canarias, el Caribe y en la Cuenca del Mediterráneo (Túnez, Marruecos, Croacia...), sino que han decidido engancharse con fuerza al turismo urbano. A los pasos de las pioneras Sol Meliá y Barceló, que aterrizaron en el segmento de ciudad, se han unido en el último año las empresas de la familia Matutes, Fiesta Hoteles; la de Miguel Ramis, Grupotel; la del ex conseller de Turismo, Jaume Cladera, Stil Hotels; o la de Juan José Hidalgo, Globalia Hoteles.En lo que se refiere a los pequeños empresarios, los analistas consideran que «estos movimientos se deben a relevos puramente generacionales», aunque, sin olvidar, «la psicosis de crisis que vive el mercado». «Siempre son los eslabones más débiles de una cadena que pende de los intereses de los gigantes de la turoperación», argumentan.Pero, los precios están jugando una baza casi insalvable, por ahora. Comprar en Mallorca aún está lejos del alcance de los bolsillos más atrevidos. No obstante, los intermediarios y brokers confían en las rebajas de última hora: «El propio mercado se encargará de poner a cada uno en su sitio», matizaron. Rentabilidades a la baja. Si en el año 2000, la hotelería balear era la envidia no sólo del panorama nacional sino internacional por sus márgenes de rentabilidad [que en el caso de los 4 estrellas superaba el 20%], los índices han perdido chispa en el 2002. El delegado de Ernst & Young en Mallorca, Antonio Salas, manifestó ayer que «los descensos de ocupación y las rebajas de precios se traduce en una bajada de los ingresos, pero sin llegar a incurrir en pérdidas operativas». Los últimos datos de Ernst & Young arrojan una contracción en los niveles de ocupación: frente al 85% de 2000 al 70% de esta temporada, teniendo en cuenta dice que «la planta abierta ha sido inferior». (Ch.D., diario El Mundo-El Día de Baleares, 18/10/02)
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