Menorca: 20 años de Reserva de la Biosfera y sin producto
La Palma, Extremadura y La Garrotxa, ejemplos de éxito en turismo de naturaleza
Publicada 03/10/13Opinión/ Menorca celebra este año el 20 aniversario de su declaración como Reserva de la Biosfera. Para conmemorarlo se ha celebrado el I Foro de Turismo y Naturaleza de Balears con la participación de varias “experiencias de éxito”: Extremadura, La Palma y la Garrotxa (Girona). Esther Mascaró explica en este post el sentimiento de frustración de los emprendedores menorquines ante la pasividad y escaso interés del Govern Balear por construir y hacer viable con ellos algún producto turístico ligado a la Reserva.
Los empresarios turísticos, los hoteleros, los técnicos y los políticos menorquines que estuvieron el miércoles en el I Foro sobre Turismo y Naturaleza pudieron escuchar cómo en Extremadura, La Palma y la comarca catalana de La Garrotxa, la Administración y la iniciativa privada han sido capaces de construir y avanzar juntos, creando un producto turístico basado en la naturaleza que es posible promocionar y comercializar. Ha sido posible con la voluntad de todos y con el dinero de todos, básicamente porque una Administración comprometida ha sabido dar forma y acompañar normativamente las expectativas del sector privado. Algo que en Menorca no ha pasado.
Decían algunos en broma, en el foro, que tras 20 años lo que Menorca puede celebrar es que, al menos, “no le hayan quitado la declaración de Reserva de la Biosfera”. Y resultaba triste, pero real, porque era lo que se respiraba entre los asistentes: desánimo y desconfianza en una Administración que a nivel insular (Consell) nunca ha tenido ni las competencias ni el dinero, y que a nivel balear (Govern) nunca ha tenido la voluntad de construir un producto turístico viable en Menorca basado en los valores naturales.
Las quejas que manifestaron ayer los empresarios eran las mismas de hace años: es imposible hacer nada cuando tienes que entenderte con cinco administraciones distintas y cuando cualquier permiso de actividad tarda una media de tres años en llegar, o cuando la normativa territorial casi hace imposible cualquier aprovechamiento turístico de la Menorca rural. Estaba allí sentado el conseller balear de Turismo, Carlos Delgado… pero tras la primera mesa redonda, la de los técnicos, se fue. No llegó a ver cómo se caldeaba el ambiente con empresarios decepcionados y hasta enfadados.
Porque el Govern Balear ha sido incapaz no solo de liderar, ayudar, comprender, mimar, acompañar y asumir como suyo el proyecto de Menorca como Reserva de la Biosfera, sino que ha sido también incapaz de mejorar unas condiciones nefastas de transporte aéreo, que limitan las opciones de la isla de mayo a septiembre y aún, de junio a agosto en muchos casos. Esa fue otra de las quejas amargas de la iniciativa privada, pero el conseller Delgado ya se había ido.
Menorca Reserva de la Biosfera no forma parte del club de producto “Ecoturismo en España” de Turespaña, al que se han adherido 340 establecimientos turísticos de 22 destinos diferentes en un año y medio. Está claro que el Consell Insular puede tener también alguna responsabilidad en esta ausencia, pero la institución insular es hoy en día prácticamente una sucursal, apenas tiene poder político y económico, mientras que el Govern debería ser la institución hacia la que mirar, también, desde Menorca.
Ayer, en el foro, a los emprendedores menorquines asistentes les quedó algo claro: cualquier cosa que hagan tendrán que hacerla sin contar con el Govern balear, que ahora quizá esté muy ocupado, además, con la declaración de la Serra de Tramuntana de Mallorca como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, una declaración sin duda merecida y motivo de alegría para todos. Pero ayer se comentaba en los pasillos del Consell Insular que es una pena que ahora la Serra no pueda beneficiarse de una experiencia de 20 años de Menorca como Reserva de la Biosfera. Quizá, para los próximos 20 años, decía un empresario de turismo activo, pueda ser al revés y “cuando Menorca celebre los 40 años de la declaración, podrá aprovecharse de la experiencia de la Serra de Tramuntana de Mallorca en la que, sin duda, se va a invertir dinero de todos los baleares”. De momento, el presupuesto anual para el Consorcio ronda los 200.000 euros.
La Palma, el ejemplo
Cuando Menorca quiso convencer a la UNESCO para convertirse en Reserva de la Biosfera, el ejemplo de referencia fue Lanzarote. Similar población, similares dimensiones, una gran riqueza natural.
Han pasado 20 años. La Palma es reserva de la Biosfera desde hace mucho menos que ese tiempo, pero ayer los menorquines quedaron maravillados al escuchar las explicaciones de Antonio San Blas, gerente del Consorcio La Palma Reserva de la Biosfera. Su lema: pasar de “espacio protegido” a “espacio protector de la sociedad”, o sea, trabajar con la premisa de que además de los valores naturales, las personas y su modo de vivir y progresar son importantes y merecen toda la atención. Se trata de darle la vuelta al concepto y de hecho, precisamente es por ello que Menorca recibió en 1993 la declaración, valorando la convivencia de la sociedad humana con los recursos naturales, de manera que ni una ni otros resultaran perjudicados. Pero no se ha sabido convertir todo eso en un producto turístico y los pocos emprendedores de turismo activo campan solos como pueden.
En La Palma no sufren estacionalidad y tienen turismo todo el año. A pesar de que el sector turístico ya significa el 62% del PIB de la isla, siguen vivas como actividades complementarias el cultivo del plátano y la elaboración de queso fresco con leche de cabra. El panorama es bastante parecido al de Menorca, con un sector agroalimentario todavía vivo y fundamental, ya que es responsable al cien por cien del paisaje menorquín.
En La Palma decidieron hace tiempo que el número de camas no podía superar el 20% de la población. Así de simple: tienen 10.922 plazas de alojamiento. En Menorca superamos las 50.000, con una población y una extensión geográfica muy similares.
Pero además de imaginación y ganas, en La Palma han tenido la ayuda y compromiso de la Administración, de un Cabildo que es mucho más que un Consell Insular en competencias y presupuesto. Y eso marca una gran diferencia. Allí han sido capaces de construir un producto turístico, entre muchos otros, basado en la contemplación del cielo nocturno para aficionados y para expertos… un cielo espectacular seguramente en nada distinto al de Menorca.
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