El turismo de la copia se extiende a escala global
Clones a escala real de monumentos, edificios y reliquias históricas
Publicada 31/07/16- El paso de miles de turistas frente a una antigüedad acaba degradándola
- Las réplicas con fines divultativos permiten además ampliar el relato y son más accesibles
- Pero los clones también pueden erigirse con fines puramente de ocio
Un fenómeno que va a más en la sociedad del ocio es la construcción de réplicas -en diferente escalas o incluso a tamaño real- de monumentos, palacios, cuevas prehistóricas, barcos míticos... El turismo de la copia puede tener muchas ventajas desde el punto de vista pedagógico, aunque también se puede prestar a una excesiva artificialidad y banalización.
La copia se vende sola. En la ciudad del Modernismo, Gaudí y el Barça, resulta que un recinto donde se recrean estilos arquitectónicos de toda España se ha consolidado como la cuarta atracción turística más visitada de Barcelona, tras la Sagrada Familia, L’Aquàrium y el Museo del FC Barcelona.
Con 1,2 millones de visitantes anuales, el Pueblo Español –erigido en el año 1929 con motivo de la Exposición Internacional, incluye 117 reproducciones de edificios típicos. Y aunque debía ser derribado seis meses después de dicho evento, generó tanta admiración que se decidió conservarlo.
Para hacerlo lo más real posible, los impulsores de esta gigantesca copia recorrieron España durante dos años.
En total visitaron 1.600 poblaciones y realizaron centenares de fotografías, anotaciones y dibujos, que les permitieron escoger los elementos característicos de cada zona.
De este modo, en las faldas de la montaña de Montjuic se reprodujeron 117 edificios a tamaño real de 15 comunidades autónomas.
Así, cualquier visitante que llegue a Barcelona, paseando por el Pueblo Español, puede recorrer un típico barrio andaluz, admirar la torre mudéjar de Utebo (Aragón) o el monasterio románico de Sant Miquel (Cataluña).
Puede decirse que aquellos pioneros de 1929 crearon escuela. En los últimos años, la construcción de atracciones turísticas que son réplicas de monumentos famosos se ido extendiendo.
En 2012, una empresa española fue contratada para replicar la tumba del faraón egipcio Tutankamón, que se exponen a dos kilómetros de la tumba original en el Valle de los Reyes.
Según apuntan los expertos, este tipo de réplicas permiten evitar el riesgo real que representa el paso de miles de turistas frente a una reliquia real cada año, debido a los cambios de temperatura y humedad causados por la presencia de tantas personas.
Las neocuevas de Altamira, en Cantabria, así como de Lascaux y Pont d’Arc (Francia) son otro ejemplo que ha permitido preservar pinturas paleolíticas de miles de años de antigüedad.
Conservación del recurso histórico
“Las réplicas son una buena manera de conservar el recurso histórico. Esto obviamente ha de ir ligado a una serie de estudios. Pero si se hace en unas condiciones científicas apropiadas, incluso puede ayudar a mejorar la experiencia”, explica Cristian Palazzi, profesor de la Facultad de Turismo y Dirección Hotelera Sant Ignasi, en Barcelona, y miembro del Observatorio de Turismo Responsable.
Y es que “en el momento en que haces la réplica, sobre ella puedes hacer más intervenciones que en el recurso natural. De manera que puedes ampliar el relato, explicar mejor su historia, puedes poner una señalización que obviamente en una cueva histórica no puedes desplegar, hacer el lugar accesible a personas con movilidad reducida con rampas, ascensores...”, añade Palazzi.
“Los alumnos que he llevado a la Neocueva de Altamira salieron contentísimos de lo que habían visto", añade.
Réplica de la Capilla Sixtina
Incluso en El Vaticano se están planteando construir una réplica de la Capilla Sixtina, por donde llegar a pasar hasta 25.000 personas en un día, cuyas exhalaciones de dióxido de carbono, además de su sudor y polvo, van dañando lenta pero inexorablemente las magistrales pinturas.
Una recreación a tamaño natural de la Capilla Sixtina se ha expuesto en México, gracias a fotografías de alta resolución, con un gran éxito de público.
¿Aceptarán los turistas las réplicas?
Cristian Palazzi cree que sí, pero primero hace la siguiente reflexión: “Cuando hablamos del turismo de la copia lo que estamos señalando es un recurso turístico presuntamente ficticio o elaborado artificialmente. Sin embargo, cualquier recurso turístico pasa por una cierta alteración si es que se quiere convertir en un producto turístico. Por tanto, todo producto o recurso turístico contiene un poco de artificialidad”.
Y dado que el turismo de la copia es una tendencia global, “este fenómeno no debería analizarse desde la supuesta pureza del monumento versus la impureza de la réplica. El monumento es un monumento porque nosotros lo hemos convertido en tal y por tanto se ha forzado la construcción original”.
De hecho, cualquier museo o un monumento abierto al público forma parte de un relato nuevo, es decir, constituyen “una interpretación moderna de hechos históricos”. Y es que todas las explicaciones que los turistas reciben dentro de un recinto, el recorrido que siguen, los paneles visuales, etc, “ya suponen una alteración” respecto a la obra original.
Otro ejemplo lo encontramos en pleno centro de Berlín, donde se está construyendo una réplica del antiguo Palacio Real, el Schloss, derruido tras la Segunda Guerra Mundial.
Las obras de esta réplica estuvieron paralizadas durante un tiempo, cuando Alemania se vio afectada por la crisis de 2009 y el gobierno impuso recortes de gastos. Cuando esté terminado, hacia 2019, allí se ubicará un espectacular proyecto museístico, el Humboldt Forum.
Pero debido a su coste (entre 500 y 800 millones de euros) se ha tenido que recurrir en parte a donaciones privadas para culminar el nuevo Schloss.
En cualquier caso, tras la II Guerra Mundial fueron reconstruidos los centros históricos de muchas ciudades europeas y numerosos turistas que hoy pasean por sus calles creen estar viendo los edificios originales de hace siglos.
Y en Italia, encontramos el famoso Campanile de Venecia: el diseño original del siglo XVI se derrumbó en 1902. El actual es una reconstrucción del año 1912.
Aunque en en Verona fueron más allá de la réplica: hacia 1930, como tantos viajeros preguntaban por “el balcón de Romeo y Julieta”, construyeron un falso balcón medieval que hoy forma parte del circuito turístico.
Ver también La India contruirá una réplica de Angkor Wat de Camboya.
Pérdida de autenticidad
“Hay otros aspectos polémicos de estas réplicas, por ejemplo la pérdida de autenticidad. Al fin y al cabo, los objetos tienen una historia propia, un tiempo concreto”, explica Palazzi.
“Y en el momento en que somos capaces de diseñar una superestructura, de alguna manera estamos alterando el discurso natural de ese recurso para precisamente servir a la masificación, para poder ofrecer esta experiencia al máximo número de personas. De algún modo, estamos rompiendo los límites naturales de los recursos”.
Y pone el ejemplo de comparar un cuadro auténtico con su fotografía. “El respeto a la obra original genera una experiencia diferente. La alteración podría crear una pérdida de autenticidad, una banalización cultural. Y en ese sentido, se rompería ese respeto hacia la historia”.
De hecho, algunos no se conforman con sacar fotos a cuadros. En China incluso se han construido copias de pueblecitos de la campiña inglesa y de los Alpes austríacos.
Y también allí se construye el crucero Titanic II, que será una réplica del famoso buque hundido en 1912. Este nuevo barco, que incluirá copias prácticamente exactas de los salones y otros espacios del famoso transatlántico, zarpará en 2018 desde Jiangsu (China) hasta Dubai.
“En el fondo esto va en contra del turismo porque el turismo se alimenta de la experiencia intercultural de vivir algo que no has vivido antes”, dice Palazzi.
Y es que según concluye este experto, “las réplicas pueden tener una función pedagógica muy potente, tipo Neocueva de Altamira, pero si caemos en la exageración o el engaño aquí entramos en el peligro de banalizar la cultura, la historia y las tradiciones. La construcción de réplicas llevadas al extremo en sitios no originales nos lleva a un parque temático. Entonces ya no estamos hablando de visitas históricas o culturales, sino de una actividad puramente recreativa”.
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