En opinión del Ministerio español de Economía, el desastre medioambiental del petrolero "Prestige" no tiene por qué afectar al turismo en Galicia. Así al menos lo afirmó el secretario general de Turismo, Juan José Güemes. Ese optimismo, sin embargo, no es compartido en aquellos municipios que han visto como la marea provocada por el buque ennegrecía sus costas y playas.
En opinión del Ministerio español de Economía, el desastre medioambiental del petrolero "Prestige" no tiene por qué afectar al turismo en Galicia. Así al menos lo afirmó el secretario general de Turismo, Juan José Güemes. Ese optimismo, sin embargo, no es compartido en aquellos municipios que han visto como la marea provocada por el buque ennegrecía sus costas y playas. De hecho, fuentes de la consejería gallega de Turismo admitieron este miércoles que el vertido de fuel afectará al sector, si bien el alcance aún se desconoce. "Por ello es pronto para hacer una evaluación", dicen. Quizás por el hecho de que el turismo es una industria que reacciona de forma muy sensible a todo lo que esté relacionado con el medio ambiente, los responsables del sector eluden de momento declaraciones oficiales, conscientes además de que ahora no es temporada y la época estival está todavía lejos: "preferimos no decir nada para no meter la pata". "Cuando llegue el verano la gente no se acordará ya del vertido y continuará yendo a Galicia de vacaciones", afirmó también Güemes. En contraste, cuando el ministro de Justicia, José María Michavila, anunció días atrás que el gobierno había emprendido acciones legales por daños y perjuicios tanto contra el armador del buque como la aseguradora, mencionó expresamente también "el enorme perjuicio provocado al turismo". Eso es precisamente lo que temen los empresarios del sector. Por ejemplo los hosteleros de los municipios de Cée y Corcubión, una de las zonas de la Costa de la Muerte más castigadas por la marea negra. Ellos no tienen duda de que la catástrofe mermará sus ingresos. "No sólo afectará al turismo de la comarca, sino a todas", opinó un restaurador de la región. "Mientras dicen que el asunto está controlado, las playas se llenan de contaminación", afirmó otro. "Deberíamos reunirnos todos los afectados y no pagar más impuestos hasta que solucionen este problema", señaló estos días otro hostelero, al considerar que la zona "tardará mucho en recuperarse". Orientada hacia el Mar Cantábrico y el Océano Atlántico, con 1.200 kilómetros de costas y las famosas rías, Galicia es uno de los destinos preferidos de la llamada 'España verde', muy cotizada también entre los turistas de otros países que buscan una alternativa a la habitual fórmula de "sol y playa". Sin olvidar los cientos de miles de peregrinos que cada año recorren la ruta jacobea hasta Santiago de Compostela. Según los datos de Turgalicia, la región recibió el año pasado casi 4,4 millones de turistas, un 10,6% de ellos extranjeros. Ello supuso unos ingresos de 2.700 millones de euros (2.675 millones de dólares), lo que equivale a un 10% de su Producto Interior Bruto (PIB). Las estadísticas demuestran que el viajero que escoge como destino vacacional esta región, tan alejada que hasta el siglo XV era considerada el fin del mundo, busca sobre su naturaleza, sus bellos paisajes y tranquilidad, algo que en verano garantizan unas playas mucho menos concurridas que las de la costa mediterránea o las islas. Pero muchas playas, más de cien, se han visto afectadas por la marea negra. La esperanza de los lugareños es que queden limpias hasta que comience la temporada estival. Aún así, el vertido ocasionado por el "Prestige" puede repercutir de forma negativa, ya que en países como Alemania o Gran Bretaña las reservas se hacen con mucha antelación y muchos viajeros ya planifican ahora dónde pasarán sus vacaciones de verano. El temor más inmediato de los empresarios gallegos, sin embargo, está relacionado con Navidades. El presidente de la Asociación de Hostelería de Santiago, Juan Silva, ya advirtió que la prohibición de pesca y marisqueo decretada por la marea negra puede provocar un desabastecimiento en los restaurantes de cara a los días festivos, además de un sensible aumento de los precios.
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