El turismo, prisionero de la geografía
Nuevos escenarios para un mundo más impredecible
Publicada 08/03/17- En un mundo globalizado e hiperconectado, la geografía sigue siendo un factor decisivo en la agenda internacional
- Del mismo modo que los países y sus gobernantes son "prisioneros de la geografía", podría decirse lo mismo del turismo
- El turismo es muy sensible a los sucesos que alteran el orden geopolítico establecido
Uno puede viajar desde Europa a Japón en 11 horas; un barco mercante saltar del Atlántico al Pacífico a través del Canal de Panamá y usted puede estar leyendo este artículo publicado por Hosteltur desde Singapur. Pero a pesar de los avances tecnológicos que han acortado las distancias y acelerado la globalización, seguirá existiendo la vasta llanura nordeuropea que se extiende desde Francia hasta los Urales; los dos mayores océanos del mundo continuarán protegiendo -y aislando- a los Estados Unidos de América; y los Himalayas permanecerán ahí, separando China de la India. Y si uno se pone en la piel de Vladimir Putin, Donald Trump o Xi Jinping, podemos comenzar a comprender por qué están ocurriendo ahora ciertos acontecimientos en el mundo que marcarán la agenda geopolítica de los próximos años.
Ésta seria la principal tesis de 'Prisioneros de la geografía', un ensayo del periodista británico Tim Marshall, probablemente una de las lecturas más fascinantes sobre lo que se ha venido a llamar la “geopolítica” del siglo XXI.
Y lo que hace Tim Marshal, con una gran maestría, es interpretar los asuntos internacionales y la economía de los países poniéndonos delante de nuestros ojos las ópticas que resaltan las barreras formadas por montañas, desiertos o selvas; los espacios difíciles de defender militarmente que son las grandes llanuras; las líneas de comunicación y comercio constituídas por mares, ríos navegables o puertos naturales; la demografía de los países o el clima presente y futuro.
El libro analiza los países y áreas geográficas del mundo en diferentes capítulos: Rusia, China, Estados Unidos, Europa occidental, África, Oriente Medio, India y Pakistán, Corea y Japón, Latinoamérica y el Ártico.
Y a través de sus páginas, podemos comprender mejor, por ejemplo, qué factores geopolíticos llevaron a Rusia a anexionarse Crimea y a apoyar los grupos rebeldes en el este de Ucrania; por qué China quiere convertirse en una gran fuerza naval transoceánica; o qué motivos llevarán a la superpotencia Estados Unidos a preocuparse menos por Europa y Oriente Medio y más por la región Asia-Pacífico.
En cualquier caso, y tal como admite el propio autor en la introducción del libro,“considerar la geografía como un factor decisivo en el curso de la historia humana puede interpretarse como una visión desolada del mundo -sugiere que la naturaleza es más poderosa que el hombre- por cuyo motivo este enfoque no gusta en algunos círculos intelectuales”.
Pero a pesar de todos los avances técnicos, según remarca Tim Marshal, la geografía y la historia de cómo se forjaron las naciones sigue siendo crucial para entender el mundo actual y futuro.
Por ejemplo, basta echar un vistazo a algunos temas analizados en el libro, como las futuras guerras del agua, las luchas por el petróleo y el gas del Ártico, la bomba de relojería que supone Corea del Norte...
Impactos sobre el turismo
Así que, del mismo modo que los países y sus gobernantes son "prisioneros de la geografía", podría decirse lo mismo del turismo.
Al fin y al cabo, estamos hablando de una actividad muy sensible a los sucesos que alteran el orden geopolítico establecido.
A modo de ejemplo, podríamos recordar los efectos que han causado sobre los flujos turísticos internacionales -y van a seguir causando- las revueltas árabes que han sacudido los países del norte de África y Oriente Medio desde 2011 (y que a su vez están rompiendo las viejas fronteras Sykes-Picot); las cada vez más complicadas relaciones de Rusia con la Unión Europea y con Turquía; la nueva política aislacionista de Donald Trump; los boicots que de tanto en tanto organiza China prohibiendo los viajes de sus ciudadanos a determinados destinos (el último, a Corea del Sur)...
Así que, aunque vivamos en una era de globalización e hiperconectividad tecnológica, la geografía seguirá siendo un factor decisivo en la agenda internacional. Nos enfrentamos a nuevos escenarios en un mundo más impredecible.
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