Expertos en urbanismo y arquitectura alertan de turistificación en Madrid
Publicada 29/01/18
- El decano del Colegio de Arquitectos señala que los pisos turísticos están produciendo una sobreexplotación de la zona centro
- Se está produciendo un "uso abusivo" del espacio urbano por intereses económicos particulares, señalan desde la Universidad Autónoma de Madrid
- La concentración de viviendas turísticas dificulta la vida diaria y la convivencia, además de generar inseguridad, indican los expertos
Expertos en urbanismo, geografía humana y arquitectura consultados por Efe alertan del riesgo de turistificación en la ciudad de Madrid tras analizar el impacto de los pisos turísticos desde el punto de vista urbanístico, sociológico y geográfico.
En pleno debate sobre la normativa municipal y autonómica en la materia, el decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, José María Ezquiaga, explica que la turistificación se produce cuando la actividad turística sobrepasa el umbral de la capacidad de carga de una zona de la ciudad, transformándola y motivando la pérdida de la identidad, los rasgos y el carácter que la hacían atractiva.
En Madrid, más de la mitad de las viviendas turísticas están situadas en el centro, donde se está produciendo una concentración y una tendencia a la sobreexplotación, subraya el decano.
Los alojamientos turísticos aparecieron como un fenómeno de la economía colaborativa, pero, con el paso del tiempo, se han convertido en un nuevo formato de la oferta turística.
Además, destaca Ezquiaga, este nuevo nicho de negocio empieza a atraer a inversores y competir con el alquiler tradicional a largo plazo que necesitan las familias y los jóvenes que acceden por primera vez a una vivienda "en condiciones de mercado razonables".
Los alquileres turísticos todavía no están regulados, mientras que el sector hotelero cuenta con una normativa "muy rigurosa" para garantizar la salubridad y la seguridad del consumidor, precisa.
El decano de los arquitectos madrileños se muestra partidario de regular esta actividad "interesante", como se ha hecho en grandes ciudades del mundo como Nueva York o París.
Se trata de determinar "quién alquila, para que pague sus impuestos, y quién se aloja, para evitar que estos pisos se conviertan en redes sumergidas en las que pueda alojarse cualquier persona sin ningún control de seguridad", indica.
El profesor emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, Julio Vinuesa, catedrático de Geografía Humana, explica que la turistificación suele provocar un deterioro de la calidad de vida de los residentes, que ven cómo su entorno urbano cambia, incluso estacionalmente, en atención a intereses económicos.
Vinuesa destaca que la causa de este fenómeno es un "uso abusivo" del espacio urbano por intereses económicos particulares y que la solución es "la intervención pública en defensa del derecho de todos a la ciudad".
El arquitecto Mauro Gil-Fournier, miembro de la plataforma abierta Vivero de Iniciativas Ciudadanas (VIC), apunta que las aplicaciones de intercambio y alquiler de habitaciones alteran la composición del paisaje urbano.
A su juicio, la ciudad se transforma con los cambios de oferta y demanda, los nuevos agentes inversores extranjeros que operan en el centro de la ciudad, las plataformas de defensa de los inquilinos y las nuevas empresas de gestión de estos hoteles-habitación.
Esta situación provoca "desplazamientos, desahucios, desarraigos del centro hacia las periferias de la ciudad para la conformación de un centro urbano instantáneo para ser vivido en un fin de semana", agrega.
El geógrafo Agustín Cócola-Gant mantiene que la turistificación es "un concepto crítico y de denuncia" que se refiere a "los efectos nocivos del turismo de masas".
Según Cócola-Gant, el efecto más importante es que mucha gente está siendo expulsada de sus espacios de residencia, bien por la presión del mercado del inmobiliario, bien por el ruido, la falta de espacio público o la falta de tiendas donde hacer la compra cotidiana.
Los pisos turísticos son "una oportunidad de beneficio para pequeños y grandes propietarios", pero la actividad tiene costes sociales, como la crisis de acceso a la vivienda -sobre todo, en alquiler- o la pérdida de calidad de vida -problemas de convivencia-.
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