El secreto de Riu para crear destino en tiempo récord y cumpliendo plazos
La logística y obtener las licencias de alcohol han sido las mayores complicaciones
Publicada 19/08/19- Con 440 habitaciones y tras menos de dos años de obras es el segundo complejo más grande de Maldivas y el de más rápida construcción
- La clave, según el ingeniero, reside en “trabajar mucho, tener capacidad financiera para asumir los retos y mucha mano izquierda”
- Muchos de los proveedores mallorquines que siempre acompañan a Riu en sus proyectos han participado en éste y para ellos ha sido un reto
Entrevista/Riu Hotels & Resorts no sólo ha acometido en Maldivas su proyecto más complejo con 120 millones de euros de inversión, según publicó HOSTELTUR noticias de turismo, sino que además con 440 habitaciones entre los dos hoteles y tras sólo un año y ocho meses de obras se ha convertido en el segundo complejo más grande del destino y el de más rápida construcción. Incluso la apertura del Riu Palace Maldivas se adelantó tres meses para hacerla coincidir con la del Riu Atoll. El ingeniero que ha estado a cargo de todo el proyecto, Jesús Nieto, se muestra sumamente orgulloso de este logro y reconoce que, aunque “cada proyecto tiene sus complicaciones”, el secreto reside en “trabajar mucho, tener capacidad financiera para asumir los retos y mucha mano izquierda, además de un modelo de construcción flexible con el auténtico director técnico de la obra, Luis Riu, siempre disponible y de decisiones rápidas”. (Arquitectura e ingeniería, determinantes en la expansión de Riu). Un director técnico que necesita tener a una persona de confianza a pie de obra que sea sus ojos y sus manos.
¿Cómo se crea un destino desde cero, cómo se construyen dos hoteles en unas islas en las que no había nada?
Yo llegué a Maldivas en enero de 2017, pero la obra comenzó en agosto de ese mismo año, cuando pusimos el primer metro cúbico de la cimentación tras acometer las formalidades administrativas pertinentes. Lo primero que tuvimos que hacer fue montar un campamento para alojar a los trabajadores, que llegaron a ser hasta 1.400 personas. No solamente es hacer el alojamiento temporal en sí, sino también producir el agua, la electricidad, hacer fosas sépticas. Es decir, crear un pueblo provisional para después crear otro que son los dos hoteles. El 80% de los trabajadores vivíamos en Maafushi, donde ahora se encuentra el Riu Atoll, y unos pocos en Kedhigandu, la localización del Riu Palace Maldivas. El primer paso consistió en llegar con un landing craft, como los barcos de guerra del desembarco de Normandía en cuya proa se abate una plataforma, porque no había puerto. Ahora es muy fácil con un puerto. Bajar máquinas y empezar a desbrozar para dejar el espacio expedito para poder construir. Los cocoteros que caían en la huella de un edificio los trasplantábamos a zonas donde no molestaran.
¿Ha sido un proyecto técnicamente difícil?
Desde el punto de vista técnico el proyecto no es muy complicado, únicamente por su carácter marítimo, pero yo soy ingeniero de Caminos, Canales y Puertos aunque hacía muchos años que no acometía un puerto. Su complicación viene derivada de la logística por su ubicación, que imponía tener que transportar todos los materiales y disponer de instalaciones temporales para todo. Por ejemplo, desde aquí no se puede pedir una hormigonera, por lo que había que fabricar el hormigón: traer los áridos de la India, el hierro de Turquía, etc. Pero la obra ha sido técnicamente interesante aunque a ello había que sumarle las condiciones de vivir en una isla, que son muy duras, no tanto mientras se trabaja, que se trabajaba mucho, sino cuando llegaba el momento de disfrutar del tiempo libre, que uno ya no sabía qué hacer. Con todos estos factores, para mí ha sido el proyecto más complicado que he llevado a cabo en 30 años de profesión.
¿Y qué tal la convivencia de las distintas nacionalidades de los trabajadores que han participado en el proyecto?
En todos nuestros proyectos en Asia hemos tenido alrededor de 15 nacionalidades: europeos (españoles, escoceses, daneses, suecos, portugueses e irlandeses) y entre los asiáticos, chinos, japoneses, bangladesíes, esrilanqueses, paquistaníes y alguna otra nacionalidad más.
¿Y en cuanto a los proveedores hoteleros?
Pues una cosa muy importante para nosotros ha sido que muchos de los proveedores mallorquines que siempre nos acompañan en todos nuestros proyectos han participado asimismo en éste, y para ellos también ha sido un reto: el equipamiento gastronómico de Torrens, las carpinterías de madera de Riera Pascual, el acero inoxidable de Marba, los textiles de Comersan, etc. Con ellos hemos trabajado los últimos cuatro o cinco meses, pero el grueso de la obra lo hemos hecho con CCCC China Harbour Engineering, encargada de la obra civil; la japonesa Shin Nippon, responsable de todas las instalaciones (fontanería, electricidad, sistemas contra incendios, aire acondicionado); y la danesa MTH Hochgaard, que se ha hecho cargo de la obra civil marítima. Con las dos primeras ya habíamos trabajado en Sri Lanka, donde también fuimos los más rápidos en concluir la obra (Riu llega a Asia con su primer hotel en Sri Lanka), por lo que el encaje ha sido bastante bueno.
¿La forma de trabajar de estas empresas internacionales es diferente a la vuestra?
Totalmente diferente porque siguen el sistema anglosajón, que se basa en tenerlo todo definido con muchísima antelación y luego no admite cambios, lo que hace que sea un poco más rígido, aunque los hemos conseguido flexibilizar un poco después del proyecto en Sri Lanka y se han adaptado más a nuestro modelo, que es muy flexible. Aunque en este caso todos éramos conscientes de que era muy difícil improvisar por las dificultades logísticas, por lo que el proyecto inicial apenas sufrió cambios. Pero el sistema es muy distinto. En España todo es mucho más rápido y flexible y aquí es más complicado, igual que en Dubai.
¿Qué tal va el hotel de Dubai?
Muy bien. Probablemente esté terminado para los primeros meses del próximo año aunque abriremos en septiembre de 2020, cuando se haya completado también la urbanización del entorno y el resto de infraestructuras a cargo de Nakheel, nuestro socio local, entre ellas el centro comercial más grande de Dubai (La construcción del hotel de Riu en Dubai sale a licitación por 167 millones de euros). Pero Dubai es otra liga: son 800 habitaciones en una isla artificial donde se están construyendo otros dos hoteles aunque el nuestro es el más avanzado. Su característica más diferenciadora es que será el único complejo del centro de Dubai con régimen de todo incluido, además de contar con un parque acuático similar al de algunos de nuestros hoteles. Es una apuesta dura que nos va a permitir diferenciarnos para competir con las grandes cadenas internacionales que ya están en el destino.
¿Y en estos países cuesta mucho conseguir las pertinentes licencias para poder servir alcohol en vuestras instalaciones? ¿Los trámites son muy burocráticos?
Las licencias importantes son básicamente dos: para servir alcohol y cerdo. En Maldivas conseguimos la primera, una por cada punto de venta, cinco minutos antes de que cerraran las oficinas del Gobierno el día anterior a la apertura de los hoteles porque nos pilló el Ramadán por medio y aquí se paraliza todo. Tuvimos que modificar los nombres de los bares porque no podía aparecer la palabra ‘bar’. La del cerdo también es por cada restaurante pero ésta no supone un gran problema porque en el caso de no conseguirla puedes servir otras carnes. En Dubai por ejemplo ya se ha tomado la decisión de no ofrecer cerdo en el hotel porque nos exigían disponer de una cocina especial para cocinarlo, unida a los restaurantes por unos pasillos aparte.
¿Qué capacidad tiene el alojamiento para los empleados?
Entre los cuatro edificios tenemos capacidad para alrededor de 750 personas. Lo gestionamos como un tercer hotel, sobre todo en logística, donde tenemos que trabajar con unas previsiones tremendas porque los pedidos de suministros se tienen que gestionar al menos con tres meses de antelación. En junio, por ejemplo, ya hicimos los pedidos para las comidas y cenas de Navidad porque son productos que habitualmente no utilizamos tanto. Aquí es muy difícil improvisar.
Ha tenido que ser un proyecto muy bonito, ¿no?
Sí, duro pero bonito. Cuando los ingenieros volvemos a un proyecto pasados unos años lo sentimos como algo un poco tuyo y te queda la satisfacción de haber hecho un buen trabajo.
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