La nueva agenda del sector turístico para la década de 2020
El turismo frente a su lado oscuro
Publicada 20/01/20- Se mantienen las previsiones de crecimiento al tiempo que aumentan los retos relacionados con la sostenibilidad
- El tema central de la revista HOSTELTUR de enero radiografía a fondo este fenómeno a través de varios reportajes
- El contenido se puede descargar como PDF y los lectores podrán solicitar una revista en nuestro estand en Fitur
Con el cambio de década, el sector turístico afronta un momento crucial. Se mantienen las previsiones de crecimiento a nivel global para la década de 2020, pero el aumento del número de viajes crea nuevos retos relacionados con la sostenibilidad. Mientras, el sentimiento anti-turismo y nuevos impuestos se ciernen sobre empresas y destinos. El tema de portada de la revista HOSTELTUR de enero radiografía a fondo, a través de varios reportajes, los distintos ángulos de este fenómeno. A continuación reproducimos el artículo que sirve como introducción del tema central.
Un cartel de quita y pon...
Amsterdam, 3 de diciembre de 2018. Una gran grúa se ha plantado frente al Rijksmuseum. Y comienza a hacer algo que deja desconcertados a los turistas que se amontonan allí diariamente. Los operarios atan cables en las gigantescas letras que forman el cartel “I amsterdam” (de dos metros de alto y 23 de largo), las cargan en un tráiler y se las llevan. Adiós a las selfies y los retratos de grupo en uno de los sitios más icónicos de la ciudad. Pero eso es precisamente lo que pretendía el Ayuntamiento.
El eslogan “I amsterdam” llevaba plantado 14 años en la esplanada de los museos Museumplein y desde entonces se había convertido en un lugar icónico de la ciudad. Millones de personas se habían hecho fotos allí.
“Estas gigantescas letras eran muy populares entre los visitantes. Pero fueron sacadas de allí a petición del Ayuntamiento porque atraían grandes multitudes en un espacio ya de por sí limitado”, explica la oficina de turismo de la capital holandesa. Dicho y hecho, el cartel fue sacado de allí y trasladado a la terminal 1 del aeropuerto de Schiphol.
...que fue víctima de su propio éxito
La historia de este cartel de quita y pon -convertido en un icono para las masas y que luego acaba siendo víctima de su propio éxito- dice mucho acerca de lo que está pasando en el sector turístico en los últimos años. Porque no solo hablamos de carteles, sino de barrios, ciudades, playas o islas enteras.
Y ya no solo es una cuestión de multitudes que se arremolinan en determinados lugares, sino también de grandes transformaciones urbanísticas y paisajísticas, emisiones de dióxido de carbono, consumos enormes de agua y energía, generación masiva de residuos…
¿Están los destinos y las empresas turísticas reaccionando de la manera adecuada o llegan tarde y mal? ¿Qué nuevas soluciones podrán contrarrestar o mitigar las externalidades provocadas por el movimiento de personas más grande en la historia de la Humanidad? En el siglo XXI, el turismo ha alcanzado tal gigantismo, los nuevos desafíos son tantos y tan complejos, y hay tantas preguntas por responder, que apenas sabemos por dónde comenzar a abordar todas estas cuestiones.
Quizá podríamos comenzar tirando de la respuesta clásica que venimos oyendo desde hace años: el turismo sostenible es la solución. ¿Pero es realmente así?
José Antonio Donaire: "Es complicado imaginar un turismo sostenible. Podemos plantearnos más cómo reducir esos impactos que hablar de turismo sostenible"
“No estoy a gusto con el concepto de turismo sostenible. Un turista genera dos tipos de impactos: por un lado, lleva con él la mochila del transporte y por el otro -debido al consumo medio de agua, comida, etc., durante su viaje- genera una cantidad de residuos por encima de la media del residente. Es complicado imaginar un turismo sostenible. Podemos plantearnos más cómo reducir esos impactos que hablar de turismo sostenible”. Quien se manifiesta en estos términos tan escépticos es José Antonio Donaire, vice-rector de Relaciones Internacionales y profesor de Turismo de la Universidad de Girona, quien participó en el foro Mediterranean Sustainable Tourism Convention 2019.
“Es verdad que una parte importante de la sociedad ha incorporado una visión crítica sobre los efectos del turismo. Y hay una conciencia colectiva sobre los impactos de esta actividad, que ha conducido a la respuesta de tratar de limitar el turismo. Pero los viajes aumentan debido a las nuevas clases medias emergentes, a que la gente se desplaza más veces al año”, recuerda Donaire. En suma, estamos ante una tendencia global.
Otra cuestión que se plantea es cómo diferenciar turismo y movilidad, si es que puede hacerse tal cosa. Imaginemos por ejemplo una gran ciudad que quiera poner límites al número de turistas pero que al mismo tiempo está recibiendo diariamente decenas de miles de personas que se desplazan allí para trabajar, estudiar, ir al médico, de compras, etc. “En un contexto de aumento de la movilidad, los sitios están presionados por el constante flujo de personas. Estamos en una nueva sociedad nómada”, indica este experto.
Ahora bien ¿qué pasa si los gobiernos comienzan a establecer nuevos impuestos al transporte aéreo, con la justificación de combatir el cambio climático? ¿Se reducirá el número de viajes a nivel global?
Aquí podríamos visualizar dos hipotéticos escenarios. En el primero de ellos, asistiríamos a una “estabilización o caída del turismo” debido al incremento de los costes del transporte o a una mayor concienciación sobre los impactos medioambientales del viaje. Sin embargo, Donaire ve más probable un segundo escenario: “la movilidad continuará creciendo. Y en todo caso, debemos ser conscientes que la limitación del turismo en un sitio generará el desplazamiento de los turistas hacia otros lugares”.
Impuestos al turismo
En todo caso, la creación de nuevos impuestos que graven el transporte aéreo, las emisiones de cruceros o a las pernoctaciones en hoteles es una tendencia que parece haber tomado impulso en la Unión Europea, según advierte Michel de Blust, quien ejerció el cargo de secretario general de ECTAA (la asociación europea de agencias de viajes y turoperadores) desde 1989 hasta 2019.
Michel de Blust: "La solución para la sostenibilidad no es poner más impuestos”
“La sostenibilidad va a ser algo fundamental en los próximos 10-20 años, a nivel de la Unión Europea y entre los Estados. Sin embargo, la solución para la sostenibilidad no es poner más impuestos”, expone este experto, conocedor de los entresijos de Bruselas. “¿Tenemos un problema? Pues le ponemos un impuesto. Esta suele ser a menudo la actitud de los políticos”, lamenta Michel de Blust.
Sin embargo, esta manera de actuar “lastra la competitividad y hace que los destinos sean más caros, sin resolver el desafío de la sostenibilidad, que solo se puede atacar si todos los actores implicados colaboran juntos”, explica.
Además, Michel de Blust recuerda que la masificación de sitios turísticos o las aglomeraciones son en el fondo “una cuestión sobre cómo gestionas las ciudades y el espacio público. En el caso de Venecia, por ejemplo, los visitantes de un día se concentran en unas pocas calles. El desafío para los destinos es por tanto cómo manejas esas multitudes en el espacio y en el tiempo”.
Nuevas responsabilidades
Llegados a este punto, conviene comenzar a tener algo claro. El turismo no se va a detener. Va a seguir creciendo. Las previsiones de la OMT son claras en este sentido: para el año 2030, se prevé que llegaremos a 1.800 millones de llegadas de viajeros internacionales.
“Sin embargo, en 2018 ya se alcanzaron los 1.400 millones de llegadas, dos años antes de lo previsto”, recuerda Manuel Butler, director ejecutivo de la OMT.
“Este fuerte crecimiento nos obliga a asumir nuevas responsabilidades, especialmente garantizar su sostenibilidad a largo plazo. El avanzar en la agenda para desacoplar ese crecimiento del uso de recursos naturales es clave y lo será más en los próximos años. Tanto los turistas como la población local de los destinos están impulsando esta agenda de sostenibilidad”, añade.
De hecho, apunta Manuel Butler, las políticas relacionadas con el turismo ya se han integrado plenamente en las agendas públicas de ciudades como Barcelona, Venecia o Amsterdam “debido a que los residentes, votantes, no lo perciben siempre de forma positiva”.
Manuel Butler: “El sector turístico parece que ha dejado de ser la industria blanca en la mente de muchos ciudadanos”
Por otra parte, destaca el director ejecutivo de la OMT, también los Estados están tomando cada vez más cartas en el asunto. “El creciente peso de la actividad turística en la economía y sobre todo su impacto social hace que el turismo se esté incorporando a la agenda política nacional de los países del primer mundo, donde apenas tenía presencia, tanto en la regulación como en la fiscalidad asociada a la movilidad. La economía circular y el cambio climático marcarán cada vez más la agenda turística de los destinos”.
En otras palabras, “el sector turístico parece que ha dejado de ser la industria blanca en la mente de muchos ciudadanos”, por lo que urge pasar de las palabras a los hechos.
En cualquier caso, recuerda Manuel Butler, durante la 23ª Asamblea General de la OMT se aprobó la Convención de Turismo y Ética. Y esto es algo que a la luz de los nuevos acontecimientos “cobra un significado especial” dado que esa declaración reconoce como universal el Derecho al turismo. Es decir, la gente va a querer seguir viajando, sobre todo las nuevas clases medias de los mercados emergentes.
¿Cómo hacer compatible entonces el crecimiento de los viajes previsto para los próximos años con la reducción de esos impactos sociales y medioambientales que se achacan a la actividad turística?
Frente a estos nuevos retos, la OMT ha establecido una serie de prioridades que se centran en la sostenibilidad, la innovación y transformación digital, así como la formación y la educación.
“Están estrechamente interrelacionados. La transición a una economía baja en carbono y eficiente en consumo de recursos naturales presenta muchas oportunidades para el sector, siendo más necesario que nunca el rol de la OMT”, dice Manuel Butler.
“Frente al reto de la sostenibilidad nos centramos en el conocimiento riguroso y la búsqueda de soluciones concretas. Por eso estamos expandiendo nuestra red de Observatorios de Sostenibilidad INSTO, con las recientes incorporaciones de Canadá y Australia, así como avanzando en la aprobación por Naciones Unidas del marco de medición de la sostenibilidad en Turismo (SF-MST), o el informe sobre la huella de CO2 del transporte turístico que presentamos en el COP 25 en Madrid”.
Manuel Butler apunta otro ejemplo: “El programa de Naciones Unidas One Planet-Turismo, liderado por la OMT y los Gobiernos de Francia y España, en pro de un consumo y producción sostenible (Objetivo de Desarrollo Sostenible nº12), se centra en dar soluciones concretas, como es el caso de la economía circular en las compras de suministros del sector hotelero”.
Más ejemplos: en el campo de la digitalización, se impulsa la creación de hubs de innovación, competiciones de startups turísticas, rondas de financiación, etc.
Además, “estas políticas de acción no son efectivas sino van acompañadas con un impulso en la formación, algo que demandan nuestros Estados Miembros, que se plasma en la UNWTO Academy, presencial y online”, expone Manuel Butler.
Además, el director ejecutivo de la OMT resalta “nuestra política de poner en valor el turismo en la agenda urbana, tanto en la gobernanza como en el desarrollo urbanístico. Así, en el Primer Foro de Alcaldes, de 2019, se adoptó la Declaración de Lisboa, que considera al turista como residente no permanente y busca que el turismo beneficie a todos”. Igualmente, Manuel Butler recuerda “la adopción de la Agenda África para que ese continente se beneficie plenamente de la prosperidad que conlleva el turismo”.
Menos turismo ¿la solución?
Sin embargo, el relato anti-turístico no se detiene. De hecho, va a más.
En algunas ciudades europeas, por ejemplo, existen plataformas vecinales que se están movilizando en contra del turismo. De hecho, en Barcelona la Asamblea de Barrios por el Turismo Sostenible, que se constituyó en 2015, ha endurecido su posición inicial y en 2019 ha pasado a llamarse directamente Asamblea de Barrios para el Decrecimiento Turístico.
“Hay que decir que el nombre de turismo sostenible fue cuestionado desde un principio”, explica dicha asociación vecinal. “Ya teníamos la convicción de que el turismo sostenible no era factible en Barcelona. Esta etiqueta ha convertido en un concepto vacío, pervertido por lobies y poderes públicos que lo utilizan para sus habituales lavados de cara. Ahora abandonamos formalmente el término turismo sostenible, hablamos en todo caso de sostenibilidad social y urbana, y damos aún más visibilidad al concepto de decrecimiento turístico”, indica esta plataforma vecinal.
"La etiqueta 'turismo sostenible' se ha convertido en un concepto vacío, utilizado para lavados de cara", dicen los portavoces del movimiento para el decrecimiento turístico
“Son necesarias políticas de regulación, fiscalidad y reducción de estancias, actividades y desplazamientos turísticos a la ciudad”, insiste la asociación.
“Además de los impactos sociales (vivienda, movilidad, transporte público, desaparición de comercio, salud pública, masificación del espacio urbano, etc.), laborales y ambientales, la huella de carbono del turismo en Barcelona pone de manifiesto que la reducción de emisiones de CO2 en la ciudad pasa necesariamente por el decrecimiento turístico”, dice la asamblea, que reclama una reducción de vuelos y cruceros.
¿Posturas irrenconliables?
De este modo, nos encontramos ante dos posturas aparantemente irrenconciliables, separadas por un abismo.
Por un lado, vemos cómo surgen movimientos ciudadanos que exigen el decrecimiento turístico. Y por otra parte, gobiernos y entidades siguen viendo el turismo como una fuente de creación de puestos de trabajo y generación de actividad económica.
Además, aunque esos movimientos antiturismo puedan parecer tendencias minoritarias, de repente puede llegar alguien como Greta Thunberg y disparar las alarmas de la industria (ver reportaje sobre la “Vergüenza a volar”, publicado en este mismo tema de portada).
“Es cierto que el turismo recibe mala prensa y cierta atención sensacionalista de los medios, y que no se necesitan muchas fotos de cruceros con Venecia como telón de fondo para entender la gravedad del asunto, pero también lo es que todos los destinos buscan el crecimiento y, como consecuencia, la mejora de las economías locales, por lo que también aprecian la vertiente buena del turismo”. La reflexión proviene de Jorge Traver, representante para España de la organización empresarial European Tourism Association (ETOA).
Overtourism
Lo cierto es que el fenómeno de la alta concentración de visitantes en los destinos turísticos (overtourism) ha generado acalorados debates pero, según apunta Jorge Traver, lo fundamental es indagar en las causas reales de ese sentimiento antiturismo al alza. “Necesitamos examinar qué está impulsándolo, qué significa y qué debemos hacer al respecto, cómo afrontarlo y gestionarlo”, dice.
“Muchos de los destinos que tienen una demanda muy alta tendrán que centrarse cada vez más en el valor añadido y dejar el volumen en un segundo plano, y esto va a reflejarse tanto en campañas y planes de promoción como en una reorientación estratégica de la manera de vender el producto”, añade.
Jorge Traver: "Muchos destinos que tienen una demanda muy alta tendrán que centrarse cada vez más en el valor añadido y dejar el volumen en un segundo plano"
Por ello, dice Jorge Traver, “tenemos que ser muy cuidadosos y no dar por buena una visión desequilibrada de lo que supone el turismo. No olvidemos que, llevando a cabo buenas prácticas en la gestión de destinos, diversificando la oferta y equilibrando la demanda, creando conciencia sobre el impacto positivo del turismo y siendo honestos acerca del negativo, favorecemos un crecimiento más sostenible y respetuoso con el medio ambiente y las comunidades locales. Y en ese esfuerzo pueden y deben participar todas las partes: alargar las horas de visita a los monumentos con más demanda supondría, posiblemente, además de facilitar esa gestión del producto, la creación de puestos de trabajo, por ejemplo”.
Jorge Traver echa mano de las cifras para contextualizar el momento en que nos encontramos: “Desde que se fundó ETOA en 1989, la llegada de visitantes internacionales a Europa ha crecido un 3,65% anual, pasando de 261 millones hace tres décadas a 713 millones en 2018. Es el doble de la tasa de crecimiento del PIB de la UE.
Por un mejor turismo
¿Qué hacer entonces ante el crecimiento? “Tener un mejor turismo en Europa. Puede parecer simplista, pero refleja una verdad importante, que es que no hay una receta única para responder a los desafíos y las oportunidades que surgen a cada paso. Y, para ello, es fundamental que toda la industria trabaje de una forma más o menos coordinada en el desarrollo de un turismo cada vez más sostenible, implicando en ese reto también al sector público”, dice Jorge Traver.
“Es decir, que el turismo funcione para todos, visitantes, comunidades locales e industria; que sea financieramente viable a medio y largo plazo y, por lo tanto, generador de empleo, y que se trabaje de manera conjunta para paliar los impactos negativos”, remarca. De hecho, ETOA ya trabaja de manera estrecha con administraciones y sector privado, “explorando y compartiendo buenas prácticas”.
En suma, todos deberemos hacer un esfuerzo para apartarnos de la cómoda zona donde todo es blanco o negro (“El turismo crea riqueza y empleo” versus “El turismo destruye las ciudades”) y aprender a navegar por la complejidad de los grises.
Revista disponible en Fitur
Este reportaje forma parte del tema de portada de la revista HOSTELTUR de enero, que puede descargarse como documento PDF haciendo click en el siguiente botón de enlace.
Ejemplares de la revista también estarán a disposición de nuestros lectores en el estand de HOSTELTUR en Fitur. Nos encontrarás en el pabellón 10, estand número 10F22.
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