Menorca turística o cómo promocionar lo auténtico
Nuevos productos turísticos para una marca que debe consolidarse y reafirmar su excepcionalidad
Publicada 11/02/14Análisis/ El Consell Insular de Menorca parece decidido por fin a poner en juego la imaginación para la promoción turística de la isla. Hasta hoy el turismo de sol y playa ha centrado el interés de todos porque es el que atrae a los clientes de los grandes turoperadores y llena los grandes hoteles. Pero por fin parece que algo distinto se mueve en la Conselleria insular de Turismo.
Menorca ha sido tradicionalmente un territorio pobre, una isla para la rapiña del navegante que pasaba frente a sus costas. Pero a cambio y seguramente sin pretenderlo, todos esos navegantes que dominaron un día el Mediterráneo han dejado vestigios de su cultura y su paso a lo largo y ancho de la isla. Ése, junto con la belleza natural de sus costas y paisajes, es el patrimonio de los menorquines. Es lo que somos y es lo único que tenemos: nuestra autenticidad. Y ése debería ser el objetivo de cualquier promoción turística: mostrar lo que somos, sin pretensiones ni disfraces pero sí con mucha imaginación, ingenio, poesía y entusiasmo. Porque realmente hay mucho que ver...
El turismo llegó a la isla porque vino, literalmente, de fuera: turoperadores principalmente británicos y empresas hoteleras no menorquinas empezaron esta industria en la isla. En realidad los menorquines opinaron poco y también corrieron pocos riesgos, beneficiándose durante años de la iniciativa de otros. Pero esta iniciativa empaqueta y vende un único producto, el sol y playa, que quizá no sea lo mejor ni es, por supuesto, lo único que Menorca puede ofrecer. El Consell parece decidido a potenciar productos alternativos y a promocionarlos en solitario, sin ir siempre de la mano de las islas hermanas Mallorca e Ibiza, de las que Menorca está muy cerca pero muy lejos.
Algo se está moviendo no solo en la Conselleria insular de Turismo, sino también en la iniciativa privada. Menorca cuenta ya con empresas locales que ofrecen actividades turísticas alternativas al sol y playa, y en pocos años han sido abiertos 21 hoteles con encanto, hoteles rurales y agroturismos, que conforman la base del producto "Menorca Slow", una submarca que ha sido lanzada esta semana y que pretene vender Menorca "a otro ritmo": Menorca Slow, un nuevo producto turístico que inicia su promoción. De hecho, al ritmo de Menorca, al ritmo en que siempre han vivido y siguen viviendo los menorquines. Por fin nos disponemos a poner en valor lo que somos y lo que es la isla, sin disfraces ni artificios.
Y está claro que esto funciona. El año pasado, según British Airways, un reportaje del periodista Simon Calder sobre Menorca en el diario londinense "Evening Standard" disparó en un 33% las reservas de los británicos hacia esta isla para el verano. Particularmente este hecho me parece muy interesante y estimulante, porque está claro que a Calder le encantó Menorca y contó muy bien sus sensaciones al visitar restaurantes, paisajes, playas, monumentos arqueológicos y pueblos de la isla.
En su reportaje dejaba claro que el pasado británico de la isla es un hecho que le sedujo especialmente, y es lógico que sea así. Para mí esto demuestra que la línea emprendida por el Consell Insular para potenciar el patrimonio británico de cara al que es su principal mercado, ha de ser un acierto. La partre oriental de Menorca está llena de vestigios británicos, desde fortalezas a aspectos arquitectónicos y culturales que deben ser dados a conocer a los visitantes. Para el mercado británico, elegir entre Menorca y cualquier otro destino debería basarse en eso: es un territorio que siempre ha estado ligado a su país, algo que deberían conocer no cuando llegan, sino en el primer momento en que se interesan por sus vacaciones y buscan en internet, en una agencia online, o en la agencia de delante de su casa.
Calder hablaba en su artículo de lugares, por supuesto, pero sobre todo hablaba de sensaciones, de experiencias, de emociones. Bien, ése ha de ser el objetivo. Ahora que el Consell de Menorca ha tomado la valiente decisión de emprender en solitario el camino de la promoción, es imprescindible detectar cuál es el público objetivo que pueda dejarse seducir por lo que la isla ofrece. El mundo está lleno de personas sensibles deseosas de tranquilidad, de autenticidad, de belleza o de silencio. Más allá de las fronteras culturales y nacionales, esas personas son los visitantes potenciales de Menorca a los que hay que llegar. La dependencia de la conexiones aéreas es un hándicap, por supuesto, pero si Menorca tiene realmente algo que ofrecer siempre habrá alguien interesado en visitarla... y una aerolínea dispuesta a llevarle. Empecemos por crear ese producto, por reinventar nuestra historia y ponerla en valor junto con ese patrimonio monumental tan desconocido. Preparemos un producto turístico atractivo, emocionante, indispensable... y confiemos en él.
Calder se refería en el citado artículo a su "top ten" particular de la isla: Monte Toro, el punto más alto de la geografía insular; s'Albufera des Grau, núcleo de la Reserva de la Biosfera; las inquietantes Taulas prehistóricas, construcciones con dos enormes sillares centrales en forma de T; las maravillosas salidas y puestas de sol en los dos extremos de la isla; el arroz caldoso del Café Balear, en Ciutadella; los bellos paisajes que recorrer en bicicleta; el Camí de Cavalls para pisarlo a pie o a caballo y que circunvala toda la isla; el Camí den Kane, construido entre Maó y Ciutadella por este gobernador británico; el hotel rural Son Granot, en Es Castell; y la costa este de la isla al amanecer.
Este "top ten" de Cadler me parece un buen inicio para la construcción de ese producto turístico que Menorca necesita. Los TTOO ya transportan al turista que quiere sol y playa y llena los grandes hoteles. Ahora toca un esfuerzo especial por construir ese otro producto que Menorca puede ofrecer, ese producto auténtico que debe ser comercializado de una forma totalmente distinta y que gracias a muchos emprendedores locales ya está enseñando el hocico... ah, y crucemos los dedos para que el disparate de las prospecciones petrolíferas en las Islas sea solo una fantasmada más.
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