Ministerio de Turismo: argumentos del "no" y consenso
Campaña #ministeriodeturismoya
Publicada 18/10/11Falta de competencias, gasto excesivo, poca garantía de eficacia, falta de recursos económicos…, los argumentos que cuestionan la conveniencia de crear en España un Ministerio de Turismo son tan convincentes como los argumentos a favor. En lo que coincide el sector es en pedir eficacia en la gestión y una racionalización del gasto, especialmente en estos momentos.
Este post está elaborado a partir de algunas opiniones que nos han llegado y que no podemos atribuir públicamente a nombres concretos, pero que consideramos tan interesantes y necesarias para el debate como los argumentos a favor de la creación de un Ministerio de Turismo.
Un Ministerio sin competencias
Es sin duda el primero de los argumentos utilizados por quienes no ven clara la conveniencia de un Ministerio de Turismo. Y es totalmente cierto: las competencias están transferidas a las Comunidades Autónomas, y el batiburrillo de políticas y normativas distintas es de sobras conocido por todos. Muchos opinan que esta situación ha llevado a la actual “debilidad administrativa” en materia de turismo, con un Gobierno vacío de competencias y unas CCAA que no acaban de acertar y que a veces van en direcciones contrarias, o que van en la misma dirección pero sin sumar esfuerzos.
Algunos opinan que el problema va más allá de si el turismo está o no está bien representado actualmente en el Gobierno central. Aunque coinciden todos en que efectivamente no lo está, la gran cuestión pendiente para muchos es esta: hace falta una reforma del Estado, una vuelta a los cauces de la razonabilidad, de la eficacia y la eficiencia. Aunque el escepticismo es grande, también la voluntad de cambiar las cosas debería serlo.
Circunstancias económicas adversas
En un momento de necesaria reducción del gasto público como el actual, la creación de una nueva estructura ministerial es vista como un inconveniente por una parte del sector. Además del hecho de que en este momento, cualquier actividad del nuevo ministerio podría verse claramente amputada por la falta de recursos.
Sin embargo, el sector tiene claro que aun en época de recortes económicos como la presente, otros sectores como el de la construcción o el eléctricocuentan con mucho más apoyo de la Administración en ayudas, subvenciones, adaptación legislativa a sus necesidades, etc. Tener un Ministerio de Turismo podría ayudar a que todo eso mejorara, pero de hecho, se trata de una situación que debería cambiar al margen de si la política turística está en manos de un ministro o de un secretario de Estado.
Cualquier reivindicación del sector turístico, y esta es ya histórica, no debería verse como un “lloro” o una“pataleta” de unos empresarios que quieren más ayudas –cosa que desde luego no es-, especialmente en un momento de dificultades económicas, sino como la demanda de una representación potente de la industria dentro de la estructura del Gobierno central.
Después de todo, reducción de ministerios no implica necesariamente más eficacia, quizá ni siquiera más austeridad. De cara al exterior es importante escenificar los recortes, pero éstos por si mismos no garantizan absolutamente nada. Igual que no garantiza nada la creación de un Ministerio de Turismo si no se hace desde los criterios de austeridad, eficacia y colaboración estrecha con el sector.
Al margen de temas “políticos” y miedo a las inspecciones
Aunque se trata de una postura muy minoritaria, no deja de ser significativa de lacultura empresarial y política de España. Unos pocos pero significativos representantes del sector simplemente declinan apoyar la necesidad de un Ministerio de Turismo, o sencillamente se niegan a opinar sobre el tema, porque algunas empresas “prefieren estar al margen de temas políticos”. No se me ocurre pensar cómo es eso posible, digo, que una actividad empresarial esté al margen de los temas políticos, que son los que regulan, apuestan, complican o facilitan esa actividad…
Otros, también minoritarios, se manifiestan totalmente escépticos sobre la conveniencia de que exista un Ministerio de Turismo por temor a que su labor fuera meramente reguladora, se dedicara a elaborar e imponer nuevas normas y con ello, ejecutara más inspecciones. El miedo a las inspecciones me parece algo sorprendente y que también refleja una forma concreta de “hacer empresa” en España. Ese temor que muestran algunos a las inspecciones se combina con la convicción de que ante la coyuntura económica actual, el nuevo ministerio no otorgaría subvenciones o ayudas que compensaran al sector por el más estricto marco normativo y su cumplimiento.
Mejor la iniciativa privada
Otro argumento que cuestiona la conveniencia de crear un Ministerio de Turismo se refiere al hecho de que la Administración pública, gestionada a través de unas u otras siglas, no puede reemplazar a la iniciativa privada en su toma de decisiones y la puesta en marcha de proyectos concretos en beneficio del tejido productivo.
Un Ministerio de Turismo, o una Secretaría de Estado potente dentro de un Ministerio de Economía –alternativa que algunos prefieren--, debería trabajar con el sector para fijar las apuestas competitivas de España y acelerar su reposicionamiento y diferenciación, para no competir solamente por precio, siendo ésta una estrategia que está perdida de antemano y de la que no acabamos de deshacernos. En todo ello la iniciativa privada tiene el papel protagonista, pero se trata de algo que debe estar liderado y apoyado por el Gobierno central, ya que para conseguir el objetivo es fundamental coordinar la acción de varios ministerios –por la transversalidad del turismo—y también las políticas turísticas y las normativas de las Comunidades Autónomas.
Lo que se pide, en resumen, no es una estructura vacía, sobredimensionada, derrochona e ineficaz, sino la urgente necesidad de una potente apuesta del país a favor del turismo, desde el vértice de la pirámide hasta su base. Y en esa apuesta la palabra “eficaz” debe ser la clave. En este punto el consenso es total.
No en los países de nuestro entorno
¿Qué países disponen de un Ministerio de Turismo? Tal y como publicó la revista HOSTELTUR del mes de octubre, el turismo gana peso en las agendas de los gobiernos y de hecho, la OMT recomienda siempre la creación de un Ministerio de Turismo. Mirando alrededor, se constata que tienen un Ministerio de Turismo específico aquellos países en vías de desarrollo para los cuales esta industria representa prácticamente el total de su actividad económica, un sector no consolidado y con gran interés político por desarrollarlo. Para algunos, estasituación es distinta de que la vivimos en España, con un sector desarrollado y consolidado, aunque evidentemente, con necesidad de mejoras.
Por otro lado, el hecho de que el turismo represente el 10% del PIB no justifica de forma suficiente la necesidad de un ministerio propio para algunos, porque de ser así deberían crearse ministerios de otras actividades económicas con gran participación en el PIB, como podría ser el caso de las actividades de “Programación, consultoría y actividades relacionadas”, que se encuentran muy cerca de “Hoteles y restaurantes” en los indicadores sectoriales (ver cuadro adjunto, en "Imágenes", columna de la derecha).
Es evidente la falta de confianza en la Administración que existe por parte del sector, un hecho que en algunos casos es determinante a la hora de apoyar o no la creación de un Ministerio de Turismo. En España, contrariamente a lo que sucede en países como Suecia o Dinamarca, donde se promueve una Administración austera y eficaz, hemos sido los reyes del despilfarro… , ello no ayuda a que el sector confíe en que un Ministerio de Turismo pudiera ser eficaz para resolver problemas del sector y apoyarle, coordinar políticas y legislaciones y liderar la promoción del destino.
Es triste constatar que los profesionales del sector que han estado en contacto con la Administración turística tienen serias “dudas conceptuales” en cuanto a la reivindicación de un Ministerio de Turismo. ¿Estamos capacitados, podemos, tenemos dinero suficiente, están los políticos por la labor? Son algunos de los interrogantes que nos plantean. Y no hay respuesta, sólo la voluntad de confiar o no en que “otra realidad es posible”.
Otro inconveniente destacable es la “multiplicidad” de la Administración española, desde el Gobierno central a los municipales, pasando por Comunidades Autónomas, Diputaciones y Cabildos. La estructura desproporcionada se traduce en descoordinación, incoherencias y gasto excesivo, el resultado de las cuales es la ineficacia y la falta de competitividad. Una estructura y un funcionamiento que desde luego no ayudan a reforzar la confianza del empresariado y los trabajadores en el Estado.
Alternativas posibles
Un fuerte lobby privado en el que se integraran representantes de los distintos subsectores que componen la industria podría tener un papel importante en el liderazgo y coordinación que se le exige, igualmente, al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Un lobby que debería ser escuchado por el Gobierno, por uninterlocutor con suficiente nivel y competencias como para poder coordinar dentro de la Administración las actuaciones de apoyo a la industria que se planteen. Un lobby que debería asesorar también a los diferentes grupos parlamentarios, para que del Congreso saliesen iniciativas para conseguir un sector rentable, fuerte y líder en generar riqueza en el país.
Para mejorar la competitividad, parte del sector considera más urgentes medidas como la aplicación de un IVA superreducido antes que la creación de un Ministerio de Turismo, aunque desde luego, una medida no neutraliza ni imposibilita la otra. El Partido Popular ya ha anunciado que es su intención, si gana las elecciones del 20 de noviembre, aplicar a la industria turística ese IVA rebajado…, contrariamente a lo que están proponiendo otros gobiernos, como el portugués.
La apuesta por una Secretaría de Estado de Turismo potente, dentro de un Ministerio como el de Economía, es también una de las opciones válidas como alternativa a un Ministerio de Turismo propio. Pero teniendo en cuenta que el Ministerio de Economía debería ser el eje alrededor del cual se movieran los principales sectores productivos, un órgano creado para la competitividad y la eficacia, para el desarrollo económico del país, y diferenciado de otras funciones como la de Hacienda. El secretario de Estado, en este caso, debería ser alguien con peso en la toma de decisiones del Gobierno y con autoridad moral tanto frente a las Comunidades Autónomas como entre el sector.
Sin embargo, algunos opinan que la estructura que tenía la Secretaría de Estado de Turismo, convertida luego en Secretaría General, es obsoleta e inoperante. Quizá su reconversión en una herramienta eficaz y operativa dependa de algo más difícil: la reconversión de una estructura ministerial que hoy por hoy no se centra en la competitividad y el desarrollo de los sectores productivos, que quizá deberían estar todos agrupados en un Ministerio potente de Desarrollo Económico. La Administración española arrastra muchos tics del pasado que la hacen lenta, inoperante a veces, poco ágil…, algo que desde luego debería cambiar.
Finalmente, con un Ministerio de Turismo o sin él, algunos profesionales y directivos del sector consideran imprescindible que elGobierno se implique más con la industria turística en varios aspectos que atañen a otros ministerios también: seguridad en los destinos (Interior), competitividad a nivel de tasas e impuestos(Hacienda), buena formación(Cultura), flexibilización y competitividad de las empresas mediante una reforma laboral(Trabajo), políticas energéticasmenos gravosas para la industria (Industria), cohesión interterritorialpara evitar el caos de las 17 normativas distintas (Administraciones Públicas), etc.
Lo de ahora, no
Sea como sea, y a modo de conclusión, la opinión unánime del sector es clara: lo que tenemos ahora no funciona, no está a la altura de los tiempos ni de las necesidades de un sector que está siendo el motor económico y de generación de empleo del país. También hay consenso alrededor de la palabra “eficacia”como una necesidad básica del organismo –Ministerio propio o Secretaría de Estado, pero no inferior en rango—que trabaje junto con la industria turística. Es evidente que de cara al futuro, es más constructivo este consenso que cualquier divergencia de criterios.
Gane quien gane las elecciones del 20 de noviembre, y parece claro que será el Partido Popular, debería escuchar las opiniones del sector, recoger ese consenso y convertirlo en una herramienta austera, ágil y eficaz. Tampoco parece tan complicado si hay voluntad de hacerlo.
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