"Podemos poner misiones en Marte, pero no conseguimos controlar este virus"
Ester Lázaro, investigadora del CSIC, afirma que la amenaza de una pandemia siempre va a estar ahí "porque vivimos en un mundo que está lleno de virus"
Publicada 21/02/21- "Puede parecer que las vacunas se han desarrollado muy rápido, pero en realidad estamos recogiendo los frutos de investigaciones previas"
- "Es muy difícil poner fin a un virus. En el caso de los que han afectado a los humanos, de momento solo lo hemos conseguido con la viruela"
- "Uno de los grandes errores cuando surgió el SARS-CoV-2 fue minimizar su importancia, pensar que se iba a comportar como los otros"
Entrevista/ El avance del proceso de vacunación y el descenso de los contagios de la COVID-19 en nuestro país abren una nueva esperanza para el sector turístico, que confía en retomar su actividad en los próximos meses. En este contexto, Ester Lázaro, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora en el Centro de Astrobiología -dependiente del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-, nos da las claves de la evolución que puede seguir la pandemia a partir de ahora. Sostiene que "lo más probable es que no consigamos erradicar este virus, así que tendremos que convivir con él". Y aunque ahora esta situación nos resulte muy incómoda, asegura que "en un tiempo la convivencia será más fácil. Incluso si las vacunas no ofrecen una protección del 100%, los hospitales no se saturarán porque no habrá casos graves".
La tercera ola de la pandemia en España comienza a remitir. Se ha iniciado el proceso de vacunación, pero aparecen nuevas variantes del virus SARS-CoV-2. ¿A qué escenarios nos enfrentamos ahora?
El virus va a seguir mutando y evolucionando porque para reproducirse tiene que copiar su genoma y, en ese proceso, siempre se van a producir algunas equivocaciones, que es lo que comúnmente llamamos mutaciones. La mayoría de esas mutaciones no tienen ningún efecto, incluso muchas veces son hasta perjudiciales y, por tanto, los virus que las contengan no es frecuente que se hagan mayoritarios. El problema ahora es que las condiciones son más favorables para que surjan mutaciones que le den una ventaja al virus. Comienza a haber presiones selectivas, es decir, circunstancias que limitan la difusión del virus y eso hace que los que poseen más capacidad de transmisión, como la variante británica, tengan más ventaja. Algunas de las nuevas variantes, como la brasileña o la sudafricana, parece que son peor neutralizadas por los anticuerpos presentes en los sueros de las personas que han pasado la infección o que han sido vacunadas Pero estos ensayos se han realizado en el laboratorio y no tienen en cuenta toda la complejidad de la respuesta inmune, que implica mucho más que los anticuerpos.
Hay cierta preocupación, porque los ensayos clínicos de algunas vacunas realizados en Sudáfrica y Brasil, donde las variantes sudafricana y brasileña circulan mayoritariamente, han demostrado algo menos de efectividad. Pero esto no significa que las vacunas que ya tenemos hayan dejado de servir
¿Una persona vacunada se podría reinfectar con las nuevas variantes?
Esto es algo que no está claro. Como he indicado, parece que algunas vacunas son algo menos efectivas frente a algunas de las nuevas variantes. Eso podría hacer pensar que, si una persona vacunada con las vacunas que tenemos ahora entrara en contacto con una de las nuevas variantes del virus, tendría ciertas posibilidades de reinfectarse, porque los anticuerpos que ha producido reconocen al virus antiguo, no a los nuevos. Sin embargo, aún es pronto para poder afirmar eso. Por un lado, la respuesta inmune no solo está basada en anticuerpos, también incluye la respuesta celular, que podría continuar siendo efectiva frente a estas variantes. Por otro lado, los ensayos realizados con algunas vacunas en Sudáfrica, aunque muestran menor efectividad, sí parecen proteger de la forma más grave de COVID. También hay que tener en cuenta que estos estudios se han hecho con pocos participantes y, por tanto, los resultados están todavía sujetos a revisión.
No obstante, las vacunas que se han puesto empiezan a ofrecer resultados positivos.
En los países donde se ha vacunado a gran parte de la población, por ejemplo, en Israel, están teniendo muy buenos resultados, los casos de enfermedad grave han descendido muchísimo entre las personas vacunadas respecto a las que todavía no lo han sido. Si el virus pudiera seguir cambiando, y las vacunas llegaran a ser inefectivas, lo que hay que hacer es seguir confiando en la ciencia, algo parecido a lo que se hace con la gripe, seguir actualizando las vacunas. Es decir, ver qué virus están en circulación en cada momento y fabricar vacunas frente a ellos. Las vacunas basadas en ARN mensajero se modifican más fácilmente que las tradicionales y eso nos da una ventaja muy grande.
Por tanto, ¿podría ser que nos tengamos que poner la vacuna periódicamente?
Es probable, aunque no se podrá saber hasta que no pase un tiempo y veamos cómo evoluciona el virus y cómo evoluciona la población. Existe la duda de si las personas vacunadas se libran de desarrollar la enfermedad grave, pero pueden seguir transmitiendo el virus. Hasta que no demos respuesta a todas esas preguntas no sabemos qué va a pasar, pero el escenario de tener que vacunarnos cada año o cada dos es algo a tener en cuenta.
El virus se extiende con rapidez pero también se ha logrado desarrollar las vacunas en tiempo récord…
Puede parecer que ha sido muy rápido, pero en realidad estamos recogiendo los frutos de investigaciones previas. Antes ha habido otros coronavirus que también han causado alarma y eso ha potenciado la investigación sobre estos virus. Los estudios sobre la posibilidad de utilizar el ARN mensajero viral como vacuna también estaban muy avanzados, no se han realizado en un año. Si hubiéramos tenido que empezar de cero, no hubiera sido tan rápido.
¿De qué puede depender que el virus original empiece a perder virulencia? Después de varios meses de confinamiento y limitaciones a la movilidad, se esperaba que la llegada del verano fuera nocivo para él, pero los contagios no pararon.
La gran mayoría de los virus, y este también, son sensibles a ciertas condiciones físico-químicas del ambiente y, por ello, suelen perder capacidad de infectar en verano, debido sobre todo al calor y los rayos ultravioleta. En mi opinión, esa inactivación del virus habría sido más efectiva para reducir su transmisión si el virus se transmitiera al tocar superficies contaminadas, ya que estas quedarían estériles después de la exposición a esas condiciones dañinas. Pero ahora sabemos que la vía fundamental de transmisión son los aerosoles y, aunque al aire libre el virus se despeja antes en el ambiente, en la cercanía de una persona infectada, si no se utilizan los mecanismos de protección adecuados, es fácil que respiremos aerosoles contaminados, sin dar tiempo a que el virus contenido en ellos se inactive por las altas temperaturas o la radiación ultravioleta.
Es verdad que algunos virus con el tiempo disminuyen su virulencia, pero este virus tiene ya una facción muy grande de personas en las que se transmite prácticamente de forma asintomática. Entonces no sé si el hecho de disminuir su virulencia le va a suponer una ventaja porque ya la tiene muy disminuida en una gran parte de la población.
¿Un virus puede desaparecer o las vacunas solo consiguen aislarlo?
Es muy difícil poner fin a un virus. En el caso de los virus que han afectado a los humanos, de momento solo lo hemos conseguido con la viruela. Estamos en las puertas de erradicar la polio y también el sarampión. En todos los casos el arma fundamental ha sido la vacunación, sin ella hubiera sido imposible erradicarlos. Pero el virus que tenemos ahora se transmite muy bien y, además, vamos a tardar mucho en vacunar a la población de todo el mundo.
Las campañas de vacunación se están llevando a cabo en los países ricos, en otros no se ha empezado y eso supone que, en ellos, el virus sigue circulando a sus anchas, con las consecuencias que eso tiene en la producción de nuevos mutantes
Lo más probable es que no consigamos erradicar este virus, así que tendremos que convivir con él, como ya lo hacemos con otros. Ahora, lo de convivir con el virus puede parecer muy difícil, ya que implica cambiar nuestras vidas y poner barreras por todos los sitios. En un tiempo la convivencia será más fácil. Incluso si las vacunas no ofrecen una protección del 100%, los hospitales no se saturarán porque no habrá casos graves.
Si infectarte por el SARS-CoV-2 significa que solo te coges un resfriado y además no vas a contagiar a nadie, la situación deja de ser dramática
A lo largo de la historia ha habido varias pandemias, se producen cada cierto tiempo. ¿Se podía haber previsto la dimensión que ha tenido esta crisis sanitaria?
Es cierto que ha habido muchas pandemias a lo largo de la historia, una de las más recordadas por las dimensiones que tuvo es la llamada gripe española, pero en el siglo XX hubo más pandemias de gripe, que también causaron muchos muertos y de las que ya casi ni se habla. Es muy difícil predecir cuándo será la próxima pandemia ni qué virus la causará.
Si hace unos años nos hubieran preguntado por ello, muchos científicos habríamos pensado en el virus de la gripe. Los coronavirus los teníamos un poco olvidados, hasta 2002-2003 cuando surgió el causante del SARS, un virus que se consiguió detener con cuarentenas y restricciones en los viajes. Luego surgió el MERS-CoV, que causa una grave enfermedad, pero que tiene baja capacidad de transmisión, con lo cual no es probable que origine una pandemia
Uno de los grandes errores cuando surgió el SARS-CoV-2 fue minimizar su importancia, pensar que se iba a comportar como los otros y que se iba a poder contener con una cuarentena en China, prohibiendo los viajes a los países con casos de contagio o tomándote la temperatura antes de montar en un avión. Con lo que no contábamos era con su gran capacidad de transmisión gracias a los asintomáticos.
Sorprende que en la era de las tecnologías, de los grandes experimentos en el espacio y de grandes avances en el campo de la ciencia, la investigación y la medicina, un virus haya paralizado el mundo.
Podemos poner misiones en Marte, pero no podemos controlar a un virus que tiene una escala infinitamente pequeña. Que los virus sean capaces de causar desastres como el que estamos viviendo nos da una enorme lección de humildad. Muchas veces los seres humanos llegamos a pensar que somos los reyes absolutos en este planeta. Y no lo somos, coexistimos con otras muchas especies y también con otras entidades que ni siquiera se consideran seres vivos como los virus.
Este virus se contagia a través de aerosoles, ¿podría haber una forma de contagio aún peor?
Los virus respiratorios son de los más complicados de controlar. Es difícil evitar el contagio porque no podemos dejar de respirar. El virus causante del SIDA, en sus inicios, era mucho más letal que el virus que nos preocupa ahora, pero como se transmite por vía sanguínea, evitando ciertas prácticas y teniendo un cierto cuidado podemos evitar el contagio. El Ébola también se transmite por vía sanguínea, pero se contagia mucho menos, ya que requiere un contacto muy directo con la persona infectada.
En 2002 escribió el libro “Virus emergentes, la amenaza oculta”, que hoy podría considerarse una premonición. ¿La amenaza va a estar siempre ahí?
Sí, sin ninguna duda, porque vivimos en un mundo que está lleno de virus. Todos los animales son portadores de sus virus característicos, que en muchos casos no les causan síntomas de enfermedad y, por ello, ni siquiera somos conscientes de que existen. Pero cuando uno de esos virus entra en nuestra especie, al carecer de inmunidad frente a él, pues se puede desencadenar una grave enfermedad. Por otro lado vivimos en un mundo con una altísima densidad de población, en el que nos estamos moviendo continuamente, lo que facilita enormemente el contagio de los virus.
En el futuro habrá otras pandemias. Por esta razón hay que estar muy atentos y vigilar todo lo que se sale de lo usual en el ámbito médico y veterinario, para así poder reaccionar cuanto antes y no dar oportunidad al virus de establecerse en nuestra especie
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