Ibiza, abierto por vacaciones

Destinos Publicada 05/05/21 12:49h Destinos

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La isla sigue siendo el entorno ideal para disfrutar del viaje soñado, ya sea en familia, con amigos, en pareja, solos o acompañados. Gracias a un envidiable entorno natural, un valioso legado histórico y cultural, una gastronomía increíble e inolvidables experiencias de ocio y tiempo libre, Ibiza sorprende siempre por una amplia y cuidada oferta para todos los gustos, todas las edades y todas las inquietudes con innovadoras propuestas que nunca dejan de sorprender.

Sus características naturales y su suave clima mediterráneo la convierten, además, en el espacio idóneo para la práctica del deporte al aire libre y en pleno contacto con la naturaleza: buceo, senderismo, natación, tenis, vela, surf, golf...son solo algunas de las posibilidades que brinda la isla para la práctica amateur de la actividad física, aunque en los últimos años, Ibiza se ha convertido también en un referente en la organización de eventos deportivos de competición de ámbito nacional e internacional, como la Vuelta Cicloturista a Ibiza, La Ruta de la Sal, el Ibiza Maratón, la vuelta a la isla en BTT, los Tres días de Trail ibiza, el Ibiza Half Triathlón o la Media Maratón.

La isla acumula siglos de historia, tradición y costumbres que esperan ser descubiertos. Por un lado, es una isla cosmopolita, moderna, divertida y por otro, Ibiza conserva esa esencia propia de los pueblos que mantienen con orgullo su historia y tradición. Una sociedad abierta pero orgullosa de sus raíces, sus costumbres y esencia presentes en las muestras y los mercadillos de artesanía y en la Moda Adlib, una industria única y singular que recoge en sus diseños un espíritu y esencia que la hacen única en el mundo. Adlib se vuelca este año en celebrar el cincuenta aniversario de una industria que exporta por todo el mundo la luz, sencillez y libertad que emana de la propia isla.

La historia de la Moda Adlib encuentra sus orígenes en la vestimenta tradicional de las mujeres ibicencas, en las enaguas bordadas, elaborados mantones, sombreros de paja y 'espardenyes' hechas de material vegetal. La multiculturalidad de la isla aporta la originalidad y frescura necesarias para hacer de esta pasarela una de las más auténticas y peculiares del mundo y que, cincuenta años después sigue pregonando la filosofía con la que nació: vestir como quieras, pero con gusto.

Adentrándonos en el interior de la isla, los pinos y las sabinas que cubren de verde los montes y el paisaje rural de la isla contrastan con los kilómetros de aguas cristalinas que deben sus tonalidades de azul y turquesa a las praderas de posidonia, auténticos bosques sumergidos bajo el mar y cuyo incalculable valor medioambiental ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Esta especie endémica que no se encuentra en otros mares del mundo es uno de los mayores tesoros marinos que guarda la isla.

Las playas de arena fina y dorada en las que disfrutar del sol ibicenco comparten kilómetros de costa con recónditas calas, cuevas naturales e insólitos paisajes desde donde disfrutar de cada momento.

Tras la huella de los fenicios

La rica historia de la isla y el valioso legado que dejaron en ella grandes civilizaciones tiene en el Museo Arqueológico de Puig des Molins un punto de visita obligada. Más de tres mil hipogeos conservados en la mayor necrópolis púnica del Mediterráneo que conserva su esencia bajo la atenta mirada de Tanit, la diosa ibicenca cuya imagen se expone en el Museo Arqueológico.

La huella fenicia está presente en todos los rincones de la isla, pero es especialmente evidente en el asentamiento de Sa Caleta, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999. Este espacio, ubicado en la costa sur de la isla, se encuentra junto a una bahía natural protegida de vientos y mareas. Este embarcadero, que ya usaban los fenicios, todavía está en uso y es posible desembarcar en la isla tal como lo hicieron hace casi 3.000 años.

El asentamiento, cuya envergadura puede compararse a otros poblados similares que hay en la península, estuvo en activo entre finales siglo VIII a.C. y el año 600 a.C., actuando como base para realizar incursiones por la isla y como base de intercambios económicos que se realizaban entre el sur y el norte de la península con otros puertos del Mediterráneo central. En el yacimiento, han quedado como vestigios de aquel pasado restos de las viviendas, zonas comunes que hacían de plazas, en los que se han encontrado hornos, de uso compartido, y callejuelas.

Los fenicios de Sa Caleta ejercían actividades agrícolas, pesqueras y ganaderas, además de trabajar en la explotación de la sal, ya que justo al lado se encuentran las salinas de Ibiza, lo que añade valor al paseo por este entorno. En torno al año 600 a.C. el poblado fue abandonado ya que sus moradores decidieron asentarse en otro puerto más grande, dando origen a la actual ciudad de Ibiza.

El recinto amurallado de Dalt Vila, declarado también reconocido como Patrimonio de la Humanidad, alberga entre sus calles multitud de bienes de visita obligada para quienes esperan revivir un rico pasado forjado de rincones únicos y mágicos que albergan recuerdos de varias civilizaciones. Fundada y bautizada por los fenicios como Ibosim, se ubicó en un estratégico enclave sobre una colina junto al mar.

A lo largo de los siglos, Ibosim llegó a ser una de las ciudades costeras más importantes del Mediterráneo, razón por la cual ha tenido varios pobladores a lo largo de la historia. La imponente muralla que rodea la antigua ciudadela, obra del ingeniero italiano Juan Bautista Calvi, data del Renacimiento, y fue construida durante los reinados de Carlos I y Felipe II para defender la ciudad de las invasiones francesas y otomanas.

Saliendo de la ciudad, el recorrido rural ofrece al visitante la posibilidad de viajar en el tiempo a épocas en las que la agricultura era el principal sustento económico de la isla y la población vivía diseminada en particulares casas de campo de gruesos muros y techos de sabina. El núcleo de unión de los antiguos ibicencos eran las iglesias rurales que salpican todo el territorio insular. Se trata de pequeñas y blancas construcciones que evocan un pasado agrícola y austero que aún hoy está muy presente en los pueblos más alejados de la costa, lugar en el que se conservan imponente torres de defensa construidas en la antigüedad para defender a la población de los constantes ataques piratas que sufría la isla.

La isla de los mil sabores

Recorrer Ibiza supone también recorrer la multitud de olores y sabores de su amplia y rica oferta gastronómica. La isla ofrece una amplia, rica y variada oferta de platos con la calidad y sabor que solo pueden ofrecer los productos frescos de temporada y de kilómetro cero. Saborear un 'bullit de peix' junto al mar, degustar los matices de canela y cítricos de la 'greixonera' junto a una copa de hierbas ibicencas o dejarse seducir por el aroma de un café caleta son experiencias que ningún viajero debería perderse durante su viaje a Ibiza.

El menú ibicenco se abre a todos los paladares y exigencias gracias a la fructífera convivencia de restaurantes familiares especializados en cocina tradicional con exclusivos locales liderados por cocineros de renombre nacional e internacional y que han situado a la isla en la vanguardia de la gastronomía mundial. El secreto está en la mezcla de modernidad y tradición que confiere un sabor único e insustituible a la gastronomía ibicenca.

La isla más vanguardista del mundo ha sabido conservar la esencia bohemia que atrajo durante años numerosos artistas y artesanos internacionales que encontraron en Ibiza la inspiración necesaria para dar rienda suelta a su creatividad y anisas de libertad. Esa esencia hippie está presente en los mercadillos de artesanía que se han convertido en visita obligada para quienes aspiran compartir la libertad y autenticidad ibicenca.

Con la llegada del buen tiempo, Ibiza se abre por vacaciones al sol, el mar, a la playa, a la historia, la cultura, el patrimonio y la gastronomía, una isla que concentra en poco espacio, todas las islas en una.