Para los alemanes, español antes que francés. Para los franceses, español antes que alemán. El estudio de la lengua de Cervantes ha desbancado en ambos países europeos a las de sus respectivos vecinos. El fenómeno, que confirma la vitalidad del idioma español, no sólo es un golpe a las aspiraciones de fomentar ambos idiomas que recogía el Tratado del Elíseo -que selló la reconciliación entre ambas naciones una vez cicatrizadas las heridas de la Segunda Guerra Mundial-, también abre nuevas perspectivas para el turismo idiomático.
Para los alemanes, español antes que francés. Para los franceses, español antes que alemán. El estudio de la lengua de Cervantes ha desbancado en ambos países europeos a las de sus respectivos vecinos. El fenómeno, que confirma la vitalidad del idioma español, no sólo es un golpe a las aspiraciones de fomentar ambos idiomas que recogía el Tratado del Elíseo -que selló la reconciliación entre ambas naciones una vez cicatrizadas las heridas de la Segunda Guerra Mundial-, también abre nuevas perspectivas para el turismo idiomático.
El 22 de enero de 1963, el entonces presidente francés Charles de Gaulle y el canciller alemán Konrad Adenauer acordaron abrir una nueva era de colaboración entre ambos países en la que además de las cuestiones económicas se incluía propulsar el aprendizaje mutuo de las dos lenguas. Sin embargo, según las estadísticas sobre preferencias en cuanto a idiomas extranjeros, un 14 por ciento de los alemanes se decantaban el pasado año por el estudio del español, frente al 10,2 por ciento que lo hacía por el francés. Los franceses también parecían dejar un poco de lado los deseos de De Gaulle y acaparaban en 2002 un 6 por ciento de los estudiantes europeos de castellano. Ambos gobiernos, con motivo de la celebración este año del 40º aniversario de la firma del tratado, se comprometieron a impulsar el conocimiento de la cultura del país vecino, lo que incluye la promoción del idioma alemán en Francia y del francés en Alemania. Pero de momento los estudiantes optan por aprender español. En ambos países el español figura por detrás del inglés como idioma preferido tras la lengua materna. Las motivaciones, como cabe esperar de pueblos tran diferentes y de la imagen de España en ambos países, no pueden estar tan distantes entre sí. En Francia, el impulso para aprender a hablar español se funda sobre todo en razones prácticas, especialmente de tipo laboral. En Alemania, sin embargo, la imagen del español está más vinculada al ocio y al turismo. No en vano, España es el primer destino vacacional de los alemanes, mientras que los franceses prefieren descansar en su propio país. El turismo idiomático genera ingresos por valor de 600 millones de euros en España, de los que la mitad son directos y un montante igual inducido. Alrededor de 150.000 estudiantes viajan a España para aprender el idioma. Su estancia media es de cuatro semanas, y el gasto medio por personas es de 1.960 euros, muy por encima del turista convencional debido a la prolongada estancia. Del total de estudiantes extranjeros que llegan a España, el 20 por ciento elige alguna de las 40 universidades que ofertan cursos de español y el resto opta por alguna de las 325 escuelas privadas que cuentan con la misma oferta en la geografía nacional. Málaga, segundo destino de turismo de idiomas en España, sólo por detrás de Salamanca, está siendo una de las zonas más beneficiadas por este auge del turismo de idiomas Unos 30.000 estudiantes pasaron el año pasado por la Costa del Sol para estudiar español, el 80 por ciento de ellos en la ciudad de Málaga. Alemania, Italia, Francia, Japón y los países escandinavos son los principales mercados para este sector. El Instituto Cervantes cuenta con tres centros en Alemania -en Bremen, Múnich y Berlín, este último el mayor de su red en el extranjero- y con cuatro en Francia: París, Toulouse, Burdeos y, próximamente, Lyon. (H.B., diario Sur, 07/04/03)
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