"Tras la pandemia, las cosas nunca van a ser iguales"
Guillermo Fouce, presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras, ha vivido muy de cerca el impacto de la crisis sanitaria, personal y profesionalmente
Publicada 13/06/21- "Después de una situación crítica, y ésta lo ha sido y sigue siéndolo, se suele salir reforzado en lo personal y en lo colectivo"
- "Hay una realidad que es una situación de emergencia que marca que la seguridad se sitúe en el centro para poder viajar"
- "Tenemos un país con uno de los ratios más bajos de psiquiatras o psicólogos dentro de la sanidad pública por habitante"
El avance de la vacunación y la mejora de la pandemia de la COVID-19 animan a la población a recuperar su vida como era antes de la crisis y a viajar, ante la proximidad del verano. Se trata de hacer frente a lo que se ha llamado la "fatiga pandémica", ya que esta circunstancia es "inédita, nunca antes habíamos vivido una situación de aislamiento y de crisis tan larga. Hay que ver cómo impacta y qué cambios se producen en nuestras realidades. No tenemos datos con los que comparar", señala el psicólogo Guillermo Fouce. En cualquier caso, sostiene que "han pasado cosas que han cambiado nuestras vidas y es una falsa expectativa pensar que todo va a volver a ser igual". Fouce, que preside la Fundación Psicología sin Fronteras y es profesor de esta disciplina en la Universidad Complutense, ha sufrido muy de cerca el impacto del coronavirus, ya que perdió a sus padres por la pandemia entre marzo y abril del año pasado y él mismo estuvo hospitalizado. Tiene experiencia en atender a personas afectadas por situaciones extremas, a través de la citada fundación, asistió a familiares de víctimas de los atentados terroristas del 11-M, en Madrid, y del accidente de Spanair en el aeropuerto de Barajas.
La mejora de la crisis sanitaria y el avance de la vacuna, nos hacen ser más optimistas y pensar que estamos cerca del final de esta pandemia. ¿Cómo vamos a salir de la misma?
Las cosas nunca van a ser iguales. Han pasado cosas que han cambiado nuestras vidas y es una falsa expectativa pensar que todo va a volver a ser igual o que las cosas que han pasado no han pasado. Es un error que se comete con frecuencia, incluso en la gente que tiene pérdidas.
¿Qué cambiará?
Habrá que ver cómo evolucionan las cosas, pero no nos relacionaremos igual, tras aplicar medidas como el uso de la mascarilla, las medidas de seguridad o la distancia social, y si uno ha tenido pérdidas humanas y laborales, que es otra de las realidades que emergen de esta situación, cambia un poco la vida, su configuración, y tiene que readaptarse a una situación distinta. Otro cambio importante se produce en el ámbito laboral, el teletrabajo ha entrado de manera muy fuerte en un país en el que había muy poco desarrollo del teletrabajo y puede ser una ventaja. También hemos incorporado nuevas formas de relacionarnos.
¿Vamos a salir mejores?
Se suele decir que de las crisis se sale mejor, que también es un deseo, conscientes de que la vulnerabilidad está ahí. En términos generales, sabemos que después de una situación crítica, y ésta lo ha sido y sigue siéndolo, no hay que olvidarlo, se suele salir reforzado en lo personal y en lo colectivo. Son los aprendizajes que en positivo debería de traernos esta pandemia, la importancia de la solidaridad, de la salud…
Estamos muy próximos al verano y hay muchas ganas de viajar, pero ahora se prioriza la seguridad sanitaria…
La seguridad es un elemento clave y uno de los más importantes a la hora de valorar un destino. Hay una realidad que es una situación de emergencia que marca que la seguridad se sitúe en el centro para poder viajar y para poder desarrollar otras actividades de ocio, tenemos que estar seguros de que no nos van a pasar determinadas cosas.
Tras un duro periodo de aislamiento, de mantener la distancia social, ¿puede haber miedo a estar en espacios públicos con muchas aglomeraciones, como playas, aeropuertos…?
Sí, sin duda, y más si se han tenido experiencias cercanas. Algunas valoraciones serán objetivas, es decir, no se puede viajar a cualquier sitio porque hay países que tienen una situación sanitaria especialmente complicada, pero también las hay más subjetivas, el filtro personal que uno toma para evaluar una situación. Se hace necesario buscar un punto intermedio y valorar cuánto es objetivo y cuánto hay de miedo o respeto.
¿Cuáles han sido las principales actuaciones que ha llevado a cabo Psicología sin Fronteras durante esta crisis sanitaria?
Hemos hecho asistencia telefónica a muchas personas que así lo han demandado. Hemos intentado hacer una labor de contención y de orientación para evitar que surgieran problemas mayores, con el fin de que el aislamiento físico no se sumara el aislamiento emocional. Hemos hecho acompañamientos al duelo y trabajo con los sanitarios, pero también con las personas que trabajan en residencias, con personas mayores, otros trabajadores esenciales, porque han estado en primera línea y cuando se está tanto tiempo en esa primera línea, hay repercusiones importantes.
Aparte de los sanitarios y ancianos, ¿qué colectivos ha sido los más golpeados por esta crisis?
El impacto depende de la vulnerabilidad previa, de las desigualdades previas, de si una persona ha tenido pérdidas, tanto personales como económicas. Sabemos que hay más afectación en las mujeres porque ya tenían un peso mayor en los cuidados y en la desigualdad económica. En la infancia ha habido un parón que ha afectado al desarrollo social e incluso al rendimiento académico al tener que pasar forzadamente al aprendizaje telemático, para lo que el sistema no estaba preparado. Luego, por supuesto, la gente que ha tenido un despido y no ha podido seguir haciendo lo que venía haciendo.
La larga duración es una de las características de esta crisis. ¿Va a dejar algún poso en los ciudadanos?
Es una situación inédita, nunca antes habíamos vivido una situación de aislamiento y de crisis tan largo. Hay que ver cómo impacta y qué cambios se producen en nuestras realidades. No tenemos datos con los que comparar. Estas cosas cambian nuestra configuración personal y social, para bien y para mal, más para bien que para mal, en general, pero habrá que atender a algunas personas especialmente. Hay que poner ahora también el foco en atender las carencias, como la salud mental.
¿Hay suficiente ayuda en los servicios públicos?
No. Tenemos un país con uno de los ratios más bajos de psiquiatras o psicólogos dentro de la sanidad pública por habitante. Es muy difícil que te puedan tratar si te van a ver de aquí a uno o tres meses, que es lo que marca la lista de espera. Por eso la gente busca alternativas o atajos. España es uno de los países con más consumo de pastillas, una medida que ayuda momentáneamente, pero después suele generar problemas. Además, aunque va disminuyendo, todavía existe el estigma, al pensar no estoy mal o no lo necesito.
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