España y Grecia fuera del euro: ¿TUI saldría beneficiada de verdad?
Publicada 16/09/12
Antonio Garzón cuestiona en este post la opinión de los responsables del turoperador TUI sobre la oportunidad de mejorar las ventas que significaría, para ellos, que España y Grecia salieran del euro. Garzón defiende el largo plazo y en ese contexto, quizá en TUI pequen de una visión algo cortoplacista.
Hace pocos días el director financiero de TUI Travel, Will Waggott, ha asegurado que la salida del euro de España o Grecia “supondría una oportunidad de impulsar las ventas”, pues significaría que los destinos turísticos españoles y griegos bajarían sus precios: “Pienso que se convertiría en una oportunidad porque veríamos los costes locales descender bastante rápidamente y se convertirían en lugares muy atractivos para ir” (ver ”La salida del euro de España o Grecia beneficiaría a TUI” en hosteltur.com, 04.09.12).
¿La devaluación implica automáticamente un aumento de competitividad por precio?
A corto plazo sí, pues el precio del paquete turístico se abarataría para el mercado emisor de la Eurozona, dado que después del cambio de moneda se produciría una importante devaluación de la nueva moneda. En el caso de la moneda griega se calcula que la devaluación podría estar entre un 40% y un 60% con relación al euro. Por tanto, el producto turístico griego se abarataría y atraería más demanda. Sin embargo, es una incógnita si esta situación de aumento de competitividad por precio se podría mantener a medio plazo pues depende, ante todo, de que el país devaluado pueda contener la inflación. Paralelamente al abaratamiento de las exportaciones (entre ellas, el turismo) se encarecerían las importaciones, lo cual repercutiría sobre los precios de las materias primas importadas.
En primera instancia el aumento de los costes de los productos podría repercutir sobre los precios turísticos y, en segunda instancia, la subida generalizada de precios de consumo podría conducir a subidas salariales, ante todo si los salarios van vinculados al IPC, lo cual se vería reflejado en los precios turísticos. Y una excesiva subida de precios podría llegar a neutralizar la ventaja competitiva lograda a través de la devaluación. En el post anterior “¿Aumentaría un destino su competitividad saliendo de la Eurozona?” relaciono algunos otros posibles efectos negativos de una devaluación para el sector turístico a medio-largo plazo (repercusiones del empobrecimiento poblacional en la calidad del servicio, menor competitividad laboral por políticas de empleo proteccionistas, etc.).
Por tanto, a la ventaja competitiva obtenida a corto plazo le seguiría una importante incertidumbre: ¿Podría contener el país devaluado la neutralización de la ventaja competitiva por la inflación? Como medidas más importantes para moderar el impacto de la inflación tras una salida del euro Roger Bootle, autor de “Leaving the Euro: a practical guide”, apunta las siguientes tres: estricto control de las políticas monetarias y fiscales, desvincular los salarios de la inflación y eliminar regulaciones que obstaculicen la libre competencia (pues esta evita subidas desmedidas de los precios). De ello dependerá en buena medida si una devaluación sería ventajosa en cuanto al perseguido aumento de competitividad.
En consecuencia, la afirmación por parte de un touroperador de que la peseta o el dracma convertirían a los destinos en “lugares muy atractivos para ir” sólo sería aplicable con toda certeza para el corto plazo, pero sin ninguna seguridad para el medio y largo plazo. Lo llamativo es que esta afirmación provenga desde la touroperación, que precisamente se caracteriza por sus apuestas a largo plazo por los destinos españoles y, también, griegos. Las importantes inversiones de los touroperadores en promoción de destinos turísticos no sólo las efectúan para el corto plazo, a veces hacen falta varios años para introducir destinos. Además, los touroperadores tienen tanto en España como Grecia una importante cantidad de sus productos hoteleros propios o participados que en el caso de TUI son, por ejemplo, Robinson o RIU.
Es más, la TUI destaca por haber apostado de manera muy importante, desde siempre y a largo plazo, por España. Recordemos que el año pasado TUI fue el touroperador que con más rapidez pudo desviar sus flujos de clientes del norte de África hacia España, pues tenía una gran capacidad hotelera contratada aquí. En este sentido, podría interpretarse que existe una contradicción entre las declaraciones del directivo de TUI a favor de la peseta y las estrategias de fidelidad a largo plazo que siempre ha mostrado TUI hacia España. ¿Cuál sería entonces la opción más beneficiosa para el touroperador? ¿Habría alguna opción que combine una estabilidad a medio-largo plazo con un aumento de la competitividad por precio sin tener que salir de la Eurozona? Veámoslo:
El principal problema de los países periféricos no sólo es la competitividad sino es un problema doble: alta deuda + baja competitividad. La solución del primero implica una política de austeridad y mayores recaudaciones fiscales, mientras que la del segundo implica una bajada de precios, salarios y márgenes con relación a los países más competitivitos de la Eurozona (=”devaluación interna”, es decir, depreciación sin salir del euro). Las soluciones que se están aplicando para ambos problemas parecen ser excluyentes: de momento, reducir la deuda implica empeorar la competitividad. Lo estamos viendo claramente en las cargas fiscales que se están imponiendo al sector turístico español (IVA, tasas aéreas, ecotasa,..), que no hacen otra cosa que encarecer el producto turístico español en relación a otros productos internacionales, es decir, se está perdiendo competitividad. Literalmente se está “ordeñando” a uno de los sectores económicos más importantes, precisamente uno de los únicos que no están en recesión (ver “El turismo: ¿una vaca a la que ordeñar?” de Xavier Canalis). Mientras predomine el objetivo de reducir la deuda al de mejorar la competitividad, cada vez se hará más difícil que los efectos de una devaluación interna (bajadas de precios y salarios) se manifiesten positivamente a medio plazo en los precios finales del sector turístico español.
Es más, la mayor imposición tributaria al precio turístico corre el riesgo de no ser efectiva si los visitantes se reducen a razón del aumento de precio. Otros países europeos, incluso los que están aplicando los recortes más duros, redujeron o mantuvieron la carga fiscal al sector turístico y ello contribuyó a que lograsen mejores precios (más competitividad) y más recaudaciones y empleo (por más visitantes). Algunos ejemplos: Portugal mantuvo el IVA hotelero en el 6%; Grecia lo bajó en 2011 del 13% al 6,5%; Irlanda lo bajó en 2011 del 13,5% al 9%; Alemania lo bajó en 2010 del 19% al 7% (ver hosteltur.com, 10.09.12).
En definitiva, si se adoptara una política de descarga fiscal del turismo, que no tiene porqué perjudicar el objetivo de la reducción de deuda, y a este efecto positivo reflejado en el precio se sumara a medio plazo la bajada generalizada de salarios y precios, se podrían obtener los mismos resultados de ventaja competitiva que a través de una devaluación con la peseta.
Es decir, una devaluación interna (sin salir del euro) podría conducir competitivamente a la misma ventaja relativa que una devaluación externa (con la peseta), si bien no con la misma rapidez, pero, en teoría, con más posibilidades de ser económica- y socialmente sostenible a largo plazo. Por ello, desde el punto de vista de la apuesta a largo plazo por un destino turístico, para el touroperador debería ser más ventajoso que España y Grecia se mantuviesen dentro de la Eurozona, siempre que en las políticas turísticas de ambos países predomine el objetivo de competitividad.
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