La apuesta de la Costa Blanca por dirigir el crecimiento de su oferta hotelera hacia la categoría de lujo -cuatro y cinco estrellas- puede acabar pasando factura al sector turístico debido a que la construcción de hoteles dirigidos a los denominados turistas de «alto standing» no ha venido acompañada por un cambio en el perfil socioeconómico del visitante, que sigue siendo medio-bajo y, por lo tanto, remiso a pagar grandes cantidades de dinero en alojamiento. Máxime cuando el sector atraviesa por una coyuntura en la que el precio vuelve a ser clave para la contratación de las plazas.
La apuesta de la Costa Blanca por dirigir el crecimiento de su oferta hotelera hacia la categoría de lujo -cuatro y cinco estrellas- puede acabar pasando factura al sector turístico debido a que la construcción de hoteles dirigidos a los denominados turistas de «alto standing» no ha venido acompañada por un cambio en el perfil socioeconómico del visitante, que sigue siendo medio-bajo y, por lo tanto, remiso a pagar grandes cantidades de dinero en alojamiento. Máxime cuando el sector atraviesa por una coyuntura en la que el precio vuelve a ser clave para la contratación de las plazas.
Los efectos de la guerra en Irak y la crisis por la que atraviesan mercados claves como el alemán amenazan con desatar una nueva guerra general de precios que en la Costa Blanca se traduciría en un recrudecimiento de la batalla que comenzó en el verano de 2004, cuando muchos de los nuevos hoteles de cuatro estrellas decidieron bajar sus precios para mitigar el descenso de las pernoctaciones. Al final y según anunció el Patronato Provincial de Turismo la semana pasada, la ocupación descendió un 2% -casi trescientas mil pernoctaciones-; caída que los empresarios esperan frenar este año pero a base de ofertas y de buscar el cliente español, una bolsa de turistas más apetecida que nunca de cara a la temporada alta, según admiten las dos patronales de la Costa Blanca -Hosbec y Asociación Provincial-.
La Costa Blanca ha eliminado desde 1995 el 12% de su planta hotelera barata. Actuación que ha venido acompañada por una renovación completa de los hoteles de tres estrellas -su relación calidad/precio es prácticamente insuperable por ningún destino de sol y playa- y la masiva creación de plazas de lujo, que sin bien hacían falta han superado todas las expectativas y una gran parte de los hoteles se encuentra ahora sin un lugar en un mercado donde prima el precio. «Rentabilizar establecimientos de mil millones en una zona como la nuestra con tanta oferta resulta complicado porque, además, nuestros clientes no han cambiado. Cierto que cada día llegan más jugadores de golf, pero una gran parte tiene ya su vivienda en propiedad o alquilada», sentenciaba ayer un empresario. Hay tour operadores que manejan encuestas que aseguran que sus clientes sólo demandan hoteles de 3 estrellas, «sin querer ni ver los folletos de los de cuatro», aseveró la misma fuente. (F.J.B., diario Información, 13/05/03)
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