Crisis energética, una escalada que no da tregua
Publicada 10/02/22
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"Las perspectivas del precio de la electricidad en el mercado mayorista no son particularmente halagüeñas”. Así lo confirmaba el pasado diciembre la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, tras anunciar la prórroga de la rebaja de impuestos que gravan la luz aprobada por el Gobierno meses atrás ante la escalada sin precedentes del precio de la energía eléctrica.
El reportaje completo está incluido en el número de HOSTELTUR de Fitur y puede descargarse en PDF haciendo clic en el siguiente botón:
En los días antes de la Navidad se confirmaban estas previsiones, al pulverizarse todos los récords y alcanzarse cotas nunca vistas, superándose la barrera de 400 euros por megavatio hora (MWh).
Con estos máximos, diciembre cerraba como el mes más caro de la historia, con un precio medio de 239,17 euros/MWh, mientras que 2021 ha sido el año en el que más se ha pagado por la electricidad, al despedirse con un precio medio de 111,4 euros/MWh, frente a los 47,68 alcanzados en 2019
Unos precios desbocados que todo apunta que van a continuar en este 2022, lo que va a seguir lastrando un año más la competitividad del sector turístico.
“Estamos perplejos, porque esperábamos un cambio de pauta, pero las noticias del último mes no pintan en esa dirección”, explica Roberto Gómez, profesor de Empresa de la Universidad Europea de Valencia, que detalla que en el mercado de futuros de la electricidad se están viendo precios para enero y febrero que ya están en torno a 300 euros el megavatio hora.
“No debemos hacernos ilusiones porque estos precios que vemos ahora se van a mantener”, indica
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? En el pasado, el mundo ha visto crisis energéticas provocadas por conflictos bélicos o escasez de materias primas. Por contra, la actual se ha producido por un exceso de la demanda, según Gómez.
Ley de la oferta y la demanda
“En marzo de 2020 se paró el mundo. Ahora lo hemos vuelto a poner en marcha, pero no es tan fácil volver a poner en marcha las cadenas de producción y distribución”, recuerda el doctor de economía y empresa de la Universidad Pompeu Fabra, Xavier Puig.
Comparte esta tesis Gómez, que apunta que estamos saliendo de una etapa de una actividad económica ralentizada, por lo que tras empezar a reactivarse la economía el pasado verano las industrias se han topado con la ley de la oferta y la demanda: hay más demanda de bienes como la energía, con lo que los precios suben. Algo que precisamente se está produciendo con el gas, un combustible fundamental en la generación eléctrica de la península.
Estos máximos históricos observados en los precios internacionales del gas natural se han visto impulsados a su vez “por una mayor demanda efectiva por parte de los países asiáticos, al dejar atrás los efectos económicos negativos de la pandemia”, explica Jorge M. Uribe, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC
Y en el actual mercado mayorista de electricidad, de carácter marginalista y en el que la última tecnología que entra (la más cara) es la que marca el precio para las demás “es el gas el que está llevando la batuta”, incide Gómez. “El gas ha dejado de ser una commodity de un precio estable y relativamente bajo a dispararse”, incide Gómez. A esta mayor demanda se suman tensiones geopolíticas entre Argelia y Marruecos y Rusia y Ucrania y una excesiva especulación con los derechos de emisión del dióxido de carbono (CO2).
“Los derechos de emisión se han convertido en un activo interesante para invertir. Esto es peligroso porque están entrando estrategias de mercado que no son las mejores para un bien esencial como es la energía eléctrica”, alerta el profesor de Empresa de la Universidad Europea de Valencia.
Otra piedra en el camino
Así las cosas, justo cuando el turismo empezaba a levantar cabeza de la crisis de la COVID-19 se ha visto golpeado por otra crisis, la energética.
“Es otra piedra en el camino, otro escalón a salvar cuando la situación ha sido tan grave para un sector que ha sido de los más afectados por la pandemia”, recalca José Serrano, profesor de Turismo de la Universidad Europea de Canarias
“Está provocando que la recuperación se vea lastrada. Hay datos de patronales hoteleras que apuntan a que incluso se ha triplicado el gasto en luz, lo que supone un impacto directo sobre la cuenta de resultados de la gestión de una explotación hotelera”, resalta.
Una escalada de precios de la que no se salva nadie en toda la cadena de valor: comercios, restauración, hotelería y transporte. Y que se ha traducido en unos máximos de la inflación, que en diciembre se disparaba al 6,7%, el mayor nivel en casi tres décadas, lo que también va a repercutir en el sector.
Tormenta perfecta
“Si no teníamos bastante con la COVID, estamos ahora con el gas, con la luz y con la inflación que es casi tan preocupante como la COVID”, constata Toni Mayor, presidente de la Asociación Empresarial Hotelera y Turística de la Comunidad Valenciana (HOSBEC), que incide que en que esta subida de precios que ha provocado el alza de la luz “es un camino hacia la perdición”, porque habrá que trasladarla a los convenios laborales de hostelería. “A la gente le aumenta el coste de la vida y no puedes quedarte atrás”, resalta.
Al mismo tiempo, el alza de la electricidad va a suponer un varapalo a la competitividad del sector.
“La subida es tal que es imposible incorporarla al precio. Si quisiéramos trasladar toda esa subida de costes al precio de la habitación sería una traba para la competitividad como destino turístico”, advierte Serrano, que recuerda que España ha sido uno de los países del mundo con una mayor competitividad turística, una ventaja que no puede perder
“Es importante que sigamos siendo líderes en este aspecto, y esta crisis lo está poniendo en riesgo, sobre todo en el sector hotelero, uno de los elementos claves del sector turístico”, abunda.
“Estamos metidos en unos berenjenales en los que tenemos unos retos importantes como empresas para poder superar todo esto, porque nosotros podríamos subir el precio a nuestro producto, pero claro, a costa de no ser competitivos… Y tenemos ahí a Turquía y otros países del mundo que también tendrán problemas, pero no suben los precios, trabajan con precios muy bajos. Y también los cruceros, que no tienen tanto problema en ese sentido. Es una tormenta perfecta, además con la COVID y la inflación… Es terrible”, lamenta el presidente de HOSBEC.
Prácticas agresivas
Pero la combinación de amenazas por la factura eléctrica no acaba ahí. Serrano alude a una más: las prácticas agresivas por parte de algunas comercializadoras que han roto contratos justo cuando la luz está disparada. “En muchos casos los precios fijos que se habían pactado no se están respetando”, apunta.
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De este modo, las empresas del sector están perdiendo esa facturación fija que se había negociado con las compañías eléctricas, con la cual se aseguraban que el coste de la electricidad no sufriera fluctuaciones de cara a su cuenta de resultados. “Es una incertidumbre enorme. Les falta información y poder de decisión sobre su establecimiento con estos nuevos contratos”, critica el profesor de Turismo.
Más cierres
Esta situación va a tensar todavía más la ya de por sí difícil situación que atraviesan muchas empresas del sector, lo que podría abocarlas al cierre.
“Está claro que todo lo que suponga subir costes y no repercutirlo en el cliente es un sobrecoste y menos beneficios para las empresas. Si la empresa ya está tocada por la COVID y con la demanda y los ingresos caídos… llueve sobre mojado”, avisa Toni Mayor
En este punto, coincide Serrano. “Estamos hablando de que han tenido muchísimos meses de facturación cero, con unos gastos fijos que se tenían que seguir afrontando y esto va a apretar más la cuerda a aquellas compañías en una situación límite, lo que les puede dar la puntilla si se alarga en el tiempo”, alerta el profesor de la Universidad Europea de Canarias, que pone un ejemplo: un hotel medio que pueda tener un gasto de electricidad de 40.000 euros al año va a ver cómo se triplica el coste de la energía hasta alcanzar los 100.000 o 120.000 euros anuales.
“Hablamos de muchísimo dinero, se pone más difícil la recuperación y es algo que en muchos casos puede hacer peligrar la supervivencia del negocio”, constata. Asimismo, este descontrol en los precios eléctricos se va a cebar con las pymes turísticas. “Las grandes cadenas tienen una mayor posibilidad de aguante, por lo que va a afectar más a las empresas más pequeñas, que ya lo han pasado peor durante de la pandemia debido a su menor escala”, indica Serrano.
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