Reducir la estacionalidad, la gran asignatura pendiente del sector

El sector turístico español venía registrando cifras históricas en los años previos a la pandemia de la COVID-19, tanto en la llegada de turistas internacionales como en los ingresos que generaban y que suponían una importante contribución para la economía española. Sin embargo, la gran mayoría de esos visitantes están muy ligados al producto de sol y playa y se concentran en la temporada estival –de junio a septiembre de 2019 recibimos casi 38 millones de viajeros de los casi 84 millones que llegaron ese año-, dejando sin actividad turística a numerosos destinos durante el resto del año, lo que obliga a cerrar hoteles y a prescindir de trabajadores.

El reportaje completo está incluido en el número de HOSTELTUR de Fitur y puede descargarse en PDF haciendo clic en el siguiente botón:

Romper la estacionalidad se ha convertido en un objetivo prioritario de los destinos turísticos, pero a las dificultades para encontrar una solución no ha ayudado la crisis sanitaria

El virus impactó de manera severa en el sector y muy especialmente en determinadas actividades que estaban contribuyendo a mejorar la ocupación fuera de la temporada de verano. El cierre de fronteras ha alejado de nuestro país a viajeros de larga distancia menos dependientes del sol y playa, particularmente los asiáticos y sobre todo los chinos.

La gran concentración de turistas extranjeros se produce en verano: de junio a septiembre de 2019 recibimos casi 38 millones de viajeros de los casi 84 millones que llegaron ese año.

Además, se ha registrado un fuerte descenso en el segmento del turismo de congresos y viajes corporativos, cuyos desplazamientos se producen en su mayoría fuera de los periodos vacacionales. En el ámbito del ocio, se ha producido también una caída de los city breaks o viajes de ocio de corta duración a ciudades de Europa, de acuerdo con las reservas de vuelos de los últimos meses con destino a España recopiladas por la empresa de marketing digital Sojern. Este análisis evidencia que ha habido menos escapadas o viajes cortos, mientras que han aumentado bastante las estancias largas, de 8 a 14 días.

Tampoco ha ayudado la suspensión del programa de viajes para mayores del Imserso en 2020, el primer año del coronavirus, y su posterior retraso en la temporada siguiente. Esta iniciativa, que comenzó hace más de 40 años, contribuye al mantenimiento del empleo y la actividad económica en determinados destinos en temporada baja, aliviando las consecuencias de la estacionalidad en el sector.

Mercado nacional

La principal concentración de turistas internacionales, cerca del 70%, se produce en verano. Sin embargo, antes del comienzo de la crisis sanitaria, el mercado nacional había conseguido avanzar hacia la desestacionalización. Así lo indicaba un estudio de la consultora Braintrust realizado antes de la pandemia, que señalaba que poco más del 30% de los viajes de los españoles tuvo lugar en verano, mientras que el 70% restante se llevó a cabo en otros meses.

No obstante, Ángel García Butragueño, director de Turismo de Braintrust, se muestra confiado y asegura que “el turismo nacional va a seguir ayudando a la desestacionalización”. Explica que , según las conclusiones de la encuesta que realizó en el pasado mes de diciembre esta compañía, los españoles tienen intención de “hacer entre uno y tres viajes, donde el verano obviamente se llevará una buena parte, pero los viajes se extenderán a lo largo de todo el año, mientras que el turismo internacional suele concentrarse mayoritariamente en el periodo estival”.

Medidas necesarias

Con el fin de hacer frente a esta situación, especialmente durante la pandemia, desde 2020 los gobiernos autonómicos han venido lanzando los llamados bonos turísticos, un programa destinado a subvencionar los viajes y contribuir así a reactivar la demanda y fomentar la ocupación en temporada baja. El objetivo es incentivar la compra de servicios turísticos en cada comunidad autónoma en periodos de baja ocupación ante los negativos efectos socioeconómicos ocasionados por la COVID-19.

A más largo plazo, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo ha lanzado el programa Experiencias Turismo España, que contará con una dotación de 100 millones para tres años procedentes de los fondos europeos. Según la titular de este departamento, Reyes Maroto, además de dar respuesta a los nuevos hábitos de consumo, el proyecto tiene dos objetivos claros: la diversificación y desestacionalización, por un lado, y la desconcentración, por otro. La finalidad es desarrollar nuevos productos y mejorar las capacidades de los destinos, así como atraer a turistas a espacios rurales o de interior y reducir así la presión sobre los llamados destinos pioneros.

Diversificar

En este sentido, Butragueño detalla que las seis comunidades autónomas principales para el turismo extranjero, Cataluña, Canarias, Baleares, Andalucía, Madrid y Comunidad Valenciana, concentran el 93% del gasto total de los extranjeros en España. Teniendo en cuenta este contexto, invita a los destinos a poner en marcha determinadas estrategias, empezando por segmentar el mercado y trabajar con diferentes públicos objetivo, considerando tanto sus motivaciones, como su origen o la experiencia que buscan.

A continuación, a su juicio, deben ampliar la propuesta de valor, diseñando productos y servicios que incentiven la visita en momentos valle, además de innovar en el modo de comunicar y vender el destino tanto en fondo como en forma. Para conseguirlo, cree conveniente elegir los canales adecuados al segmento de público target, ya que “al fin y al cabo, los destinos se transforman en las diferentes épocas del año y se visten de diferente manera para cada tipo de viajero y motivación”, añade.

Recuperación

“En la nueva era pos-COVID, los destinos tienen ante sí una nueva oportunidad, como demuestra el hecho de que la gran mayoría está diseñando y definiendo sus planes estratégicos turísticos para los próximos años”, afirma Ángel García Butragueño.

Señala que la desestacionalización, “a nivel económico facilita la recuperación y la construcción de un tejido empresarial más sólido, al hacer que los negocios estén abiertos durante todo el año, lo que contribuye a mejorar el enraizamiento de la población, estabilizando el empleo, y no tener una bolsa de trabajadores temporales que van y vienen del territorio”.

Asimismo, desde un punto de vista de gestión, cree que ayuda a no incurrir en la sobreexplotación de los recursos en épocas puntuales del año y no hace necesario un dimensionamiento de infraestructuras excesivo.

Al tiempo que, a nivel medioambiental, “permite un mejor aprovechamiento y gestión de los recursos, ya que su utilización es constante a lo largo de todo el año y no experimenta grandes picos que se combinan con épocas de nulo aprovechamiento”, agrega el director de Turismo de Braintrust.