Empieza la década de la descarbonización del sector turístico
Los hoteles son responsables del 10% de las emisiones de CO2 anuales del sector turístico, y la aviación, del 3,5% aunque en aumento acelerado
Publicada 21/03/22- Aunque la aviación representa solo un 3,5% de las emisiones totales de la UE, es la de más rápido crecimiento por el auge de los vuelos
- “El sector hotelero ha percibido que la sostenibilidad es rentable porque reduce costes y agrega valor a su marca”, afirma Carrillo (ITH)
- “La industria aérea es de difícil descarbonización: aún no existe una tecnología alternativa a la propulsión por keroseno”, admite Gándara
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La industria turística mundial se ha propuesto el objetivo de reducir a la mitad las emisiones de CO2 para 2030 y alcanzar cero emisiones netas para 2050. El riesgo está calculado. A menos que se acelere el proceso de descarbonización de sus actividades, los gases contaminantes con efecto invernadero (GEI) podrían aumentar un 25% o más hasta 2030, partiendo de las cifras alcanzadas en 2016.
Si bien el sector turístico ya se enfrentaba al reto de la sostenibilidad antes de la pandemia, el mundo vio durante los confinamientos iniciales cómo las ratios de contaminación bajaron a mínimos con el parón de las restricciones.
¿Cuánto contaminan?
En estos momentos, el sector de hoteles y alojamientos es responsable del 10% de las emisiones de CO2 anuales del sector turístico, según EY Parthenon y Booking. com en el primer estudio específico sobre la contaminación generada por la industria hotelera mundial, que incluye desde las bombillas hasta las piscinas y muestra el potencial para reducir unas emisiones.
En concreto, los hoteles son responsables del 10% de las emisiones de CO2 anuales del sector turístico, y la aviación, del 3,5% aunque en aumento acelerado que se corresponden aproximadamente con las de 65 centrales eléctricas de carbón.
El estudio estima que al sector hotelero le costaría alcanzar las cero emisiones netas para 2050 una inversión de 768.000 millones de euros en tecnologías más eficientes y cambiar al suministro de energía renovable, lo que equivale a los ingresos anuales combinados de todos los establecimientos en su conjunto.
Para llegar a los objetivos marcados para 2050, el sector hotelero tiene que reducir en su conjunto las emisiones en 17 toneladas de CO2 equivalentes al año, lo que supone entre un 6 y un 7% anual de los niveles actuales, para alcanzar el objetivo de 2050. Los niveles actuales de adopción de las tecnologías y prácticas más eficientes disponibles varían generalmente entre el 30 y el 70% en todas las adaptaciones, lo que muestra una oportunidad significativa de mejora.
Por el lado del sector aéreo, actualmente la aviación global representa alrededor del 2,5% de las emisiones de CO2, en general, aunque su efecto sobre el calentamiento global puede llegar al 3,5% si se tienen en cuenta otros gases contaminantes, según el Foro Económico Mundial. El informe destaca que, no obstante, estos niveles pueden aumentar aceleradamente debido a que el mercado de la aviación está en camino de expandirse en un 7,6% en los próximos cinco años.
Crecimiento acelerado
En ello coincide un estudio del Parlamento Europeo al señalar que, aunque la aviación internacional representa menos del 3,5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la Unión Europea, es una de las fuentes de emisiones que contribuyen al cambio climático que más rápido han crecido. El número de pasajeros aéreos en la UE se ha triplicado desde 1993.
En concreto, las emisiones de la aviación internacional han crecido casi un 130% en las últimas dos décadas. Este fue el crecimiento más rápido en todo el sector del transporte, único en el que las emisiones han aumentado desde 1990.
De ahí que la industria aérea viene buscando desde hace unos años vías para la descarbonización de sus operaciones, la más difícil de todo el sector turístico, ya que, fundamentalmente, requiere reemplazar el uso de combustibles fósiles, para lo que aún no se ha encontrado una tecnología alternativa de potencia similar, capaz de elevar y propulsar el vuelo de una máquina de entre 330.000 y 575.000 kilogramos, cargada y con pasajeros, en el caso de los de fuselaje ancho.
Según cálculos de organismos internacionales, la inquietud surge porque, de continuar la situación y sin tomar las acciones debidas, se prevé que las emisiones de los aviones en 2050 sean de siete a 10 veces mayores que los niveles de 1990, a pesar de flotas más modernas y verdes. Esto se debe principalmente al crecimiento récord del tráfico aéreo, impulsado por el aumento del número de pasajeros y el volumen comercial hasta el parón de la pandemia de coronavirus.
Las crecientes preocupaciones medioambientales tras la pandemia podrían hacer que más personas presten atención a la huella de carbono de su modo de transporte. Previamente, incluso a pesar de los movimientos antivuelos surgidos especialmente en Europa, solo poco más de una de cada 10 personas decían que lo hacían utilizando la herramienta que ponen a su disposición varias aerolíneas y menos estaban dispuestas a pagar para compensar esas emisiones, según una encuesta del Eurobarómetro.
Conciencia renovada
Pero, en estos momentos, la mentalidad está cambiando y los habitantes del planeta se están concienciando y preocupando por lo que se le está haciendo al medioambiente, el calentamiento global y las consecuencias del cambio climático, quizás porque ya las están viviendo.
Y está verificado. Después de la pandemia, los consumidores tienen más en cuenta el respeto al medioambiente a la hora de elegir su experiencia de viaje, los servicios que quieren contratar y las operadoras que se los proporcionarán, bien se trate de aerolíneas u hoteles, o cualquier otra empresa o elemento de la cadena de valor, incluyendo a los destinos.
Para las nuevas generaciones es un valor que tienen, prácticamente, como una necesidad en sus compras, y es una tendencia que crecerá porque se está extendiendo a toda la población, según los analistas.
Triple beneficio
De hecho, la sostenibilidad se ha convertido en uno de los grandes valores de las marcas. Seis de cada 10 turistas se inclinan por las empresas comprometidas con el medioambiente e, incluso, el 30% estaría dispuesto a pagar más para alojarse en un hotel con esta conciencia, según un estudio del comparador de seguros Acierto.com.
La firma ha destacado la importancia de reducir el consumo energético por su triple beneficio: el cuidado del entorno natural, el ahorro en gastos de la empresa y la mejora de su imagen pública, por ser un atributo diferenciador que le aporta competitividad.
Sin duda, la pandemia de coronavirus ha impulsado un cambio de paradigma en la gestión empresarial acercándola a criterios gerenciales en los que prevalecen más que nunca las buenas prácticas, las inversiones responsables y el control de riesgos; el compromiso social con las comunidades circundantes y sus trabajadores, así como el control de su huella en el medio ambiente.
Compromiso ASG
Parte de estos criterios no son nuevos, hay empresas que ya, desde hace años, vienen asumiendo su responsabilidad social corporativa y el respeto al medioambiente con verdadera vocación proteccionista.
Más recientemente se ha establecido la regulación en materia de sostenibilidad, tanto europea como nacional, incorporando formalmente la rendición de cuentas de las empresas en criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza), a la vez que se están impulsando las finanzas sostenibles, un proceso que se ha visto acelerado tras la crisis generada por la pandemia de COVID-19.
Mejoras progresivas
Álvaro Carrillo, director general del Instituto Tecnológico Hotelero (ITH), apunta que el sector hotelero español sí ha hecho los deberes en cuanto a remodelaciones integrales en las que se ha incluido el aspecto de la eficiencia energética, empezando a trabajar la sostenibilidad por la parte más tangible, con mejoras de la eficiencia de las instalaciones porque se han dado cuenta que son inversiones de rápida recuperación y muy rentables.
Carrillo agrega que el sector ha percibido que el cliente también estaba pidiendo sostenibilidad y reducción de las emisiones de CO2, porque lo ve como un valor añadido que le permite disfrutar de su experiencia sin dañar el medio ambiente. Y no solo para satisfacer al cliente final, también a los turoperadores y a las OTA que piden este tipo de acciones “porque les permite comercializar las estancias de una manera más fácil y a mejor precio”.
Agrega que “el hotelero es ahora consciente de que estas inversiones mejoran la cuenta de resultados, al reducir sus costes, mientras su producto y marca adquieren los valores asociados a la sostenibilidad, diferenciándose del resto”.
Carrillo apunta que un hotel puede comenzar haciendo inversiones pequeñas pero rentables per se y pasar luego a un plan de sostenibilidad más ambicioso. Destaca que igualmente “son fundamentales el conocimiento y la información, tanto por parte de los empleados del hotel como por parte de los clientes, para concienciarlos sobre un gasto y consumo eficientes”.
Según las estimaciones generales del ITH, el 20% de los hoteles españoles con remodelación son los más sostenibles y un hotel medio en España cuya última reforma no llega a 10 años, según estudios realizados por el organismo, el potencial de ahorro en eficiencia energética con tecnología nueva es de un 20% de consumo, tanto en agua, electricidad, gas y en combustible. Puntualiza que “la sostenibilidad es una carrera y que el 20% del sector más sostenible es el faro al que seguirán el 60% que está en medio, a distintos niveles, y el otro 20% menos sostenible”.
Un nuevo turista
Un informe muy reciente de tendencias globales sobre el viajero 2022, de la cadena estadounidense Hilton, dice entre sus conclusiones fundamentales que “en dos años, la vida de las personas se alteró drásticamente y eso las cambió radicalmente. El sector se encuentra hoy con un viajero mucho más consciente del impacto ambiental y que exige sostenibilidad en su experiencia de viaje”. Y tan es así que hasta el gigante Google ha empezado a identificar en su web de viajes los hoteles sostenibles con un icono de una hoja, icono con el que informa de los establecimientos ‘eco-certificados’.
La medida pretende ofrecer a los viajeros más transparencia contra el llamado greenwashing o ‘lavado de imagen ecológica’ y también responde al aumento del volumen de búsqueda en torno a las palabras de moda: las del término “hotel ecológico” se han cuadruplicado.
Descarbonización difícil
“La sostenibilidad era el gran reto que teníamos antes de la pandemia y lo sigue siendo. La industria se ha comprometido a conseguir llegar con emisiones cero a 2050, pero también es cierto que es una de las industrias de más difícil descarbonización porque precisamente todavía no existe una tecnología alternativa a la propulsión por keroseno que permita ese proceso a corto plazo”, ha afirmado Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA) y director de EasyJet para el sur de Europa.
Agrega que, no obstante, en la hoja de ruta de la industria aérea hacia ese objetivo hay todo tipo de medidas, de corto, medio y largo plazo. En tal sentido, la adopción del biojet o combustibles sostenibles en la aviación comercial es una de las medidas más eficaces y la mejor opción a corto plazo para reducir las emisiones de gases contaminantes. Al menos son una realidad, dado que hasta dentro de 10 o 15 años no habrá una alternativa tecnológica a los actuales sistemas de propulsión, según admite.
Explica que los combustibles sostenibles de la aviación (SAF, por sus siglas en inglés) pueden ser mezclados con el keroseno convencional hasta en un 50% y sin que se modifiquen todos los sistemas de suministro en los aeropuertos, y permiten una reducción de las emisiones de gases contaminantes de hasta un 80%.
El inconveniente es que la producción es muy baja, debido a que en la actualidad representan menos del 1% del consumo mundial de combustible, por lo que su coste es también mucho más elevado, entre un 40 y 80% más que el de origen fósil. El fabricante aeronáutico europeo Airbus está certificando, por su parte, algunos aviones que podrían llegar a utilizar un 100% de SAF en su mezcla, logrando reducir las emisiones entre el 80 y el 100%.
Gándara destaca que sería una herramienta a corto plazo “para dar tiempo a que se desarrollen esas tecnologías de energía alternativa como la electricidad o el hidrógeno que, en el mejor de los casos, no pueden ser una realidad hasta al menos dentro de unos 15 años e, incluso cuando lo sean, quizás, a escala comercial, sirvan solo para vuelos de corta y media distancia y no de larga, por lo que, en definitiva, el camino de la aviación hacia la descarbonización pasa por muchas y distintas herramientas y es en las que está trabajando la industria
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