22 años surcando el cielo: la experiencia de Marta Checa, piloto de Iberia
Marta Checa, comandante de corto y medio radio de Iberia, explica que su profesión es muy vocacional y disfruta de cada una de las fases que implica operar un vuelo
Publicada 17/04/22- "Operar en situaciones como Filomena son un reto porque se salen de lo habitual, pero tenemos entrenamiento y formación para salir airosos"
- "En la pandemia pusimos nuestro granito de arena para intentar normalizar y hacer que la operación fuera segura y cómoda para todo el mundo"
- "La sostenibilidad está en el alma de cada uno de los procesos que hacemos, buscamos la eficiencia en todo momento"
Marta Checa, comandante de corto y medio radio de Iberia, lleva más de 22 años en la compañía. Se incorporó el 10 de mayo de 1999, una fecha que nunca olvidará porque supuso para ella formar parte de la empresa donde más deseaba trabajar. A pesar del tiempo transcurrido, sigue manteniendo la misma vocación y la misma ilusión por una profesión que descubrió cuando tenía 16 años y que ha podido compaginar con otra de sus grandes satisfacciones, la creación de una familia -su marido es también piloto y tienen dos hijos, de 12 y 15 años-. "Siempre me han gustado las máquinas, pero siempre digo que, cuando volé por primera vez en una avioneta, no aterricé nunca, me quedé allí arriba. Me enganchó esta profesión". En esta entrevista nos cuenta cómo ha evolucionado su trabajo desde el inicio de su carrera y cómo ha vivido estos dos años de pandemia de la COVID-19 y la irrupción de fenómenos meteorológicos como Filomena o la calima.
Lleva más de 22 años trabajando como piloto en Iberia. ¿Cómo ha evolucionado el trabajo en este tiempo? ¿En qué medida la tecnología ha impulsado un cambio?
Solo las máquinas ya suponen un cambio radical. Cuando entré en Iberia volaba un 727, que es una máquina maravillosa, pero era analógica, con relojes, agujas... Se necesitaban tres tripulantes en cabina para llevar a cabo la operación, el comandante, el copiloto, que era yo, y un mecánico de vuelo. Ahora vuelo un A320neo y todo el trabajo del mecánico lo hace la máquina, es la que gestiona, vigila y parametriza todo lo que está ocurriendo en el avión. En las cabinas hay pantallas de cristal, hay mucha ayuda, mucha gestión automática. Otra de las cosas que ha cambiado es el acceso a cabina, desde el 11-S es más rígido.
Tenéis incluso una aplicación para gestionar vuestra programación de vuelos…
Contamos con una aplicación donde podemos volcar las preferencias de vuelo, si quiero volar de mañana, de tarde, con determinados compañeros... y se suelen cumplir, ya que el programa nos deja ajustarlas. En mi caso, que vivo en Madrid, prefiero idas y vueltas, no tener ni que sacar la maleta de casa y tener un contacto en casa más diario, pero hay gente a la que le gustan las líneas largas de tres y cuatro días porque a lo mejor viven en otras ciudades, prefieren hacer sus tres o cuatro días de vuelo y vuelven a su ciudad otros tres o cuatro días. Como hay gente para todo, hay líneas para todo. En la aplicación podemos ver incluso la fotografía de las personas del equipo con las que vas a volar.
Hace 20 años había muy pocas mujeres al mando de un avión…
Éramos pocas en todas las compañías aéreas. Cuando nos estábamos formando, éramos una o dos en toda la escuela, ahora es raro que no haya alguna chica en cada promoción. Antes era impensable que una mujer saliera en la foto de la publicidad de una escuela, ahora sí salen y esto anima a muchas a formarse como piloto. En mi época, muchas de las que se enrolaban en esto era porque eran hijas de piloto, sobrinas de piloto… Era muy raro la chica que no tenía un contacto con la aviación que dijera voy a ser piloto. En mi casa no había ningún piloto, pero tengo un hermano dos años mayor que yo, que quiso ser piloto y vi la profesión por él. Si no hubiera tenido ese punto de apoyo, no se me hubiera ocurrido verme como piloto comercial. Eso ahora ya no pasa0
Además de la transformación tecnológica, ¿en qué medida el objetivo de la sostenibilidad y la eficiencia energética incide en su trabajo? ¿Tienen que operar el avión de un modo determinado para reducir el consumo de combustible, por ejemplo?
La sostenibilidad está en el alma de cada uno de los procesos que hacemos, que es algo que, como trabajador de Iberia, también te enorgullece. Contamos hasta con unas guías específicas para ello. Además de que las máquinas cada vez son más eficientes, todos los procesos que llevamos a cabo buscan la eficiencia. Por ejemplo, si un avión cumple con una serie de requisitos, puedo volar con un solo motor, y en lugar de arrancar los dos motores, utilizo solo uno y tres minutos antes de despegar, arrancaré el otro. Por otro lado, teniendo en cuenta que el consumo es menor en altitud de crucero y aumenta en niveles más bajos, para el descenso, intentamos coordinarnos con los centros de control para optimizar el punto de descenso. Cuando aviso a control de que estoy lista para descender, intentamos que la bajada sea continua hasta el aeropuerto, sin hacerme escalones. Si es recto, hay menos consumo porque puedo ir con los motores en ralentí. Si vas haciendo parones, tengo que ir metiendo motores en niveles más bajos y consumen más.
¿Cómo ha sido su trabajo estos dos últimos años, con la pandemia de la COVID-19?
Hemos pasado por todas distintas fases, pero una cosa buena es que siempre hemos estado activos, aunque fuese muy poco en la etapa más dura. En los primeros meses teníamos un día o dos de vuelo al mes y los repartíamos entre todos. Iberia repartió la programación para que todo el mundo estuviéramos en contacto. No se sabía cuánto iba a durar esta situación e Iberia quería mantenernos a todos en vuelo para que, cuando pudiésemos recuperar la actividad normal, pudiéramos hacerlo todos a la vez
Esta profesión está muy reglada y si no vuelas durante un tiempo determinado, tienes que recurrir a formación, pasar por un simulador, hacer unas tomas y despegues antes de volver y estar 100% operativo. Entonces Iberia optó por mantenernos a todos operativos y creo que acertó porque nos hemos adaptado a la actividad del vuelo sin ningún problema
Pero, el ERTE (Expediente de Regulación Temporal de empleo) también afectó a los pilotos…
Fue voluntario.
¿Tuvo miedo en los momentos más duros de la crisis sanitaria?
Más que miedo era desconocimiento. La situación imponía mucho respeto. Entrar en un aeropuerto y verlo vacío impactaba mucho. El ambiente era muy serio. En aquel momento la gente que viajaba lo hacía porque volvía a casa o por necesidades del trabajo, pero nadie se iba de vacaciones. El aeropuerto no tenía la alegría que aprecias, por ejemplo, cuando ves a los estudiantes que van de viaje, despedidas de solteros… todo eso desapareció. Cada uno pusimos nuestro granito de arena para intentar normalizar y hacer que la operación fuera lo más segura y cómoda para todo el mundo. Primero para mi tripulación, porque eres el responsable de que todos estén a salvo, y luego trasladar eso hasta el último pasajero que viene con nosotros en el avión.
¿Algún recuerdo en particular?
Como vamos renovando flota, entran aviones más eficientes y vamos quitando los modelos más antiguos. En la misma pandemia, en un periodo de tres meses, me tocó entregar un avión antiguo y operar uno nuevo. Llevé uno de los más antiguos a Irlanda, fue una operación muy bonita, en un aeropuerto muy pequeño que abrió solo para la entrega del avión. Me tocó ese punto de tristeza de entregar un avión que había dado muchas satisfacciones a Iberia y que ya no iba a volar más, pero a los dos meses me tocó volar el “Gracias, Héroes”, un nuevo avión 320 neo que llegó a Iberia y que se le puso ese nombre en homenaje a todas las personas que estuvieron trabajando en plena pandemia, desde médicos a enfermeras, transportistas o el personal que atendía en el supermercado. El primer vuelo con pasaje de ese avión lo hice yo y fue un orgullo. Un contraste, en tres meses, deshacerte de lo viejo y estrenar lo nuevo.
¿Cuáles son los momentos más intensos o los que más se disfruta cuando se está al frente de un avión?
Esta profesión es muy vocacional y disfruto cada uno de ellos, desde la llegada a firmas, formar un equipo, crear un ambiente de trabajo, es frecuente que haya gente con la que no he volado nunca, hasta el embarque y, por supuesto, la operación. Para mí, el mayor disfrute es operar mi máquina y hacerlo de una manera eficiente. Cuantos más retos hay, más satisfacción personal. Hay ciertos aeropuertos que pueden tener mayor dificultad y cuando esto ocurre, tenemos un entrenamiento específico. Que la compañía confíe en ti para que operes en ese aeropuerto y te forme para operar allí es otra satisfacción.
¿Cuántos países ha conocido?
No lo sé exactamente. Los destinos de Iberia prácticamente todos, ahora voy a ir a Berlín, que nunca he estado allí, pero se podría decir que conocemos las ciudades a cachitos. A veces estás en una ciudad, seis, siete horas, a veces un día. En México, por ejemplo, a lo mejor he tenido 25 días, pero a cachitos, unas veces 11 horas, otras 12… En líneas de largo radio alguna vez he estado tres días en Los Ángeles, dos días en Miami; en San Juan de Puerto Rico, tres días…
¿Ha transportado a personajes conocidos?
He tenido un poco de todo. Por ejemplo, a la reina emérita, doña Sofía, la he llevado dos o tres veces, y siempre ha querido saludarnos, tener un contacto con nosotros. También a deportistas, como Ferrero o Fernando Alonso, del que mi hijo es un gran forofo. Es una de las pocas personas para las que me he levantado de mi sitio para ir a saludarle y me he atrevido a molestarle, y le pedí que me grabara unas palabras en un vídeo.
¿Recuerda alguna mala experiencia, quizá por un temporal…?
Es muy habitual para nosotros tener tormentas, nieve… Ese tipo de operaciones son un reto porque se salen de lo habitual, pero tenemos el entrenamiento, la formación y el apoyo de la empresa para poder salir de forma airosa, pero es cierto que, por ejemplo, cuando cae una tormenta de nieve, como sucedió en Madrid con Filomena, esa operación se complica y es un reto. Intentas sacar lo mejor de ti y de tu equipo porque hay veces que una operación que iba a ser de cuatro horas se convierten en ocho o 10 horas.
Me tocó una ciclogénesis en un vuelo a Hamburgo, con unos vientos huracanados y con todos los aeropuertos de Alemania prácticamente al límite. Un vuelo de dos horas y media acabó siendo un vuelo de ocho y con el pasaje contigo en el avión
Tienes que gestionar el equipo, intentar que el pasaje esté lo más cómodo posible, haciéndole partícipes de la situación.
En fecha reciente le ha tocado también la calima…
Pudimos ver toda España naranja con la calima. Fue una situación muy extraña porque nosotros siempre tenemos sol. Cuando despegamos y pasamos por las nubes, por encima de éstas siempre está el sol, por mucha niebla que haya o por muy nublado que esté. El día de la tormenta de arena, hicimos cuatro vuelos nacionales, no cogimos mucha altura porque eran vuelos cortos y ese día sí que no vimos el sol, cosa que no me había pasado nunca en 22 años.
Somos la oficina con las mejores vistas. Tenemos amaneceres, atardeceres, el océano, los desiertos, las cataratas de Iguazú, los Alpes, los Andes…
Cuando está un tiempo sin volar, ¿se echa de menos?
Sí, en la pandemia, por ejemplo, lo echábamos de menos. Antes me pedía las vacaciones por meses enteros, pero prefiero dividirlas, irme a volar es reparador. Ponerte el uniforme, salir y volver a casa es como un resert en todos los aspectos.
Cuando va de pasajero en un vuelo, ¿cómo se siente?
Me encanta, y si me dejan ir en cabina, mejor. Siempre intento coger las cosas buenas de cada vuelo, si veo algo distinto, a veces pienso, qué detalle han tenido con el pasaje en un momento determinado, qué atentos han estado al embarque…
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