Cinco años del atentado en Barcelona ¿Qué impacto tuvo en el turismo?
La masacre tuvo una repercusión global inmediata, pero contra todo pronóstico, el atentado apenas impactó en la llegada de turistas, según revelaron las cifras del INE
Publicada 18/08/22- En París y Bruselas, los atentados de 2015 y 2016 sí afectaron de manera muy grave al turismo
- Un mes después del atentado en las Ramblas, las pernoctaciones hoteleras en Barcelona cayeron un 3%
- Cuando descartamos un sitio para ir de viaje, un mecanismo clave que impulsa esta decisión es el miedo
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Lo que sucedió en Barcelona fue todo lo contrario de lo que había ocurrido años anteriores en otras ciudades europeas golpeadas por el terrorismo.
En París, en noviembre de 2015, un ataque de Estado Islámico en la capital francesa había dejado un escalofriante balance de 137 muertos y 400 heridos.
En los siguientes meses, las pernoctaciones de viajeros extranjeros en la capital francesa cayeron un 20%. Un año después, el sector turístico no se había recuperado del todo y París había perdido a más de un millón de visitantes, con pérdidas económicas valoradas en 750 millones de euros.
No fue hasta el 2017 cuando la ciudad de la luz volvió a batir un nuevo récord de llegada de turistas (33 millones de turistas, un 9,5% más), dando por superada la crisis de los atentados.
Bruselas había sufrido también una situación similar: los atentados de marzo de 2016 provocaron cancelaciones masivas y un hundimiento del sector turístico de la capital belga durante meses.
Sorprendentemente, y a diferencia de los atentados de París o Bruselas, los efectos de los ataques terroristas en las Ramblas de Barcelona causaron un mínimo impacto sobre el sector turístico en la capital catalana, según el análisis realizado por diferentes empresas y organismos.
De hecho, en septiembre de 2017, apenas un mes después de los atentados, las pernoctaciones hoteleras en Barcelona sólo registraron una caída del 3% respecto al mismo mes del año anterior, según la encuesta oficial del INE.
Recuperación total del destino en poco tiempo
Un informe de Bric Consulting-3 Capital Real Estate, emitido con fecha 27 de agosto de ese año, apuntaba: "Todos los directivos y propietarios hoteleros de Barcelona consultados declaran haber registrado cancelaciones de reservas en sus establecimientos, si bien estas no fueron especialmente significativas, entre el 2% y el 3% en el peor de los casos (...) Existe consenso en pensar en una recuperación total del destino teniendo en cuenta que el volumen total de reservas una semana después del atentado se mantuvo considerablemente elevado".
Tal como podemos ver en la infografía interactiva, el ejercicio 2017 se cerró con un total de 19,68 millones de pernoctaciones hoteleras (+0,46%) mientras que en el siguiente año esta cifra se superó, llegando a 20,20 millones de estancias.
¿Por qué el atentado terrorista de Barcelona de agosto de 2017 causó un impacto tan escaso en la industria turística local?
En el libro "Turisme i turistes. De l'hospitalitat a l'hostilitat" (Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 2019), apunté lo siguiente:
"Resulta difícil encontrar las causas exactas que expliquen por qué la reacción de los turistas hacia Barcelona después de los atentados del 17 de agosto fue tan diferente respecto a la situación vivida en París o respecto a Bruselas. Podríamos especular que la diferencia en el número de víctimas mortales (137 en París; 32 en Bruselas; 16 en Barcelona) podría haber sido un motivo por el que la demanda para viajar a la capital catalana apenas bajó durante el mes posterior al atentado de las Ramblas".
"O quizás podríamos especular con la escalofriante idea de que los turistas nos estamos acostumbrando al terrorismo global y con la posibilidad -remota, pero real- de ser víctimas de un atentado mientras estamos de viaje. Como si ese riesgo formara parte de una macabra lotería turística".
El miedo no viaja
Lo cierto es que, cuando descartamos un sitio para ir de viaje (dejando a un lado los aspectos de precio y fácil acceso) uno de los mecanismos clave que impulsa esta decisión es el miedo.
Por ejemplo, miedo a contraer una enfermedad; de sufrir un robo; miedo a verse en mitad de una algarada o revolución en la calle; de ser víctima de un atentado terrorista...
Por tanto, no nos encontramos ante un miedo generalizado a viajar, más bien hablamos de miedo a viajar a determinados lugares y/o en determinados momentos.
En cualquier caso, la pandemia global del coronavirus que se desató en marzo de 2020 no solo provocó el miedo a viajar.
Debido a la COVID-19, también fue prácticamente imposible moverse entre países debido a las restricciones a los viajes internacionales que impusieron los gobiernos de todo el mundo. Restricciones que siguen estando vigentes aún en varios países, por ejemplo China.
En la infografía podemos ver el impacto de la pandemia en las pernoctaciones hoteleras de Barcelona, que en 2020 cayeron casi un 80%.
Cabe apuntar la Ciudad Condal comenzó a remontar en 2021 (con 8,19 millones de pernoctaciones hoteleras) y de momento en el primer semestre de 2022 ya se han registrado 8,86 millones de estancias.
¿Y qué pasará ahora con una recesión en ciernes?
El turismo, como otras actividades económicas, está sujeto a ciclos de crecimiento y contracción. Si la economía va bien, si la gente dispone de dinero y tiene confianza en el futuro, los viajes mostrarán tasas de crecimiento similares o incluso superiores al ritmo del crecimiento anual de la economía.
Pero cuando llega una crisis económica importante, la experiencia nos dice que los viajes serán la primera partida donde los consumidores harán recortes, simplemente porque las vacaciones no son un bien de consumo imprescindible para nuestras vidas como la comida, la ropa, la vivienda...
¿Qué ocurrirá después del verano teniendo en cuenta los vientos de recesión económica?
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Cuando se produce una crisis, muchas personas dejan de viajar. Otros que mantengan su trabajo seguirán haciendo vacaciones, pero quizá escojan lugares más cercanos y baratos (o irán a hoteles de tres estrellas en vez de cuatro), simplemente como precaución por si su economía personal empeora en el futuro, por miedo a que le congelen el sueldo, etc.
Por otra parte, es posible que algunos países se encuentren en mitad de una recesión económica, mientras otros disfruten de un período de crecimiento (lo que favorecerá la demanda de viajes).
Un dato es bastante esclarecedor: en 2009, en plena recesión global, el número de llegadas internacionales en todo el mundo tan sólo registró una caída del 3,98%, según la Organización Mundial del Turismo. Esto representó 37 millones de viajes menos respecto al año anterior. Sin embargo, 892 millones de personas siguieron viajando a otros países. Y recordemos que estas cifras no incluyen el turismo doméstico.
Además, a partir de 2010 las llegadas de turistas internacionales en todo el mundo comenzaron a registrar de nuevo tasas de crecimiento, hasta que llegó la pandemia en 2020, tal como podemos ver en la siguiente infografía interactiva.
No obstante, hay un detalle importante a tener en cuenta sobre lo que ocurrió en los años que siguieron a la recesión de 2009. Hubo entonces dos países clave cuya economía seguía creciendo y que impulsaron el turismo internacional.
Sin embargo, en 2022 esos dos mercados emisores están cerrados. Nos referimos a China (por las restricciones aún vigentes de la pandemia) y Rusia (debido a las sanciones impuestas por la guerra en Ucrania).
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