Viajar acabará teniendo tantos impuestos como el tabaco
A los ojos de la sociedad, el turismo ha entrado de lleno en la categoría de "consumo perjudicial para la salud del planeta"
Publicada 25/03/23Viajar acabará teniendo tantos impuestos como el tabaco. Algunos pensarán que exagero. Pero hay una explicación lógica tras mi razonamiento. Y es que, a los ojos de la sociedad, el turismo ha entrado de lleno en la categoría de "consumo perjudicial para la salud del planeta". Somos la oveja negra de la economía. Luego hay que gravarlo con tasas y tributos de todo tipo.
Hagamos un repaso rápido de la situación:
- Viajar en avión a las Canarias será más caro en un futuro inmediato por una combinación de nuevos impuestos y tasas verdes que aplicará la Unión Europea al transporte aéreo, lo cual restará competitividad a las islas frente a otros destinos.
- En España, tenemos ya impuestos de pernoctaciones en Cataluña y Baleares. En la Comunidad Valenciana entrará en vigor otra tasa turística en diciembre de este año. El debate sobre implantar estos tributos es recurrente en Andalucía, Galicia y País Vasco.
- La Unión Europea plantea, a partir de noviembre de 2023, una nueva tasa turística de siete euros para los visitantes extracomunitarios que accedan al espacio Schengen.
Por ejemplo, de aquí a unos pocos años, un turista que viaje desde Estados Unidos a Barcelona para realizar un crucero por el Mediterráneo tendrá que pagar directa o indirectamente la tasa correspondiente a las emisiones de C02 del avión; una tasa del queroseno; otra tasa de entrada al espacio Schengen; el impuesto turístico por alojarse un par de noches en un hotel de Barcelona antes y/o después de zarpar, con un recargo específico que aplica el Ayuntamiento de esta ciudad; un par de impuestos extras más que se aplicarán a los cruceros; y luego más tasas por cada escala que haga durante su travesía.
El argumento que suele escucharse para quitar hierro al asunto es "Por uno, dos o tres euros, los turistas no dejarán de venir a nuestro destino, que es maravilloso, único e incomparable". Otro argumento a favor de los impuestos al turismo es que "ayudan a crear destinos más sostenibles".
Frente a esos argumentos, podríamos responder:
- No estamos hablando de un par de euros. Habrá un efecto acumulativo y no me extrañaría si en pocos años llegamos a los 100-200 euros por persona en determinados viajes.
- Esa acumulación de impuestos al turismo probablemente hará que ciertos segmentos de viajeros (de menos poder adquisitivo, familias, grupos, etc.) descarten determinados destinos.
- Podríamos hablar largo y tendido sobre el uso que se está dando actualmente al dinero recaudado por los impuestos turísticos en multitud de destinos. Desde luego, no todo va a proyectos "eco".
¿Qué estamos haciendo mal como industria?
Está claro que el sector turístico ha perdido la batalla de la opinión pública. En buena parte, la falta de unidad es la responsable de esta situación y están pagando justos por pecadores.
Por ejemplo, cuando se dice que el turismo es la causa de la gentrificación en ciudades como Madrid, Barcelona, Ámsterdam, etc., aquí intervienen otros factores que a menudo se olvidan. Este tipo de metrópolis, además de turistas que realizan cortas estancias, también atraen residentes temporales de larga estancia como pueden ser estudiantes universitarios nacionales e internacionales, profesores venidos de fuera, trabajadores cualificados nacionales o extranjeros, directivos de empresas y sus familias, científicos, académicos, diplomáticos, artistas… Si vamos sumando esta “larga cola”, el resultado es una demanda extraordinaria de foráneos que también contribuye al encarecimiento de bienes y servicios, de la vivienda, etc.
Pero de estos nunca hablamos y lo cierto es que también contribuyen a la gentrificación. Solo nos fijamos en los turistas, los culpables de todos los males, que son el chivo expiatorio.
También creo que la desregulación de las plataformas que operan en la zona gris de la falsamente llamada "economía colaborativa" explica en gran medida el aumento de la turismofobia.
Y otro apunte más: en España ciertas élites tanto de derecha como de izquierda asocian turismo a estigmas como “desarrollismo”, “ladrillo”, “sector de bajo valor añadido”, “urbanismo salvaje”, “precariedad laboral”, etc.
Esos estigmas siguen pesando en contra del modelo turístico español porque hay muchos problemas que persisten. Dicho esto, creo que hoy en día es un error confundir la parte por el todo. Hoy, la industria turística española cuenta con empresas que son referentes mundiales en gestión hotelera o en tecnologías de la información aplicadas al mundo de los viajes.
Pero muchos siguen denostando el turismo y lo asocian a “España, país de camareros” (gran profesión) olvidándose de muchas otras personas que trabajan en esta industria: cocineros, agentes de viajes, organizadores de congresos, conductores, pilotos de avión, controladores aéreos, ingenieros informáticos, arquitectos, interioristas, conserjes, directores de hotel, recepcionistas, guías turísticos…
En cualquier caso, esa mala imagen que tiene la industria turística frente a la sociedad, ese Talón de Aquiles que tenemos, va a ser aprovechado por otros grupos de presión, partidos políticos, etc., para justificar que el turismo se merece ser cosido a impuestos.
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