El círculo vicioso que frena el despegue del combustible sostenible
El SAF (combustible sostenible de aviación) reduce las emisiones en un 80%, pero su coste de producción es entre dos y ocho veces mayor que el del combustible convencional
Publicada 11/04/23- “El problema fundamental para el uso del SAF es que tiene unos procesos de producción muy caros", afirma Sergio Núñez, directivo de Shell
- Impulsar el uso de este carburante exige la colaboración de toda la industria: aerolíneas, productores y clientes corporativos, entre otros
- Otras tecnologías como las que utilizan hidrógeno o la electrificación de los aviones no estarán disponibles antes de 2030
La aviación ya cuenta con un combustible capaz de reducir sus emisiones en un 80%, con la ventaja añadida de que se puede utilizar sin cambios en los aviones y en las infraestructuras actuales. Se trata del SAF (combustible sostenible de aviación). Sin embargo, su uso es muy escaso. ¿Cuál es la razón? Un círculo vicioso difícil de resolver por el momento: la producción es escasa porque la demanda también lo es debido a su alto precio. Reducir la tarifa requiere un aumento de la producción, pero los fabricantes necesitan más pedidos para afrontar el esfuerzo inversor que exige elaborar más.
“El problema fundamental para el uso del SAF es que tiene unos procesos de producción muy caros. Su coste es aproximadamente entre dos y ocho veces mayor que el del combustible convencional”, explicaba Sergio Núñez, director de Marketing y Descarbonización del área de Aviación de la petrolera Shell, en un reciente evento organizado por American Express Global Business Travel (Amex GBT) (más datos en Los viajes de negocios, ante el reto de acelerar el compromiso sostenible).
“El problema es que mientras no haya más demanda, no vamos a poder producir más SAF. Sus productores no van a invertir miles de millones si no saben si van a vender el producto, pero tampoco vamos a tener demanda si los costes siguen siendo tan elevados. Por tanto, tenemos un círculo de costes elevados, no hay demanda y a la vez no podemos producir más”, añadía
El directivo se mostró convencido de que la industria de la aviación puede lograr el objetivo de alcanzar las cero emisiones netas para 2050. De hecho, ya están en marcha varias iniciativas para lograrlo, pero algunas necesitarán todavía varios años para que sean una realidad. Tecnologías como el hidrógeno o la electrificación de aeronaves estarán disponibles para la década 2030-2040.
Por tanto, hoy por hoy la solución es el SAF, que “supone el único a medio y corto plazo con el que podemos descarbonizar esta industria”, añadió.
Recordó que este combustible presenta importantes ventajas, como la reducción en el ciclo de emisiones hasta en un 80% y la posibilidad de utilizarlo de forma inmediata, ya que se puede usar en las infraestructuras existentes y en los aviones sin necesidad de tener que llevar a cabo ningún tipo de cambio o adaptación. “Se convierte así en una solución muy atractiva”, agregó.
Destacó, además, que "los tiempos de amortización de aeronaves es un aspecto muy importante e influye en la velocidad de adopción de nuevas tecnologías en la industria. Cuando una aerolínea compra aeronaves, necesita unos 30 años para amortizarlas y eso influye en el apetito de cambiar a soluciones que requieran un nuevo tipo de infraestructura. Por eso, una vez más, el SAF nos da esa oportunidad".
¿Qué hacer para romper este círculo?
Sergio Núñez detalló que “la escala de este problema es tan grande, que no es algo que pueda hacer un productor aislado, necesita la colaboración de toda la industria, incluyendo aerolíneas, productores, clientes corporativos… pero también gobiernos”.
En este sentido, recordó que Estados Unidos está liderando la iniciativa, ya que cuenta con un ambicioso sistema de incentivos, que reduce de manera importante los costes, tanto para los productores como para las aerolíneas. Circunstancia que establece una gran diferencia en el importe a la hora de comprar el combustible en Estados Unidos frente a Europa o en Asia.
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Por tanto “es importante la colaboración y el objetivo común para intentar reducir los costes, incrementar la demanda y producir más SAF”, insistió el director de Marketing y Descarbonización del área de Aviación de la petrolera Shell.
Acuerdo para implicar a la iniciativa privada
En este contexto, Amex GBT y Shell iniciaron el pasado año un proyecto conjunto, “con el fin principal de juntar nuestras fuerzas en dos sectores que se complementan muy bien y que son muy necesarios para que los combustibles sean más accesibles”, explicó Núñez.
Une los puntos fuertes de cada parte: el conocimiento de la industria de los viajes corporativos por parte de Amex, y la capacidad de Shell como productor y distribuidor de combustible de aviación. “Creo que es una combinación muy capaz de cambiar este entorno”, señaló.
Este acuerdo busca que el sector privado contribuya a la descarbonización del sector aéreo uniéndose a una iniciativa a través de Avelia, una plataforma digital que permite a aerolíneas y a clientes corporativos reclamar los atributos medioamentales que están relacionados con el combustible de aviación.
Las empresas reducen las emisiones asociadas a los viajes de negocios, comprometiéndose a adquirir elementos medioambientales de SAF y obteniendo acceso a este combustible. Las aerolíneas podrán optar por oportunidades de coinversión y se beneficiarán del acceso al SAF a precios más asequibles porque el coste se comparte en toda la cadena de valor de la aviación.
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