Guía del incivismo que provoca conflictos en las playas cada verano
Causas: masificación y turismo de excesos, pero también comportamientos de residentes
Publicada 20/08/23‘Lucharemos en las playas’ es el título de un célebre discurso de Winston Churchill anticipando una eventual invasión de Gran Bretaña por parte del III Reich. Eso fue en junio de 1940 y por tanto ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero la conflictividad en las playas continúa, a una menor escala pero mucho más repartida geográficamente, con el incivismo como divisa.
Se trata de actitudes que se ciernen cada verano sobre un espacio que en realidad debería ser exclusivamente para el relajamiento y el placer. El lugar idóneo donde disfrutar de unos días de descanso o de unas semanas de vacaciones. El enclave donde deberían poder convivir en concordia residentes y visitantes, con la simplicidad que impone estar ligeros de ropa bajo el sol.
Pero los cambios en los usos y costumbres, una deficiencia de educación y empatía por el prójimo, o la creciente masificación de los destinos turísticos con sus playas como punta de lanza, logran que cada verano se sucedan actos que ponen en peligro el disfrute de momentos memorables que deberían inspirar antes postales y ahora imágenes con muchos 'likes' en Instagram, y videos en Tik Tok.
La responsabilidad de los comportamientos incívicos está repartida, a veces corresponde a los turistas nacionales e internacionales -el llamado turismo de excesos- y otras a los residentes, quienes también realizan malas prácticas. La última protesta ha tenido lugar en Mallorca en los últimos días, y hace referencia al sobreturismo en sus playas de Levante, donde proliferan las pequeñas calas. Ya está siendo imitada en Canarias. ¿Turismofobia o autodefensa?, se abre el debate.
La masificación ante todo
Si hay que hacer una lista rápida de los principales problemas que se dan en las distintas playas, esta comienza en primer lugar con la masificación, que afecta tanto a grandes arenales como a calas que se saturan rápidamente; y tambien sus aledaños, por la gran concentración de vehículos aparcados o transitando por lo que muchas veces son estrechos caminos. Un buen ejemplo de ello es el tristemente polémico Caló des Moro, situado en el Levante mallorquín:
La masificación conlleva incomodidad e insatisfacción, y propicia el afloramiento de comportamientos incívicos -que también pueden ser marginales- como la práctica del botellón, que caracteriza el turismo de borrachera, suciedad, altercados, ruidos y molestias a los vecinos. Incluso música en alto volumen debido al uso de potentes altavoces. Y también, la actividad de los chiringuitos, acampadas ilegales, profusión de caravanas -que pasan semanas e incluso meses en la playa- y hasta guardar espacio de forma indebida situando sombrillas y hamacas en las mejores zonas horas antes de usarlas.
Este último comportamiento, bautizado ad hoc como 'guerra de las sombrillas' por las trifulcas entre bañistas en que degenera, es más propio de los residentes, como evidencia el bando de Badalona, y sobre ello ha opinado hasta el economista Santiago Niño Becerra (al que por cierto Hosteltur entrevistó hace ahora un año):
Además, el incivismo también lleva a que las playas se ensucien más allá de lo que sería razonable pensar para un lugar que recibe ingentes cantidades de gente a diario durante el verano. Y, especialmente, con residuos evitables, como son las colillas de los cigarrillos o multitud de envases que bien podrían ser depositados por los usuarios en papeleras. Al final del día habría que limpiar igual, pero no tanto.
Hay una práctica que puede ser incívica o no, dependiendo de la ordenación que realice cada ayuntamiento, y es la de llevar perros a la playa. Evidentemente, pueden molestar al resto de usuarios, ensuciar, alborotar, ladrar y hasta impactar sobre la flora y la fauna autóctonas. Sin embargo, en España ya hay 115 playas que los admiten, en esos casos no es incivismo sino pet-friendly.
La industria cambia de actitud
La actitud de la propia industria turística ha evolucionado. Así, en 2019 la presidenta de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB), Carmen Planas, rechazaba las manifestaciones de poner límite al turismo de excesos o al de cruceros, defendiendo que “no debemos olvidar que el turismo es el motor de la economía de las Islas”. La cuestión es si, debido a esa circunstancia, vale todo. Y ahora ya es tema de debate.
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En 2023 ha bastado un artículo de la revista alemana Stern poniendo el dedo en la llaga, alegando que la saturación ha convertido calas “de ensueño” en “playas de pesadilla”, para que los hoteleros consideren que hace falta "darle una vuelta" al decreto de excesos aprobado por el anterior Govern de Francina Armengol. Todo el mundo recuerda que en 2022 Playa de Palma vivió uno de los peores veranos en turismo de borrachera.
No dormirse en la playa
Y este verano apunta maneras, con casos como el del turista holandés que también en Playa de Palma defecó en la cara de otro mientras estaba dormido, muy polémico en el país neerlandés. De hecho, quedarse dormido en la playa tiene todo tipo de riesgos, y si no que se lo pregunten al turista francés que se quedó 'frito' este mismo mes de agosto en una hamaca de Magaluf, circunstancia que aprovechó un compatriota para hacerle una felación no consentida. Pero estos comportamientos saltan de lo incívico a lo delictivo.
En esa línea, el Govern balear acaba de anunciar un plan de choque para combatir el turismo de excesos en Ibiza, que pondrá en marcha de forma inmediata en colaboración con el Consell Insular de la isla, con el objetivo de erradicar los comportamientos incívicos que "deterioran la convivencia entre turistas y residentes", ha desvelado el nuevo conseller de Turismo, Cultura y Deportes, Jaume Bauzà.
Capacidad de carga
Baleares no es el único destino que ha visto que debía realizar cambios, Lanzarote se quiere declarar "zona turísticamente saturada". "El diagnóstico es claro: Lanzarote ha desbordado por completo su capacidad de carga", proclamó la presidenta del Cabildo de la isla canaria, María Dolores Corujo, el pasado mes de mayo. La situación afecta a sus infraestructuras, y entre ellas a sus playas. Y, en cuanto al resto de Europa, ya se empiezan a confeccionar rankings de destinos saturados.
Para acabar, cabe precisar que el incivismo no solo se vive en la propia playa -es decir, en la arena y en la zona de baño- sino que también delante de ella, debido a la cantidad de embarcaciones de recreo que anclan, ensucian y a veces incluso celebran fiestas hasta altas horas de la madrugada, como han podido comprobar los residentes de diversos puntos de la costa. Al final harán falta carabelas portuguesas para poner orden...
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