El vicepresidente de la Fundación ONCE, Alberto Durán, considera que el acceso a la oferta turística para las personas con discapacidad no debe entenderse sólo desde el punto de vista de la solidaridad, sino que el sector debe darse cuenta de que "somos más de 3,5 millones de posibles clientes".
El vicepresidente de la Fundación ONCE, Alberto Durán, considera que el acceso a la oferta turística para las personas con discapacidad no debe entenderse sólo desde el punto de vista de la solidaridad, sino que el sector debe darse cuenta de que "somos más de 3,5 millones de posibles clientes".
En el mismo sentido se manifestó durante el acto este viernes de presentación del estudio "Hábitos y actitudes hacia el turismo de las personas con discapacidad física" el secretario de Predif, Miguel Ángel García-Oca, para quien, tanto el sector privado como el público, sigue viendo la expresión de "turismo para todos" como una entelequia y explicó que "turismo para todos" es una expresión que no se limita sólo al deseo de autonomía e integración de colectivos con discapacidades, sino pretende un objetivo más amplio: el de alcanzar la calidad en turismo para toda la población y la mejora de la comodidad para todos los usuarios. Según Durán, además de la concienciación del sector, hace falta una legislación que permita la supresión- que viene exigida por el principio de igualdad de derechos y oportunidades- de las barreras que limitan la práctica del turismo por parte de las personas con discapacidad. De acuerdo con el estudio, elaborado por Predif en colaboración con la Universidad Pontificia de Comillas, más de la mitad del colectivo de las personas con discapacidad no está satisfecha con las instalaciones y el servicio recibido durante sus viajes, además de que su gasto medio es de 82 euros por viajero frente a los 46 euros del resto de personas. El 81 por ciento de las personas con discapacidad física no recibe ningún tipo de subvención para realizar sus viajes y, sin embargo, el dinero no es el motivo principal que les impide viajar, sino el problema de accesibilidad, que aumenta en función del grado de reducción de la movilidad. Las personas con discapacidad suelen viajar en período vacacional, aunque lo hacen también en temporada baja, especialmente los que tienen más del 75 por ciento de minusvalía, y el medio de transporte preferido es coche adaptado y, en menor medida, avión o tren. En cuanto al alojamiento, utilizan hoteles de cuatro y cinco estrellas, porque son los que ofrecen cierta autonomía y confort al colectivo más afectado por barreras arquitectónicas, el de usuarios de sillas de rueda, aunque la oferta de hoteles accesibles alcanza apenas el 8 por ciento. La mayoría de las personas con discapacidad elige destinos de playa, viaja dentro de España e incluso dentro su propia comunidad autónoma, mientras que los que salen fuera del país, eligen ciudades europeas, sobre todo en Francia, o Latinoamérica.
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