Los cimientos del Palacio Potala, el principal edificio del Tíbet, residencia de los 14 Dalai Lama que ha habido hasta hoy en la Historia, corren peligro ante los miles de turistas que llegarán en el nuevo tren al Tíbet, según ha reconocido el principal responsable del edificio.
La apertura del nuevo tren al Tíbet, el más alto del mundo, plantea un desafío para el palacio, pues con el ferrocarril se espera que lleguen a Lhasa, capital del país, unas 4.000 personas al día, sumadas a las 2.000 que ya lo hacían a través del avión. Muchos de estos turistas visitan el Potala. Desde hace unos pocos años, el límite de visitas era de 1.500 diarias, pero con el nuevo tren, la administración del Palacio ha decidido aumentar el número a 2.300.
Para poder admitir tanta gente, la dirección del Palacio solicitará a los guías que den la mayor parte de las explicaciones fuera del Potala, para que así los visitantes estén menos tiempo dentro.
El principal problema reside en los pilares que sostienen el enorme edificio ocre y blanco, hechos en parte de madera, así como el hecho de que el suelo esté fabricado de materiales como adobe y piedra.
El Potala, que se comenzó a construir en el siglo VII pero adquirió su actual forma mil años después, fue la residencia de invierno de los Dalai Lama, líderes espirituales y políticos tibetanos, hasta 1959, cuando la decimocuarta reencarnación de esta figura huyó al exilio a la India, donde vive en la actualidad.
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