La peor crisis en los principales aeropuertos de Brasil llegó ayer a su séptimo día con retrasos en 600 vuelos, aunque el tiempo medio de espera de los pasajeros cayó de catorce horas a seis, según informaron fuentes oficiales. Esta situación se debe a la demanda de mejores condiciones de trabajo exigida por los controladores aéreos.
La tensa jornada, marcada por tumultos y hasta la destrucción de instalaciones de aerolíneas en algunas terminales por parte de viajeros indignados, terminó en calma debido en parte al refuerzo policial y a la convocatoria de urgencia por parte del Gobierno a nuevos controladores.
Se espera que los atrasos en las salidas se reduzcan hoy a dos horas, según la Empresa Brasileña de Infraestructura Aeroportuaria (Infraero), que administra 67 aeropuertos, 81 unidades de apoyo a la navegación aérea y 32 terminales de carga.
La crisis en el sector aéreo brasileño comenzó el viernes pasado, cuando los controladores de Brasilia emprendieron una "operación tortuga", al alegar problemas emocionales desde el accidente que costó la vida a los 154 ocupantes de un Boeing 737-800, el 29 de septiembre. Dieciocho operadores y supervisores que estaban de turno el día de la tragedia fueron separados temporalmente del cargo para dar curso a las investigaciones, lo que aumentó el déficit de personal en el Centro de Control de Tránsito Aéreo de la capital.
Los controladores aéreos explicaron que las demoras son consecuencia del aumento del intervalo de tiempo dado a cada aeronave, de dos a diez minutos, para cumplir así las normas internacionales de seguridad.
Las autoridades brasileñas también aceptaron reducir los turnos de trabajo de 16 a 14 horas diarias, y de 20 a 14 aviones el seguimiento simultáneo por cada controlador.
Entre las medidas oficiales previstas para minimizar los trastornos que ocurren desde el viernes pasado en los principales aeropuertos del país, están el cambio de rutas para descongestionar el espacio aéreo de Brasilia y la restricción de vuelos de aeronaves pequeñas durante las denominadas horas punta. Además de trasladar a Brasilia controladores de otros Estados, el Gobierno anunció la extensión del horario de aterrizajes y despegues de su aeropuerto más activo, el Congonhas, de Sao Paulo.
Las autoridades aéreas han anunciado también la apertura de un concurso para formar en principio a 64 nuevos controladores y después a 144 más, así como la convocatoria de operadores jubilados, quienes tendrán que hacer antes un curso de actualización. Brasil necesita entre 400 y 500 controladores nuevos, según cálculos del presidente de la Asociación de Controladores de Vuelo de Río de Janeiro, Jorge Nunes Oliveira. En la actualidad trabajan 2.531 controladores civiles de vuelo y los 10.469 militares, todos subordinados a la Fuerza Aérea Brasileña.
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