Los obstáculos logísticos y de visados que presenta el viajar a Occidente hace que los países asiáticos sean los destinos preferentes para el turista chino, o al menos así ha ocurrido en 2007, en opinión de los expertos consultados por efe en el país.
Según los últimos datos del Ministerio de Seguridad Pública de China, en 2007 sus nacionales protagonizaron 81,3 millones de entradas y salidas, lo que supone un incremento del 18% con respecto al año anterior. La cifra es, en parte, ficticia, ya que la mayoría de ellos visitaron Hong Kong y Macao, regiones administrativas especiales de China consideradas por el Gobierno extranjeras a la hora de viajar. A estos destinos les siguen Japón, Corea del Sur, Vietnam, Rusia y Tailandia, según la aduana china, mientras que los principales receptores de turistas del planeta, Francia, España y Estados Unidos, por ese orden, se quedan detrás.
Al ritmo de crecimiento del sector chino, la ONU prevé que en 2015 serán 100 millones los chinos que viajen al extranjero, y que en 2020 el país asiático sea al principal mercado turístico del mundo por volumen de negocio. No obstante, expertos de la Universidad de Pekín prevén que, en virtud de los últimos datos, China será el primer país turístico en 2015, aunque un 90% de este volumen de negocio se nutre ya del turismo interno.
Del total de 34 millones de chinos que viajaron al extranjero en 2006, 15 millones viajaron a Hong Kong, 10 millones a Macao, 7 millones a Asia y Estados Unidos, y los restantes 2 millones a Europa. De esos dos millones, el consulado español en Pekín emitió 24.000 visados (existe otro consulado en Shanghai), una cifra considerada muy baja pero con un gran potencial, según fuentes del sector.
Un paquete turístico de entre cinco y 15 días con al menos tres destinos europeos le cuesta a un ciudadano chino un mínimo de 3.000 dólares (2.051 euros), el doble de la renta per cápita media anual de 2006. Al costo y a la escasez de vuelos directos a los países que buscan atraer al turista chino, como es el caso de los países latinos, hay que añadir los obstáculos que imponen los gobiernos extranjeros para conceder un visado a los nacionales chinos.
"Los visados son un obstáculo. En el sector turístico nos gustaría que no existieran. Desgraciadamente, no veo que Europa vaya a levantar las exigencias de visado", explicó el consejero de Turismo de la embajada española en China, Antonio de la Morena. Este problema se solventará cuando los ingresos per cápita chinos se igualen con los occidentales, es decir, cuando sean tan ricos como para que las aduanas europeas y americanas no consideren a este turista susceptible de convertirse en un inmigrante.
Y es que algunos de estos turistas se quedan en el destino a sabiendas de que perderán la garantía de 30.000 euros que se les exige en depósito para salir del país, aunque Pekín no da cifras de "fugados". Sin embargo, mucho ha cambiado desde que hace tres décadas los ahora 1.300 millones de chinos no podían salir del país, y gracias a su actual posición de cuarta potencia económica, los escasos nuevos ricos chinos que viajan ya se han ganado en Asia fama de derrochadores y ruidosos.
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