Del turismo sólido al turismo líquido
Publicada 23/04/09
Nuevos consumidores, nuevos productos, nueva forma de transmitir el mensaje, nuevos mensajes, todo está cambiando en la forma de entender el fenómeno turístico. Y puede que ya vaya siendo hora de cambiar la forma de entender el concepto de turismo en sí.
Nace el 'turismo líquido'
Eduardo William es, además de impulsor del cluster de Canarias, del que ya hablamos en su momento, estudioso de los nuevos enfoques que surgen de la interrelación entre el sector turístico y la filosofía 2.0. Fruto de de esas reflexiones ha puesto en marcha un concepto nuevo, turismo líquido. Pero antes de entrar en este concepto pasemos por el que define la situación actual, el turismo sólido.
Tal y como explica William los destinos son tradicionalmente destinos monolíticos, basados en productos sólidos e inmutables, con una base social y económica también fija que lleva tiempo acostumbrada a un tipo de gestión. El conocimiento constante del producto, sólido e inmutable como decimos, lleva a una gestión sin sobresaltos, monótona y previsible. Esto, en sí mismo, no es malo, si no fuera porque el viajero está demandando otro tipo de destino.
Los ya famosos adprosumer o proKsumer han establecido una serie de preferencias en su disfrute vacacional, y entre estas no está la de consumir un producto estándar, repetitivo y sólidamente inmutable. En este caso el término ?consumir? está cargado de significado. Jerry Michalski, analista industrial, dijo en una ocasión, y me van a perdonar la crudeza de la expresión, que un consumidor es ?una garganta cuyo único fin en la vida era engullir productos y cagar dinero?. Pues bien, los nuevos viajeros ya no quieren hacer eso.
Un producto con muchas caras
Frente a ese producto monolítico, con una sola cara, es posible diseñar uno poliédrico, donde la gestión se adapte a ese nuevo enfoque y, a su vez, alimente el cambio constante, la innovación y la adaptabilidad. Se crea entonces un círculo virtuoso en el que tanto el enfoque de producto como la gestión del mismo se aportan energía e impulso de cambio. Pero este tipo de destinos no puede tener una estructura rígida, y ahí entran modelos como los propuestos por Eduardo William para el cluster canario.
Un modelo basado en la red, en la colaboración flexible y adaptable (cada uno colabora en lo que le interesa y en lo que puede ser útil), de modo que los servicios y el producto se va configurando a la interrelación entre el viajero y aquellos componentes del tejido social y empresarial que entran en contacto con el visitante cada vez que reclama una experiencia. Y todo ello partiendo de un estudio previo de las potencialidades y posibles servicios y productos que puede ofrecer el destino y el tejido social y empresarial que lo compone.
Los gustos del turista, la nueva biblia
La adaptación a los gustos del turista no es ya una opción, sino una necesidad. Y todo esto, que pudiera parecer una reflexión más filosófica que práctica, se está desplegando ya en el proyecto del cluster canario, un proyecto y un modelo que no puede tener éxito si no parte del convencimiento y la iniciativa de los tejidos social y empresarial mencionados. La asunción de un nuevo modelo de gestión, en el que parte del poder y la información de la propia empresa se pone en común para beneficio del destino, ha de partir de un claro convencimiento propio y no derivado de instituciones administrativas superiores.
El paso del turismo sólido al turismo líquido es el paso de un enfoque monolítico, de concepción push del destino a un concepto que ni siquiera es pull porque va más allá de modo que su carácter poliédrico lo hace inimitable y único. Con este tipo de enfoques no puede haber dos destinos similares, puesto que su configuración depende de su naturaleza.
Juan Sobejano (juan.sobejano@hosteltur.com)
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