Convivir con el turismo
8 octubre, 2013 (23:19:20)Hace unos días, leyendo en Twitter vi que José Antonio Donaire hablaba sobre la emisión de un programa en TV3 llamado “Conviure amb el turisme/Convivir con el turismo”. Él ya adelantaba su posible sesgo “turismofóbico” algo imperante al parecer en los últimos tiempos en los medios de comunicación catalanes.
Fuente: Soco Pérez Rincón
Antes de comentar el contenido del programa, me gustaría hacer una reflexión sobre el estado de la cuestión. Y como yo suelo decir en mis cursos y charlas, Barcelona es en estos momentos un laboratorio privilegiado de las más originales y disruptivas tendencias del turismo mundial. Si bien otras ciudades como Madrid o Valencia también viven momentos de cambio, lo que sucede en Barcelona es algo excepcional.
Barcelona ha logrado en pocos años un cambio radical en su posicionamiento turístico. En relativamente poco tiempo, y en grandísima medida gracias al impacto de los Juegos Olímpicos, Barcelona se ha posicionado como uno de los principales destinos urbanos del mundo. Un destino de moda, en permanente reinvención, fresco, unido a marcas multinacionales como Custo, FC Barcelona, Gaudi o por qué no decirlo, el Mar Mediterráneo.
Fuente: WeBarcelona
Si a esto le unimos un gran puerto, un gran aeropuerto con elevada conectividad, clima benigno y un rumbo turístico más o menos definido, nos encontramos con que todo lo nuevo que se “inventa” el sector turístico, pasa en Barcelona. P2P, pop-up restaurants, greeters, intercambio de coche, cooperación público-privada, turismo de lujo, foodies, hen y bachelor parties, turismo de shopping, aluvión de rusos, creciente llegada de chinos, indonesios, brasileños… No es fácil obtener una cifra tan elevada como los 7,4 millones de turistas en 2012. Y ADR y RevPar muy por encima del resto de ciudades españoles y en niveles de grandes destinos urbanos europeos. Pero claro, al final la gente se cansa.
Y de eso trataba el programa al que hacía referencia al principio de esta entrada. ¿Es posible tal desarrollo de la actividad turística sin que ello suponga un impacto pernicioso en la vida de los residentes, especialmente en aquellos entornos que concentran los principales recursos? A tenor del programa, parece que no, al menos en barrios como el de Ciutat Vella donde la presión de los visitantes provoca la desbandada de los vecinos de toda la vida y grandes molestias para la gente mayor. El establecimiento de una entrada de pago para acceder al Parque Güell profundiza en esta visión del turismo para los fuera, pero sin los de casa. Pero… ¿realmente es así? ¿Son mayores los perjuicios que los beneficios?
Tras el visionado del programa, creo que el contenido no es tan “turismofóbico” como me esperaba. Quizás un poco tendencioso y dejando a los políticos la glosa de las excelencias del turismo, y a los académicos y a los vecinos la crítica al modelo. Que todos tienen parte de razón, es evidente. Pero como antiguo residente en la Ciudad Condal, opino que disfrutar de todas estas tendencias no hace otra cosa que reafirmar el modelo de constante cambio de esta ciudad. ¿O alguien se cree que un destino urbano puede obtener estas cifras sin generar cada año, casi cada mes, nuevas propuestas, nuevos conceptos, nuevas fórmulas? Por otra parte, y como bien apunta José Antonio, toda moneda tiene dos caras. Barcelona, Cataluña, son uno de los mayores mercados emisores de turistas. Sería bueno que los críticos con el turismo en Barcelona se dieran cuenta de que ellos también han sido turistas en alguna otra ciudad. ¿Tuvieron entonces un comportamiento responsable y tuvieron en cuenta la perspectiva del residente?
Es obvio que mi visión es subjetiva. Como parte del entramado turístico, me siento orgulloso de que en España dispongamos de una marca tan sumamente internacional y valiosa como es Barcelona. Pero tampoco es cuestión de matar la gallina de los huevos de oro. No queremos que el centro de Barcelona se convierta en un escenario sin actores y figurantes, y con solo espectadores. Ahí sí que comenzaría la decadencia del modelo. Por ahora solo es necesario introducir algunas correcciones para mantener el destino más tiempo en la fase de consolidación. Lograr que los residentes de los barrios más presionados por la actividad turística vieran y gozaran más de los beneficios del negocio generado, quizás sería una vía para apaciguar y mejorar la relación.
Os adjunto el vídeo para que os podáis crear vuestra propia opinión:
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