El Director de Hotel frente a los retos del Siglo XXI - UNO
25 octubre, 2013 (15:52:19)
Los objetivos de un Director de Hotel
Para mi forma de sentir la gestión hotelera que debiera realizar un Director de Hotel, el gran problema del mismo, en muchos casos no reside tanto en la visión de éste a corto plazo, en más de una ocasión, condicionada tanto por la situación financiera de la empresa, como por la falta de objetivos de la misma.
Siendo cierto que la mayor preocupación del empresario es saber si va a poder pagar a final de mes a sus empleados, a la seguridad social y a sus proveedores, no es menos cierto que la labor del Director de Hotel, debe estar enfocada a la solución de esos problemas, para poder dar tranquilidad a ese empresario sobre esos acuciantes problemas del día a día empresarial.
Si el Director de Hotel no es capaz de trasladar esa tranquilidad al empresario que lo ha contratado o le va a contratar, a mi juicio, es consecuencia de su falta de objetivos, cuando toma las riendas de un determinado establecimiento.
Como he escrito en más de una ocasión, la mayoría de empresarios para los que he trabajado y muchos más para los que no lo he hecho, al no llegar a un acuerdo, más por razones de pretensión de los mismos de seguir condicionando mis decisiones de gestión, como lo habían hecho con aquellos a los que estaba llamado a sustituir, para seguir directrices contrarias a lo que consideraba necesario hacer, que por razones económicas, teniendo que terminar por decirles que para seguir sus directrices, no me necesitaban, y podían haber seguido con el director que tenían.
Cuando preguntaba a algún empresario cuanto querían ganar, su respuesta siempre era la misma, LO MÁXIMO POSIBLE, contestación que como gestor me producía escalofríos, por cuanto al ser una cifra no cuantificable, no la podía convertir en objetivo de mi gestión.
El gran problema en muchos casos, es precisamente esa falta de objetivos, y en consecuencia, la imposibilidad de poder desarrollar una estrategia que me pudiese permitir alcanzarlos, que unido a la visión a corto plazo, hace inviable saber si se va a poder hacer frente a las necesidades inmediatas.
Discrepo con cuantos defienden la imposibilidad de hacer una gestión basada en previsiones válidas, con el único razonamiento de que las cosas han cambiado, porque siendo indudables los cambios que en todos los terrenos se han vivido en los últimos cincuenta años, ninguna generación ha vivido tantos cambios en su vida como aquella a la que pertenezco, sin embargo no puedo considerar que esos cambios dificulten la gestión, cuando precisamente nos han proporcionado herramientas de gran productividad, que nos ofrecen una capacidad de análisis y previsión como nunca antes habíamos podido utilizar, por lo que no creo que para el gestor de la actualidad, las cosas hayan cambiado tanto.
La realidad que conozco, es que cuando la mayoría se hacían ricos, bien con la gestión, bien con la plusvalía generada por la venta del hotel, cuando no podían sostener las pérdidas que tenían con la explotación sin objetivos que venían haciendo, he vivido situaciones de cierres, suspensiones de pagos y quiebras, desde los años sesenta del pasado siglo hasta bien entrada la primera década del actual, muy similares a las que se viven en el presente, en menor número y con menos repercusión mediática que en la actualidad, lo que era lógico, al ser mucho menor el número de las empresas existentes y el tamaño de las mismas, pero en cualquier caso eran igual de dolorosas para todos aquellos que, como consecuencia de la falta de adaptación y de previsión de empresarios y directivos a los cambios que se iban generando, iban a engrosar las cifras del paro.
Desde los años setenta a finales de siglo, tuve que hacerme cargo de más de un hotel con alto nivel de ocupación, para sacarlo de la situación ruinosa en la que una inadecuada gestión derivada de la falta de objetivos les había situado.
Lo único que ha cambiado de aquellos tiempos al momento actual, es que se ha ampliado el número de empresas en mala situación y que muchas de ellas son de mayor tamaño, como consecuencia de la ampliación de la oferta, el estancamiento de la demanda y de nuestra especialización en un turismo “low cost”, precisamente el que más sufre las consecuencias de cualquier crisis, y si bien, disminuye la demanda de “commoditys”, dado que la estandarización de la mayoría de hoteles, les ha convertido en eso, por lo que solo el precio representa un valor diferenciador para un cliente cada vez más informado.
Por otra parte los productos con imagen de exclusividad cada día tienen más demanda, en respuesta a lo que Maslow definió hace muchos años como necesidad de reconocimiento, y en nivel superior, de autorrealización, sentimientos que a mi juicio se agudizan en una situación de crisis como la que vivimos, por lo que representa a la autoestima del individuo, la sensación de poder mantener o elevar su estatus, cuando otros fracasan, y si es cierto que posiblemente un 25% de la población española, menos en otros países, no puede permitirse viajar, queda un 75% que mantiene sus posibilidades y de ellos una parte importante ha mejorada su poder adquisitivo, precisamente como consecuencia de esa crisis.
CONCLUSIÓN: Nadie va a pagar más por lo que es igual, por lo tanto, quien quiera ganar en esta batalla, tendrá que ser visto por los clientes como tan diferente, como para que valga la pena pagar por esa diferencia, así que señores directores del presente y del futuro, tendrán que adaptarse y ser diferentes, o serán sustituidos por quienes sepan serlo, la historia nos ofrece continuamente sus lecciones, aprovéchenlas, porque nada será igual, ni tan diferente, como para que las lecciones del pasado no puedan serviros.
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Autor: Miguel Angel Campo Seoane
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