Un buen profesional destaca más, donde abunda la mediocridad
8 enero, 2014 (15:45:30)Un buen profesional destaca más, donde abunda la mediocridad
Como contrapunto a la crítica que frecuentemente hago a la mediocridad que impera en la gestión turística y de forma muy especial en el sector hotelero, me gustaría poner en valor la excelente labor de los muchos profesionales y empresas que ofrecen un excelente servicio a sus clientes por medio de unos trabajadores dignamente tratados, y que pese a todos los inconvenientes gestionan de forma coherente sus empresas, obteniendo una razonable rentabilidad.
Con excesiva frecuencia me veo en la necesidad de criticar la mediocridad de la gestión de muchos establecimientos hoteleros, que les lleva a retrasar los pagos a los proveedores, la seguridad social, los impuestos y lo que es peor las muchas veces “escuálidas” nóminas de sus empleados, pero no los, en más de un caso inmerecidos, emolumentos de sus directivos, en un “Camino del precipicio” que les conduce inexorablemente hacia el concurso de acreedores en los casos menos graves, o la quiebra cuando han llevado a sus empresas a situaciones de extrema gravedad.
Cuando el día 2 de enero de este 2014, leí el post de Juan Luis González titulado “Profesionalidad, se le supone”, tuve los mismos sentimientos de decepción y rabia que he sentido a lo largo de toda mi vida, cada vez que veía hundirse empresas como consecuencia de la mala gestión de directivos sobrados de ego y titulaciones y faltos de la necesaria profesionalidad, y empresarios sobrados de orgullo y dinero, y faltos del sentido común necesario para rodearse de buenos profesionales que les ayuden a sacar sus empresas adelante, prefiriendo rodearse de mediocres “afirmadores” como dice Juan Luis, o los “si señor” a los que he hecho referencia en alguno de mis post.
Como ya he señalado en más de una ocasión, y especialmente en el post “El dolor de sentir la necesidad de criticar lo que se ama”, son tantas las ocasiones en que la experiencia que se vive en un hotel o restaurante es negativa, que prácticamente obligan a comentar sobre tal experiencia, haciéndose de forma exageradamente negativa, cuando debido a la inmediatez que permiten las nuevas tecnologías, se opina en caliente.
El problema derivado de todo ello, es que se termina generalizando y dando excesivo valor a situaciones que pudiendo ser minoritarias en el sector, condicionan de forma mayoritaria la opinión que se tiene sobre el mismo.
Es triste ver como en todos los casos en los que la mediocridad de sus dirigentes conduce a las empresas a situaciones de crisis, se pretende solucionar ésta, atacando los derechos de los trabajadores, y para ello se convence a los gobiernos de turno para introducir cambios legislativos que endurezcan aún más las condiciones laborales, lo que normalmente consiguen con la complicidad de “apesebradas” organizaciones sindicales, cuando lo único que hubiese sido necesario era hacer cumplir la legislación que estaba vigente.
Cuando en una empresa de servicios, tiran piedras contra su propio tejado, contratando al personal, que debiera ser de plantilla, por tres o seis meses, encadenando, en fraude de ley, contratos temporales, hasta alcanzar el máximo “permitido”, momento en el que se despide al empleado por bueno que éste sea, en el mejor de los casos, porque en muchas ocasiones, ni siquiera se les deja pasar del primer o segundo periodo de contratación temporal, para sustituirlo por otro, en lugar de hacer contratos indefinidos, los directivos de esa empresa y los empresarios que lo consienten, están lanzando torpedos que terminan explotando por debajo de la línea de flotación de la nave que representa su empresa, afectando de forma negativa a la competitividad de la misma.
Cuando en cualquier empresa, sus directivos hablan de costes de personal, en lugar de tratar sobre la inversión que es necesario hacer en personal, están atentando gravemente contra la rentabilidad de su empresa, porque se equivocan en la percepción que tienen de lo que el personal representa para la misma, poniéndose a su timón para dirigirla hacia una “tormenta perfecta” en lugar de hacer rumbo hacia puerto seguro.
En economía se define el coste como indicativo de la cantidad de dinero que se destina a la creación o producción de bienes o servicios, dando lugar a que muchas veces el error parta de la formación recibida, porque cuándo es el gestor de una empresa el que utiliza ese concepto, no debiera verlo de la misma forma, debiendo valorar la productividad de los bienes o servicios que se derivan de ese coste, lo que me hace considerar, que en una empresa de servicios, al personal no debe medírsele por lo que cuesta, sino por lo que produce.
Una expresión que he utilizado en algún post y muy frecuentemente en cursos que he impartido sobre costes, o en discusión con algún empresario, ha sido que “el personal no cuesta, produce, al personal que cuesta lo despido, y al productivo lo cuido, poniéndole barreras de salida, pagándole más que mis competidores, para hacer difícil que encuentre un trabajo mejor ”.
Cuesta más la incompetencia de directivos que por su falta de liderazgo y capacidad organizativa, unido a la falta de medidas disciplinarias cuándo las circunstancias lo requieren, mantienen empleados que representan un coste, no siendo capaces de darse cuenta de que es más rentable el empleado fijo que el eventual, que los buenos empleados, son el activo más importante de su empresa, y que por lo tanto debe realizar cuantos esfuerzos puedan ser necesarios para mantenerlos al servicio de la misma.
Un empleado fijo, si en algún momento deja de ser rentable, no es tanto por su culpa, como del directivo que no ha sabido reciclar a tiempo la función realizada por el mismo, y no le ha dado la formación necesaria para su adaptación a los cambios experimentados en el mercado en el que desarrolla su actividad, o porque le ha permitido adocenarse en su puesto de trabajo, sin tomar medidas organizativas y formativas que impidiesen la baja de productividad en que pudiera estar incurriendo.
Autor: Miguel Angel Campo Seoane
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