Errores de los que nos advierten los datos estadísticos – 3ª Parte
7 mayo, 2014 (09:26:23)Errores de los que nos advierten los datos estadísticos – 3ª Parte
¿Se explota adecuadamente la información que nos ofrecen los datos estadísticos?
Se puede ganar más, vendiendo menos, ya que la rentabilidad de un hotel, no depende tanto del nivel de ocupación, como del nivel de rentabilidad de cada uno de los clientes que ocupan sus habitaciones, pudiendo llegar a ser más rentables estando vacías que estando ocupadas, si la rentabilidad aportada por algunos clientes no es suficiente para hacer frente a los gastos originados por el mismo, no solamente en cuanto se refiere a los gastos variables, sino también a los gastos fijos de explotación, y para ello debe hacerse un profundo análisis de los datos estadísticos de la empresa, comparando éstos con los del entorno en el que la misma desenvuelve su actividad.
Contestando a la pregunta con la que iniciamos esta tercera parte de la serie, debemos considerar que, si bien en todos los hoteles, especialmente en los de las grandes cadenas, se dispone por medio de sus PMS de información más que suficiente para poder explotarla de forma adecuada, el problema es que las personas que debieran hacerlo, no tienen la formación necesaria para poder explotar los datos de que disponen con un mínimo de garantías de éxito.
Como he escrito en más de una ocasión los hoteleros, saben lo que ganan o lo que pierden, cuando en febrero o marzo de cada año cierran las cuentas del ejercicio económico, una vez terminado éste, pero no saben cómo se ha generado ese resultado, ni cuándo ha sido positivo o negativo a lo largo del ejercicio, ni donde lo han ganado o perdido, como demuestra el constante trasvase, de potenciales beneficios de muchos hoteles, a cuentas de terceros, como consecuencia de la externalización de servicios, a causa de una incorrecta imputación contable de gastos e ingresos, beneficiando a unos departamentos en perjuicio de otros, con el resultado de que aparecen departamentos con resultados positivos que no son reales y otros que aparecen con resultado de pérdidas, con las que se pretende justificar la externalización de servicios de esos departamentos, que con una imputación realizada con sentido común y de forma razonada, estarían presentando importantes beneficios directos, y generando importantes sinergias que aumentarían aún más los beneficios de la empresa.
El problema es que con los actuales medios informáticos, no debiera haber ningún problema para que los hoteleros pudieran conocer, no ya la rentabilidad real de cada departamento o sección del hotel a final del ejercicio económico, sino que sin más esfuerzo que preparar unas elementales hojas de Excell, partiendo de las bases de datos de las que disponen, pueden conocer la rentabilidad real del hotel en su conjunto, y la de cada uno de sus departamentos, en el día a día, por periodos determinados (semanas, meses, temporadas), por tipología de clientes (directos y según intermediación), por régimen de alojamiento, etc., y en todos esos casos, en el acumulado al día, tanto durante determinados periodos, como en el computo anual, lo que les permitiría una utilización más razonable y rentable de los recursos materiales y humanos disponibles, al mismo tiempo que les facilitaría la toma de decisiones sobre las políticas de precios y costes, que les pudieran permitir conseguir, con la máxima seguridad posible, los objetivos en número de clientes, por temporada, según origen de los mismos, medio de reserva utilizado, régimen de alojamiento, nivel de gasto, etc., que permitan conocer la rentabilidad de cada uno de ellos, en cada momento, además de cómo media del conjunto a finales del ejercicio económico.
Cabe preguntarse, cómo es posible que, si los datos, tanto a nivel país, como de destinos, tipos de alojamiento, nacionalidades y regiones de procedencia de los clientes, están a nuestra disposición, se tomen decisiones de inversión y estrategias de gestión tan poco racionales, construyendo hoteles con inversiones que por su volumen jamás podrán ser rentables, como consecuencia de la guerra de precios en la que los mismos van a verse envueltos, a causa del exceso de oferta existente en el momento actual, la presión de la carga financiera derivada de un excesivo apalancamiento, y la lógica expectativa de que al igual que se acabaron las guerras de los Balcanes que durante años, ayudaron al crecimiento de nuestro turismo, al hacer desaparecer del mercado la oferta de los países que integraban la antigua Yugoeslavia, algún día más o menos lejano, se solucionarán los problemas derivados del integrismo islámico, que deriva hacía nuestras costas, una importante cifra de clientes que dejan de utilizar los destinos del Norte de África, si a eso se añade la cada vez más importante competencia del Caribe, Sudamérica, Extremo Oriente y paradisíacas islas del Pacífico, potenciada por la aparición de aviones de mayor tamaño y autonomía, que reducen los precios y el tiempo necesario para realizar viaje a esos destinos, no parece que las decisiones tomadas por muchos inversores, enriquecidos a la sombra del boom de la construcción, y la de muchos políticos al frente de ayuntamientos y autonomías, sea muy coherente con una realidad que los datos estadísticos ponen de forma constante ante sus ojos, sin que ni unos ni otros quieran verla, empeñados en seguir por un camino que les conduce al precipicio.
La conclusión a la que puedo llegar, es que no se explota adecuadamente la información que nos ofrecen los datos estadísticos, tanto los del propio negocio, como los que podemos obtener de asociaciones empresariales, organismos públicos e instituciones de investigación, y considerando que los inversores no tienen el ánimo de arruinarse, haciendo lo que hacen, debiéramos considerar si la pregunta con la que iniciamos esta serie ¿Queremos verlos o nos mantenemos en un absurdo triunfalismo que nos pueda llevar al desastre?, se la debemos trasladar a los políticos, asesores y directivos que, pese a todas las evidencias, hacen proclamas unos y toman decisiones otros, que llevan a muchos empresarios a la ruina y a sus trabajadores al paro, como consecuencia de la incompetencia, falta de criterio e inadecuada formación de todos ellos.
Hay destinos como Benidorm que tienen un nombre y reconocimiento tanto nacional como internacional, y cuando uno lee noticias como Benidorm termina abril con la media de ocupación más alta desde 2002, cabría preguntarse, si con esos niveles de ocupación (87,3% de media en abril), algunos de sus establecimientos no tendrían margen para probar otras estrategias que con menos ocupación les pudiera permitir mejorar su rentabilidad, y si en algún momento hacen uso de los datos estadísticos a su disposición para tratar de implementar estrategias con potencial para generar el cambio que muchos de sus hoteles necesitan.
Autor: Miguel Angel Campo Seoane
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