En un porcentaje alto de países, se cuida la naturaleza, se crean de forma más o menos continua diferentes tipos de áreas naturales protegidas, ya sean parques nacionales, naturales, reservas de la biosfera, geoparques y hasta reservas naturales privadas.
Parece obviamente que existe un gran interés en preservar nuestro patrimonio natural, pero uno de los mayores problemas es que muchas de estas zonas protegidas, no tienen presupuesto para su gestión y como muchos dicen, están protegidas solo en el papel. Existen normativas, planes de uso y gestión y otros tipos de regulaciones, que no se pueden cumplir, precisamente por la falta de algo tan singular como un presupuesto que sea capaz de llevar a la realidad, lo que se ha prometido en dicha declaración.
Hace ya décadas, que se maneja el concepto de que el turismo es una herramienta muy útil para la conservación y promoción de todo tipo de áreas naturales protegidas y por tanto esta actividad económica se usa como sustento o a veces como sustituto de esa falta de recursos económicos y financieros que puedan soportar al menos los mínimos para conservar estos espacios naturales.
Pero sin embargo la realidad no parece estar muy de acuerdo con esta concepción del turismo como proveedor económico de la conservación de la naturaleza. Si puede ser cierto que de una forma indirecta ayude, ya que las iniciativas empresariales, que basan su negocio en los recursos naturales, necesitan tener un medio natural conservado y de calidad, para poder desarrollar productos turísticos que puedan ser competitivos, porque de otra manera, quedarían fuera de mercado.Si el turismo todavía es generador de riqueza económica, pero en pocas ocasiones es capaz de generar un desarrollo a nivel local, difícilmente se le puede pedir que también sea el instrumento para la conservación del patrimonio natural. Bueno, en realidad se le puede pedir, pero no lo va a cumplir, porque no está diseñado para dar resultados a ese objetivo.
Es totalmente cierto que si las comunidades locales valoran su riqueza natural, transformándola en capital natural y ven que el turismo puede dar valor añadido a sus servicios ambientales, lo normal es que se conviertan en sus mejores agentes de conservación, ya que se benefician directamente de dicho recurso.
Y el turismo, como negocio o actividad productiva, si tiene la capacidad de generar ingresos y beneficios para aquellos que lo trabajan o están involucrados, pero tal y como está planteado esta actividad, lo cierto es que apenas logra una cierta rentabilidad económica a una serie de empresas turísticas, que han logrado posicionarse correctamente en el mercado y dejado a una mayoría en una especie de marginalidad, que si no fuese por ayudas publicas, o por tener otra serie de negocios complementarios no podrían sustituir y por ende, ¿Como se les pediría su aporte a la conservación del recurso natural, del cual viven?
El turismo que se desarrolla en las zonas rurales y naturales, como generador económico, podría y debería aportar recursos económicos y financieros para ayudar a la conservación, pero para ello debería de estructurase de forma muy diferente a la existente y hacer comprender que la #Naturaleza, es un valor clave para el territorio, es decir para el municipio, la provincia, la región y el país y que tanto locales como visitantes se benefician de ésta.
No se trata de inventar más eco-impuestos, que pocas veces revierten en estas áreas naturales, sino de provocar desarrollo y conservación a nivel local, para preservar nuestro presente y futuro.Pero por ahora, el turismo no salva la naturaleza y en muchos casos, si sigue la tendencia, más bien está provocando serios impactos negativos, incluyendo al denominado #ecoturismo, que abre cada vez más, zonas ambientalmente frágiles a una demanda con expectativas cruzadas.
Pero si la pregunta fuese, si ¿el turismo puede salvar la naturaleza? Estoy seguro que la respuesta es que si puede y debe contribuir activamente a ello, pero pensando que es un actor principal, pero no el único (Seria impensable entonces).
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