El sector del turismo en una economía circular
19 agosto, 2019 (02:36:29)La creciente toma de conciencia sobre la necesidad de transformar el sistema económico actual para no superar los límites ecológicos de nuestro planeta está dando lugar a numerosos esfuerzos para abordar los problemas de sostenibilidad generados por él. En este contexto, el modelo de economía circular está ganando impulso a nivel político, empresarial y académico. De hecho, estamos en un proceso de transición de una economía lineal a una economía circular, al que la industria turística no es ajena.
La cada vez mayor conciencia ambiental es una de las tendencias que está marcando un cambio más generalizado en la sociedad en su conjunto. Concretamente, las políticas y prácticas ambientales promulgadas e impulsadas por las instituciones (sobre todo públicas) para cambiar los comportamientos de los agentes sociales (como las relativas al reciclaje), están claramente identificadas como uno de los principales impulsores del cambio.
Un ejemplo son los llamados “Paquetes de Economía Circular” de la Unión Europea (el primero de 2015 y el segundo de 2018) para estimular la transición de los Estados miembros desde del modelo lineal tradicional de crecimiento económico (simbolizado por la secuencia “producir-consumir-tirar') a un nuevo modelo basado en el cierre de los bucles (es decir, la circularidad) de productos y materiales. Como muestras de este compromiso, un par de objetivos pueden ayudar a valorar la profundidad de los cambios en curso (con Eurostat como fuente):
-Objetivos de reciclaje de residuos municipales: para 2025, 55%; para 2030, 60%; para 2035, 65% (estado actual, en 2017, para la UE-28, 46’4%; y para España, 33’5%).
-Objetivos de reciclaje de residuos plásticos: para 2025, 50%; para 2030, 55% (estado actual, en 2016, para la UE-28, 42’2%; y para España, 45’5%).
Comprender la relación cambiante entre producción y consumo de servicios turísticos es un factor crítico para hacer realidad la transición mencionada, pues una economía circular implica cambios tanto en productores como en consumidores. En particular, la economía colaborativa (o “sharing economy”) está siendo un factor clave en la remodelación del panorama empresarial. En la industria del turismo se ha expandido por doquier, en referencia a cómo desplazarse, dónde alojarse, qué comer, qué hacer… con modelos en los que el acceso a los bienes y servicios con exceso de capacidad se proporciona a los clientes a través de plataformas basadas en Internet. Sin embargo, encontrar soluciones complementarias e integrales para apoyar una economía circular en su sentido más amplio y genuino es uno de los desafíos para el futuro del turismo, a través de la capacidad de tejer un ecosistema donde se articulen flujos circulares de productos y materiales entre las partes interesadas.
En esta línea, modelos de negocio que aporten soluciones de ese tipo son, por ejemplo, los vinculados a suministros circulares, la recuperación de recursos, la extensión de la vida del producto, las plataformas compartidas, o el basado en la consideración del producto como un servicio. Al igual que en otras actividades económicas, su aplicación a las empresas turísticas no solo es posible, sino plausible. En concreto:
-Las cadenas hoteleras podrían suministrarse con recursos / materiales completamente renovables, reciclables o biodegradables.
-Los restaurantes podrían invertir en la recuperación de energía o recursos de los desechos o subproductos, particularmente en la reducción del desperdicio de alimentos.
-Los hoteles pueden contribuir a extender la vida útil de los productos que usan (como muebles) a través de la reparación y/o reventa a mercados de segunda mano. Y a eliminar los residuos originados por los “amenities” (como el jabón y otros) a través de su reciclaje. En ambos casos, las acciones concertadas entre varios establecimientos deberían ser consideradas desde el punto de vista del volumen necesario para acometerlas, que podrían incardinarse en sus políticas de responsabilidad social corporativa.
-Otras opciones de alojamiento podrían aumentar su tasa de utilización al compartir el uso, el acceso o incluso la propiedad.
-Los proveedores de servicios turísticos y las empresas de ocio pueden implementar modelos comerciales orientados al uso (de un disfraz o un traje para una fiesta, por ejemplo) o a los resultados (pago basado en el uso de dispositivos de información turística).
En resumen, el futuro del turismo será el resultado de un ejercicio de reconfiguración de su cadena de valor derivado de las fuerzas provenientes del modelo de economía circular. A este respecto, se deben tener en cuenta dos vectores principales para prever y monitorear el progreso hacia la circularidad en las organizaciones turísticas:
-Desde una perspectiva de política pública, la efectividad de los diversos instrumentos con el potencial de estimular la puesta en marcha de iniciativas en este tipo por parte de las empresas y los destinos turísticos (presiones coercitivas, normativas y miméticas).
-Además de este factor externo, desde el punto de vista interno de las organizaciones turísticas, los factores capaces de facilitar (acelerar) y dificultar (frenar) la implantación de estrategias de economía circular en hoteles y otros operadores (como la cultura organizacional y el tipo de posicionamiento estratégico).
En todo caso, parece recomendable adoptar una postura proactiva ante este inevitable cambio. Debería ser una fuente de diferenciación dentro de ese modelo turístico de “calidad” que se dice perseguir pero que a menudo no sabemos muy bien en qué consiste. Ahora deberíamos añadir un atributo más a esa calidad turística: su circularidad. Nos reinventaríamos definitivamente, ahora que tanto se habla de cambio de modelo, asumiendo que el futuro del turismo (como del conjunto del sistema económico) será circular o no será.
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