La innovación como desarrollo de destinos turísticos (Parte I)
31 octubre, 2019 (04:41:55)En plena era de la innovación continua, se hace más patente que nunca la necesidad de ofrecer nuevos destinos geográficos que constituyan una novedad y no solo una alternativa al abanico de regiones y países que encontramos habitualmente entre los más demandados, y que ofrecen los diferentes agentes de distribución en turismo y concretamente las marcas hoteleras más o menos consolidadas y reconocidas.
La tan temida palabra por algunos hoteleros y sin embargo asociada a otros, como es la de “pionero” en la apertura de un destino turístico, está ahora más vigente que nunca en la necesidad de crear hoteles de última generación en los que aplicar los más novedosos criterios en materia de sostenibilidad, no solo al hotel o resort a desarrollar sino al ciclo integral de desarrollo económico y social de la comunidad en torno a la cual se va a establecer, en los materiales y técnicas constructivas que se van a aplicar, en los índices de eficiencia energética a alcanzar y, en conjunto con los agentes y administración pública del lugar, al desarrollo de infraestructuras de comunicación, sanitarias y de saneamiento, socio-educativas y de oferta complementaria que en torno a esa notable inversión privada, se van a desarrollar por otros empresarios y emprendedores individuales de la comunidad.
Por desgracia algunos destinos líderes y exitosos a partir casi de la nada, han sufrido avatares, unas veces exógenos y otras por falta de medidas correctoras, que pueden incluso llegar a poner en riesgo su sostenibilidad (inseguridad, fenómenos naturales, sobreoferta, gentrificación, etc…) y esas situaciones no hacen sino despertar de nuevo el espíritu emprendedor, creativo y retador de buscar otros países y regiones para seguir contribuyendo al crecimiento empresarial propio pero también por la oportunidad que éste conlleva, de desarrollo de la economía y bienestar de las comunidades y de países enteros en vías de encontrar su propio crecimiento y de dar a su joven población, alternativa a los tan desestructuradores movimientos migratorios. El turismo ha demostrado ser en la mayoría de los casos un motor económico notable y sobre todo, constante y sostenido, y muchas veces, la principal fuente de riqueza y bienestar del país.
La contribución de estos inversores hoteleros a las comunidades del nuevo destino no es fruto de la espontaneidad, sino de un compromiso que algunos de ellos ya adquirieron en anteriores desarrollos, de devolver a la sociedad parte del retorno a sus inversiones, convirtiendo esa actitud en parte del propósito empresarial que están definiendo y que sobre todo en los destinos menos favorecidos, es una fuente de avance social, que vincula además a los clientes. Proyectos de desarrollo socio-cultural, educacionales como creación de escuelas, integración social, protección de la infancia, igualdad y diversidad, etc… En este caso, la vinculación se produce por la propia felicidad y satisfacción de los empleados, que se sienten vinculados al negocio y así lo transmiten al cliente. Hacer avanzar una sociedad forma parte de la innovación, y es difícil encontrar ejemplos tan notorios como los de la industria del turismo. Y es innovación hacer que el cliente sea parte consciente y voluntaria, en su decisión de viajar primero y en su experiencia en el destino después, de ese propósito empresarial directo de contribución al turismo responsable y al desarrollo socio-económico de la comunidad.
Obviamente esa toma de decisión para una inversión que a corto o medio plazo superará el centenar de millones de euros, por parte de un solo inversor hotelero, el pionero, y al que casi siempre seguirán otros, menos arriesgados aunque atrevidos e innovadores, deberá estar precedida por todo un análisis, más o menos meticuloso, pero siempre bien soportado, y en el que se considerarán factores diversos tales como el índice riesgo-país, la existencia de infraestructuras de transporte, terrestre y aeroportuario, la confianza y seguridad jurídica del país, la existencia de mínima infraestructura de atención sanitaria de calidad y confiabilidad, capital humano suficientemente formado o con potencial formativo y relativa cercanía de núcleos de población donde resida dicho capital humano. También otros como el clima y el índice pluviométrico cuando de destinos de sol y playa hablamos, o el índice de seguridad física, criminalidad y condiciones de salubridad y epidemiología.
Todo ello, aun sonando a lógico y evidente, no es tan fácil como parece y no son tantos los que pueden contarse como auténticos contribuyentes al desarrollo económico y paz social de países enteros por descubrir, pero continuaré en una segunda entrega, especialmente con la otra gran obviedad a tener en cuenta antes de comprometer dicha inversión: la capacidad comercial y alianzas para atraer y llevar a los clientes al nuevo destino, la capacidad para vincularles, además de la búsqueda y elección final del emplazamiento definitivo.
Francisco Albertí
Socio responsable de KPMG en Baleares
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