Hostelería, turismo y Covid-19
El sector del turismo sigue sin una hoja de ruta mientras se especula sobre las posibles fechas de apertura 28 abril, 2020 (07:13:57)Mi nombre es Laura, soy técnico superior en gestión de alojamientos turísticos y técnico superior en restauración. Tengo 36 años y llevo desde los 16 trabajando en hostelería y turismo. Dentro del sector he realizado diversos trabajos entre los que están cajera de supermercado en un camping de costa, camarera de restaurante, extra en eventos, responsable de centro de eventos, camarera de pisos y algunos más. Actualmente soy jefa de recepción en un pequeño y sencillo hotel de 35 habitaciones.
Antes de meterme en harina, querría exponer algunas ideas que, aunque se desvían un poco del tema en sí, es indispensable que queden claras.
1. Diferencia entre turismo, hostelería y ocio: Tendemos a confundir estos tres conceptos y a englobarlos dentro de uno solo. Si bien es cierto, que los tres pertenecen al sector de servicios y que lo habitual es que vayan de la mano, son conceptos que debemos diferenciar. Debemos separarlos para entender que, englobar todo en la palabra turismo (que suele ser lo corriente) puede resultar peligroso, ya que podría ofrecernos una visión sesgada de la cantidad de dinero y empleos que están en juego en una crisis como la actual.
2. Salud pública: Para evitar posibles malentendidos en mis palabras, necesito que quede claro desde este momento que en mi opinión, las medidas de salud pública deben prevalecer siempre ante las medidas económicas.
Una vez dicho esto, creo que algo falla. Estoy convencida (aunque no lo he comprobado) que existe un protocolo a seguir en caso de que el rey o el presidente del gobierno falleciesen de manera repentina. También de que existen protocolos en caso de ataques militares por parte de otros países. Estoy más que segura de que existen millones de protocolos para situaciones “extremas”.
Sin embargo, me parece cuanto menos curioso, ya no solo a nivel nacional, sino también a nivel global, que no existan protocolos en caso de pandemia. Quiero creer que sí existen, pero que este virus es por algún motivo incontrolable y por eso han fallado. Si no existen, o dichos protocolos fallan porque estaban cogidos con pinzas, pienso que este país está preparado para que se muera un presidente, pero no para que se muera una parte importante de su población, reforzando así mi idea de que no les importamos nada a los que dirigen este cotarro con nuestro beneplácito, que no somos seres humanos, sino números.
En todo caso, también quiero recalcar que en España las medidas de salud pública suelen estar enfocadas a la prevención, es decir, a poner los medios para que no exista el problema (enfermedad), a erradicar las causas antes de un mal final. Por este motivo por ejemplo, tenemos carteles con la pirámide nutricional (desfasada y anticuada) en todos los centros de salud. Después, para contrarrestar esta medida, el gobierno se niega a subir el IVA de los productos ultra procesados (de fácil acceso, baratos, hipercalóricos y ricos en grasas saturadas, azúcares y sal). Entonces se acaba la prevención y empieza el gasto sanitario en poner parches a posteriori. Esto solo es un ejemplo muy básico de una medida de salud pública que no sirve para nada ya que queda invalidada al no ir acompañada de otra serie de medidas.
No será esto lo que nos está pasando con el Covid 19, ¿que los remiendos no consiguen paliar una prevención que no se hizo? Una prevención que se pudo hacer incluso sin protocolos previos, ya que pudimos reflejarnos en un espejo cercano con un mes de ventaja.
3. Autocrítica y responsabilidad: La mayoría de los seres humanos tenemos la mala costumbre de no asumir jamás que nosotros somos responsables de la mayoría de las cosas que nos suceden y, de una u otra forma también de las que suceden a nuestro alrededor. En esta mayoría me incluyo.
La autocompasión, confundida a menudo con la empatía hacia uno mismo, es un juego que nos encanta y que nos ayuda a eludir responsabilidades y a no hacer autocrítica. Quizás, también sea miedo a nuestro propio ser o que nos han educado para ser ovejas, pero la cuestión en sí, (independientemente de que debemos seguir las medidas impuestas por las autoridades competentes en la materia) es que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad en este asunto y no debemos delegar todo en el gobierno. Tenemos la obligación de asumir nuestro papel, de saber qué estamos haciendo mal y de realizar críticas constructivas, tanto hacía nosotros mismos como hacía lo que nos rodea.
No me refiero con esto solo a que sigamos los protocolos sanitarios tal y como se nos indica (si, debemos hacer autocrítica y no pensar que porque nos saltemos las medidas un poquito no le hacemos daño a nadie), sino también a la parte que hace referencia a lo laboral y económico.
Nosotros votamos de manera democrática y como “resultado”, se ha formado un gobierno encargado de velar por todos nuestros intereses. Pero, y si resulta que este gobierno no está velando por nuestros intereses como debería o como nosotros creemos que debería hacerlo. Entonces y aquí entra la responsabilidad, tenemos dos opciones, quedarnos de brazos cruzados quejándonos de lo mal que lo están haciendo y criticando o bien, si no son conscientes de que están cometiendo errores o que hay cosas que se podrían estar haciendo de otra manera, hacer que nos tengan en cuenta y que valoren las opiniones de los expertos en los diferentes sectores.
Si no asumimos que la solución al problema está en las manos de todos, la crisis que se va a derivar del virus nos comerá sin poder exigir nada, habremos dejado todo en sus manos porque era más fácil criticar mientras consumíamos telebasura y redes sociales.
4. Los profesionales y los cuñados: Todos sabemos ya a estas alturas lo que significa opinar como un cuñado y esto poco o nada tiene que ver con el cónyuge de un hermano o hermana, sino con una opinión vertida por alguien que carece de información veraz sobre el tema del que opina y que deja entrever su ignorancia en esa materia. En este país solemos ser, sin excepción, bastante cuñados y cuando la información o noticia además conlleva morbo, más entendidos somos en la materia, solo nos falta el doctorado.
A lo que me refiero es que escribo esto sabiendo y partiendo de que es una opinión, la mía, humilde y sincera y que existen expertos en todos los asuntos derivados del Covid-19 (sanidad, educación, cultura, economía, turismo, hostelería, tejido empresarial, etc.) que podrán hacer un análisis mucho más certero y minucioso que el mío, de eso no me cabe la menor duda, y quiero pensar que las decisiones que se están tomando son en pro de la mejor recuperación posible ante este escenario de horror.
Sin embargo, tras leer y escuchar a muchos de mis compañeros del sector y ver que pasan los días y tampoco hay una hoja de ruta por parte del gobierno, me quedan dudas de si realmente están teniendo en cuenta a los profesionales a la hora de encauzar la reconstrucción, o simplemente están haciendo las cosas a salto de mata y sin poner en la balanza las consecuencias de las decisiones que están tomando o dejando de tomar.
Nadie mejor que nosotros para ver lo que se está ya no solo dejando de ganar, sino perdiendo y también nadie mejor que nosotros para poder ayudar a trazar el plan que nos lleve a salir de esto, al menos de la manera más digna. Tenemos el derecho y la obligación como profesionales a tomar parte en este asunto, a que se nos mantenga informados y no en una situación de incertidumbre que agota, y sobre todo a poder salvar un sector que aún se está recuperando de una crisis de la que no fuimos responsables y en la que tampoco exigimos responsabilidades.
Tras aclarar estos puntos, expongo a continuación mi opinión personal sobre cómo creo que deberíamos actuar los profesionales del turismo y la hostelería ante la falta de respuesta de las autoridades.
Quizás sea un alegato o solo que necesito vaciar los gritos que hay en mi cabeza, pero en todo caso, espero que hacer que alguien le dé una vuelta a sus pensamientos.
Se me dan bastante mal los temas concernientes a números y peor los que conllevan lecturas de estadísticas (y no quiero ser cuñada en esto), pero después de una búsqueda (corta), he podido observar que el turismo (ya he hablado de que se suele englobar bajo este nombre a hostelería y parte de ocio) es el sector que más aportó a la economía nacional en 2019 (PIB) y uno de los que más puestos de trabajo generó en España (si se tiene en cuenta, tal y como hago hincapié, que se trata de un entramado que requiere la aportación de otros sectores, entonces sería el que más contratos de trabajo ha generado, aunque la mayoría fuesen temporales), por encima de sectores como la banca, la construcción, el comercio o la automoción.
Entonces, si somos un país de camarer@s, cociner@s, camarer@s depisos, recepcionistas, guías, chóferes de autobuses o transfers, agentes de viajes y un largo etc. (que nadie se me ofenda), ¿por qué esta vez también vamos a ser nosotros los que paguemos la gran parte de los platos rotos y el sector más denostado de todos?
Eso es lo que estamos permitiendo cuando no exigimos unos protocolos de apertura que aun pudiendo ser variables (está claro que no podemos exigir al gobierno que sean videntes en cuanto a saber si la situación dará o no otro giro de terror), estén ya contemplados y que no nos obliguen a esperar más de 6 meses como se ha hablado en algún caso para poder reabrir nuestros negocios.
En cada sector se cocerán unas habas (nada es de color rosa), pero todos sabemos que en el nuestro generalmente partimos de malas condiciones laborables, los peores horarios, los peores convenios y que existe poco control o casi nulo por parte de las autoridades en lo referente a imposición de sanciones o regularización de situaciones que no solo incumplen convenios, sino incluso el estatuto de los trabajadores. Con esto no quiero decir que seamos unos mártires o que seamos masoquistas, sino que la mayoría de nosotros amamos nuestros trabajos y sabíamos dónde nos estábamos metiendo cuando elegimos, lo que no quiere decir que por ello debamos asumir y consentir que esto sea Sodoma y Gomorra.
Ya está bien de ser siempre lo que nadie quiere, un sector que sufre el intrusismo de todos aquellos que por desgracia no encuentran trabajo en sus propios sectores o que no tienen otra salida y que acaban formando parte(algunos para bien y otros para mal) del nuestro. Debemos entender de una vez e interiorizar la idea de que para este sector también es necesaria, imprescindible diría yo, la formación de sus trabajadores y para ello están las escuelas de hostelería (formación reglada y de acceso gratuito).
No caigamos una y otra vez en el todo vale y en dejar que nos maltraten y maltratarnos porque total la hostelería (y por ende el turismo) es lo que tiene, ya está bien de infravalorarnos y permitir que incluso en los sindicatos tengamos que escuchar cosas como que tenemos suerte si se nos pagan los festivos porque en este sector no es lo habitual (¡señores no es lo habitual pero si es lo establecido por ley!)
Esta situación es grave, pero solventando la parte que atañe a la salud, no es una situación diferente, en ella nosotros somos el último eslabón de la cadena.
Si bien está claro el porqué, obviamente no es igual de prioritario ir al supermercado, al banco o al médico que ir a cenar a un restaurante o alojarse en un hotel, y debemos de respetar que somos totalmente “prescindibles” en un escenario como el inicial, ahora que se habla de la desescalada no debemos dejar que otros decidan por nosotros sin tomar cartas en el asunto si creemos que la situación no es la adecuada o que nos hará sufrir más pérdidas de las estrictamente necesarias.
Debemos exigir que sean expertos en sanidad los que evalúen la situación junto con expertos en materia de turismo y hostelería (cuando hablo de expertos no hablo de técnicos de ayuntamiento o de conselleiros de turismo, no, hablo de los que formamos el tejido empresarial de este o estos sectores). Ellos tienen miedo a que abrir nuestros establecimientos implique volver a subir la curva de contagios, pero nosotros también tenemos miedo, miedo al hambre, miedo a una situación irreversible para muchos negocios que ya subsistían después de pagar comisiones, seguros sociales e impuestos.
Que no se nos olvide que la sanidad y las prestaciones como el desempleo o en este caso los ERTE se pagan con nuestros impuestos. Quiero que me expliquen cómo va a poder soportar el Estado pagar todos estos ERTE de aquí a diciembre con tantos de nosotros sin pagar impuestos o dejando de comprar porque no tenemos con qué.
Yo estoy dispuesta a luchar a mi manera y con mis medios (una vez más reitero que antepongo la salud de cualquier persona antes que reabrir nuestro hotel a cualquier precio). Seremos responsables y reabriremos nuestros establecimientos solo cuando podamos ofrecer seguridad a todos los que vamos a trabajar en ellos y a todas las personas que vamos a recibir pero, para ello necesitaremos guías, ayuda de profesionales sanitarios y ayudas económicas en algunos casos. También somos conscientes de que debemos tener paciencia, pero una cosa es ser paciente y otra que nos ninguneen una vez más. El sector no soportará estar sumergido en una burbuja de incertidumbre durante mucho más tiempo.
También necesitaremos una población (clientes) concienciada que nos ayude a salir de todo esto y que colabore con nosotros en la recuperación. Por este motivo, porque sin vosotros, nuestros clientes, no somos nada, os pido un ejercicio de reflexión para que seáis conscientes de que no solo sufrimos los hoteles, restaurantes, bares, parques de experiencias, balnearios, agencias de viajes, mayoristas, compañías de transporte, etc. sino también las empresas que nos suministran (alimentación, carburantes, productos de higiene y limpieza, lavanderías, suministros de textil, papelerías, floristerías, etc.), empresas de comunicación y marketing, músicos, fotógrafos, centros de divulgación o culturales, gestorías y asesoría y un largo etc. a las que también e incluso podemos añadir la eliminación puestos de trabajo públicos que ya no serán necesarios como los de oficinas de turismo o los museos.
Foto de Francesco Ungaro en Pexels
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