Definitivamente, el sector turístico empieza a ver la luz al final del túnel tras la total paralización de su actividad como consecuencia de la crisis del COVID-19. La comparecencia pocos días atrás en la que Pedro Sánchez animó a los españoles a planificar sus vacaciones de verano llegó como agua de mayo a una de las industrias más perjudicadas por la pandemia y que, no olvidemos, aporta cerca de 176.000 millones de euros anuales a la economía española, el 14,6% del PIB del país, y genera 2,8 millones de empleos, según los datos del último informe elaborado por la asociación empresarial World Travel & Tourism Council (WTTC). Todavía está por ver el impacto final de esta crisis en las cuentas de resultados de las empresas del sector, que Exceltur avanza en unas pérdidas cercanas a los 124.000 millones de euros. Pero comienza la remontada.
Por el momento, el sector turístico ha escuchado el disparo de salida y ha puesto los motores a punto, aplicando las normativas y medidas de seguridad, y adaptando su oferta tanto a la realidad de cada fase en la que se encuentra la desescalada como a las posibilidades que se abren a partir de julio, pero no debemos olvidar que el miedo al contagio sigue ahí. Por mucho que los ciudadanos deseen dejar atrás el confinamiento, los futuros turistas querrán hacerlo con todas las garantías y de forma segura.
La clave del éxito estará en reactivar la demanda y transmitir confianza en los próximos meses. Y para ello es fundamental buscar el equilibro entre el disfrute y un cumplimiento de los protocolos y medidas de seguridad que, mal llevado, puede empañar la percepción de un consumidor que busca no solo sentirse seguro, sino, como es obvio, una buena experiencia vacacional a todos los niveles.
El camino de la recuperación es un reto y las empresas turísticas deberán ser prudentes, efectivas en la implantación de las medidas de seguridad e higiene que recomiendan las autoridades sanitarias y tener en cuenta nuevos riesgos inherentes a la pandemia. Entre estos, cabe destacar las posibles reclamaciones por contagio a consecuencia de no aplicar correctamente los protocolos de seguridad e higiene establecidos y que podrían derivar en indemnizaciones millonarias, si bien el reclamante debería demostrar que se ha contagiado de Covid-19 como consecuencia de ello, lo cual es complicado.
Otro de los riesgos que preocupan al sector es el cibernético, al existir un incremento de su exposición con la práctica totalidad de las plantillas trabajando en remoto. Finalmente, y pensando en los huéspedes, los riesgos de cancelación y asistencia sanitaria en destino, incluyendo la teleasistencia, pueden superarse mediante la implantación de soluciones integradas que otorgan seguridad, confianza y flexibilidad a los mercados emisores y al cliente final.
Esta crisis - como otras antes, aunque parece que nos cueste entenderlo- nos ha vuelto a demostrar que la clave para salir lo menos perjudicado posible está en la previsión. Y, para ello, es fundamental ser capaces de anticiparse a las situaciones, por muy distópicas que estas puedan parecer. Es imperativo estar preparados para todo tipo de escenarios, conocer nuestros puntos fuertes y, sobre todo, nuestras vulnerabilidades.
Con el COVID-19, la naturaleza y la globalización nos han lanzado un mensaje muy claro. Si hemos hecho el ejercicio de escucharlo, algo tendremos que cambiar para no caer en los mismos errores en el futuro. En este contexto, serán soluciones clave las relacionadas con el medioambiente y la responsabilidad social corporativa porque, ahora más que nunca, tendremos que combinar la seguridad con la sostenibilidad. De otro lado, el enorme impulso que esta crisis le está dando a la digitalización también conlleva una sobreexposición cuyos riesgos habrá que transferir al mercado asegurador.
Analizar lo ocurrido nos da la oportunidad de aprender y de seguir transformándonos para hacer las cosas mejor. El mapeo de los riesgos y la definición estratégica de Planes de Continuidad de Negocio adecuados han de ser ejercicios necesarios para la buena gestión de los riesgos de empresas de cualquier sector. En el caso del sector turístico, obligatorios.
De cara a la recuperación es importante destacar que el sector turístico requiere, sobre todo, estabilidad política y social, porque España debería liderar la recuperación en Europa. Y habría de hacerlo con la colaboración público-privada, evitando los mensajes contradictorios y estableciendo un plan de comunicación efectivo que ponga en valor nuestros puntos fuertes: infraestructuras, sanidad y seguridad como factores clave de confianza.También es precisa una apertura de fronteras coordinada con la Unión Europea, en especial con Alemania y el Reino Unido como principales mercados emisores para nuestro país y, finalmente, serían deseables nuevas medidas de control sanitario en los aeropuertos, tanto en origen antes de embarcar como al aterrizar en destino.
Reactivar, renovar y reinventar el turismo tras el coronavirus no será tarea fácil, pero si tenemos las herramientas necesarias y aplicamos mecanismos de seguridad y continuidad de negocio, podemos dar con la clave. Analizar los riesgos y poner soluciones que nos permitan salvar este bache está en nuestras manos.
Juan Carlos Tárraga, subdirector general de Willis Towers Watson en España.
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