Morir de éxito también es morir
19 agosto, 2020 (05:16:43)Soy de esos miles de gallegos que nunca encontró oportunidades cerca de casa. Como a tantos otros conciudadanos la vida me llevó por destinos bastante diversos y casi siempre fuera de los límites de nuestra Comunidad Autónoma. Podría enumerar muchas cosas que no me gustan sobre la falta de oportunidades, caciquismo o incluso la lluvia, que he de reconocer que con la falta de costumbre a partir del quinto día consecutivo hace mella en mi estado de ánimo.
Sin embargo, como a tantos otros, en cuanto pongo un pie fuera de la terriña me abduce ese influjo místico- nostálgico al que llamamos morriña, se me olvidan todos los males y me convierto en el mejor prescriptor posible. Todo en Galicia es mejor. Además, tengo la irremediable necesidad de compararlo todo con mi ciudad natal. Soy tan pesado, que incluso cuando vivía en Singapur algunos de mis amigos me llamaban Pontevedra.
Desde hace bastantes años, mi vida profesional gira en torno al turismo. He trabajo en cuestiones de promoción, consumo, realizado proyectos de consultoría y, desde hace algún tiempo, soy profesor en Ostelea, escuela de negocios especializada en turismo, en su campus de Madrid. Las asignaturas que imparto son sobre cuestiones del mercado turístico internacional e innovación, principalmente.
Como no podría ser de otra manera, también en mis clases hago continuas referencias al turismo de Galicia. Por ejemplo, el primer día de cada asignatura, siempre les explico con bastante detalle como tuve la suerte de ver como Pontevedra florecía, como ciudad primero y como destino turístico después. Intento trasladarles que, para comprender realidades complejas y lejanas, a mí me ayuda entender cuestiones que me son más familiares.
En esta presentación, aprovechando el ejemplo de la Boa Vila, introduzco los primeros términos vinculados a estrategia, ciclos de vida de destinos, turistificación o sostenibilidad. Repaso la evolución de la ciudad relacionándola con su atractivo cultural y turístico, comenzando con el posible nacimiento de Cristobal Colón, la inauguración del Parador, con un gran énfasis en la crisis económica y social de los noventa que llenó la zona vieja de drogodependientes y la total transformación posterior gracias a una estrategia basada en la recuperación de los espacios para el disfrute de los ciudadanos, algo que progresivamente atrajo premios inimaginables como el Hábitat que nos dio la ONU y turistas que encontraron en la ciudad un destino entrañable. No tenemos una catedral de Santiago o murallas como en Lugo, pero es una ciudad que ya no duerme.
Cuando toca hablar de marketing turístico me inventé un ejercicio que me parece muy divertido e interesante. Lo titulé “Luces de Navidad en Vigo”, y los alumnos se ríen mucho porque para contextualizar el caso, el enunciado incluye un fragmento de Miki Nadal imitando a Caballero en el ya famoso discurso de inauguración de hace un par de años en el que el alcalde de la ciudad olívica tuvo a bien hacer en inglés.
Con este ejercicio intentamos ver de una forma práctica una campaña de marketing turístico (a las luces acompañan otras acciones promocionales en diferentes ciudades españolas y europeas) y analizar su retorno de inversión. A través de una pequeña investigación que hacemos en el aula, descubrimos que desde el punto de vista turístico (el comercio minorista requeriría otro análisis) el año del famoso vídeo el impacto fue bastante limitado, aunque este último año si fue más acentuado el crecimiento en pernoctaciones. Aquellos alumnos que en su solución lleguen hasta aquí, aportando datos de INE y demás, tienen un sobresaliente. El diez se lo lleva únicamente el que concluye que Caballero, que fue ministro de turismo, hace muchas cosas bien, especialmente marketing político, y que sean luces, turborotondas o conciertos de Castrelos la maquinaria no para y funciona tan bien que el retorno de inversión de todas estas acciones que en las pasadas elecciones municipales, le llevó a ser el político más votado de la historia de la democracia.
Con un simple vistazo a las estadísticas, se puede ver que especialmente Pontevedra y Vigo en menor medida aumentaron mucho en volumen de visitantes en la última década. Se merecen muchas alabanzas aunque no debemos obviar que la coyuntura hasta el pasado mes de Marzo era tremendamente positiva.
Hace unas semanas, en un artículo de esta comunidad hosteltur, comentaba como el alcalde de Sanxenxo decidió instalar “leiras” en su playa urbana, Silgar. Cierto que la gente no las está utilizando demasiado y hay quién lo critica por ello. En mi opinión, el que no hace nada, difícilmente se equivoca. Este alcalde intenta ofrecer soluciones para el distanciamiento social en una de las playas más frecuentadas de España en un momento de incertidumbre. Yo le aplaudo.
Esta semana, por el contrario, no salgo de mi asombro con otras decisiones municipales. El Domingo las Comunidades Autónomas decidieron cerrar el ocio nocturno ya que parece que la nueva ola de coronavirus tiene ahí un filón de penetración. Evidentemente el virus no se activa de noche. Es que el ser humano es social por naturaleza y el buen comercio y bebercio, especialmente el último, hacen que las mascarillas agobien y las distancias se acorten.
Por eso no entiendo que el Concello de Pontevedra, horas después de esta nueva restrictiva normativa, ratifique la celebración de la Feira Franca, fiesta laica y diurna, pero fiesta al fin y al cabo en el que cualquiera que haya estado entiende que si hay un brote, se contagia toda la ciudad. No entiendo como se pueden lanzar señales tan divergentes de la tendencia general. No se aconsejan manifestaciones, ni reuniones de más de diez personas, los partidos de fútbol se celebran a puerta cerrada o se prohíbe fumar, contra todo sentido común, pero apoyándose en la razón que da haber obtenido más votos que nunca, el Gobierno municipal, anuncia algunas limitaciones, pero haberla haila. Para el que no esté al tanto, aviso a navegantes, la Xunta erige al alcalde como máxima autoridad sanitaria del municipio..
(La foto es de 2014, pero representa la esencia de la Feira Franca)
Lo de Caballero es menos grave. Creo que empezar a poner las luces de una Navidad que muchas familias quizás no quieran ni celebrar, en pleno Agosto, es un poco atrevido y según evolucione la pandemia es posible que no sea rentable económicamente ya que el presupuesto dedicado a las luces no es pequeño, pero claro, es noticiable. Se vuelve a poner de manifiesto que el regidor olívico está incómodo cuando se reduce su cuota de pantalla.
Todos los que trabajamos en la industria del turismo queremos que la crisis económica sea lo menor posible, pero es momento de planificar, trazar un plan y alinearnos con las autoridades sanitarias para que no volvamos a colapsar a los hospitales.
Creo que tanto la Feira Franca como las Luces de Navidad son casos de éxito susceptibles de estudiar en escuelas de negocio turístico, pero ojo, he visto caer proyectos más sólidos por no saber adaptarse y creo que, no siempre hay que arriesgar hasta el límite. A veces, una retirada a tiempo es una victoria, ya que morir de éxito, también es morir al fin y al cabo.
Diego Santos
Para comentar, así como para ver ciertos contenidos de Hosteltur, inicia sesión o crea tu cuenta
Inicia sesiónEsta opinión no tiene comentarios.