Estamos a tiempo para elegir entre turismo de masas y turismo de calidad - 4
14 octubre, 2015 (19:53:29)
¿Son adecuadas a los intereses del país las decisiones de los responsables políticos y empresariales de determinados destinos turísticos?
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En los tres artículos anteriores de esta serie nos hemos inspirado en la pregunta que el día 29/09/2015, se hace en esta misma Comunidad en “Turismo de masas: ¿podemos seguir creciendo?”, ante la absurda preocupación que parece desprenderse del mismo, y las medidas antagónicas con la que parece ser que quieren dar respuesta las distintas partes interesadas en el primer caso, pasando a publicar el 4/10/2015 ¿Es adecuado a las necesidades de la hostelería el actual Revenue Management?, inspirado en dos artículos publicados en TecnoHotel, el primero por Juan Rodríguez Talavera el 1/10/2015 con el título “5 técnicas de Revenue Management que deberían estar haciendo los hoteles”, y el publicado por la Redacción TH el 7/10/2015 con el título “Optimización y maximización, palabras clave en Revenue Management“.
Esta cuarta parte de la serie se ha inspirado en otros dos artículos publicados en esta Comunidad en Noticias de Turismo y Economía en el apartado de Actualidad Turística el publicado el 01/10/2015 con el título Baleares busca el equilibrio, y en el apartado de Gestión de Destinos Turísticos el publicado el día 2/10/2015 Canarias: ¿modelo insostenible en el tiempo?.
Como en los dos artículos que inspiraron la tercera parte de esta serie, parece ser que algunos de nuestros políticos y dirigentes empresariales, en lugar de buscar solución a problemas que les son comunes, analizando la situación en equipo, han pensado cada uno por su cuenta, provocando que:
Entre los primeros, haya quien piensa que como el turismo es una gran fuente de riqueza en Baleares, donde en 2013 representó un 45,5% de su PIB, sin dejar de crecer incluso durante los pasados años de crisis, desde el 42% que representaba en 2008, como además también ha mejorado como generador de empleo al pasar al 34,8% desde el 29,2% que representaba en 2008, por lo que dado que los turistas generan ciertas molestias a los residentes, han pensado que puede ser una buena idea aplicar a sus visitantes una tasa turística, que reduzca su número y les ayude a reducir las quejas de sus conciudadanos, considerando que un impuesto turístico “es absolutamente necesario” para mejorar la competitividad de las islas y luego reinvertir esos fondos en la mejora del producto turístico.
El problema es que la presión fiscal que ya soporta el sector turístico, es la mayor queja de este sector, que piensa que la reducción de impuestos es la mayor prioridad de lo que el empresariado pide al gobierno, mostrando su oposición a la tasa turística que el Gobierno Balear pretende implantar en 2016, ya que con la actual fiscalidad se ven con imposibilidad de mantener unos mínimos beneficios que les permitan mejorar la calidad del servicio, por la necesidad de buscar altos niveles de ocupación con ofertas y descuentos que reducen drásticamente la rentabilidad de sus establecimientos.
Han pensado en algún momento alguna de las partes interesadas, en que es incongruente trabajar con objetivos tan dispares, el gobierno balear pretendiendo subir los impuestos para que se reduzca el número de turistas, y el empresariado bajando los precios para que vengan cada vez más, porque pierde dinero y se van a ver obligados a cerrar sus establecimientos, sin darse cuenta de que atrayendo a más clientes a precios cada vez más bajos, reduciendo costes y con ellos calidad, lo único que consiguen es perderlo más de prisa, al mismo tiempo que producen los efectos que tratan de combatir los políticos subiendo los impuestos.
Si nos fijamos en la situación de Canarias donde también se habla de implantar una tasa turística, nos podemos encontrar con una situación muy parecida, aunque con muchas diferencias con la que existe en Baleares, al reducirse el efecto de la temporalidad turística que afecta a estas últimas, al poder disponer de dos temporadas altas por un lado, y por otro lado al verse afectada por las moratorias que dificultan la inversión como consecuencia de la escasez de suelo para uso turístico.
Se ha titulado esta serie "Estamos a tiempo para elegir entre turismo de masas y turismo de calidad", hecho cierto, si por ambas partes estuviesen dispuestas a dialogar, buscando soluciones a problemas que les son comunes, en lugar de empecinarse en buscar culpables, no estando dispuestos a mirarse en el espejo, para que unos y otros pudierqan verlos en la imagen que tienen enfrente, y pudieran ser capaces de asumir que son ellos mismos, los culpables de los problemas que dicen que pretenden enfrentarse, cuando lo único que hacen es echar la culpa a la otra parte, cuando la solución es mucho más fácil, si unos y otros se parasen a pensar un poco, y con la ayuda de una simple hoja de cálculo, se diesen cuenta de que subiendo un determinado nivel los precios, se podría reducir el número de turistas, que compensada con una subida de la calidad de su producto, aumentando los costes de explotación, en lugar de pretender reducirlos, podrían encontrar la fórmula magistral, que señalase con total garantía, con qué número de menos clientes, podrían obtener los resultados deseados, conociendo los índices de productividad de cada uno de los clientes que les visitan, situación incompatible con las estrategias, con las que unos y otros pretenden dar solución a sus problemas, con las que solo conseguirán "matar a la gallina de los huevos de oro" que representa el turismo para nuestro país.
Si transcurridos sesenta años desde que se inició el fenómeno turístico en nuestro país, los hoteleros no son capaces de adaptarse a los cambios de paradigma del turismo, en el que hemos pasado de un mercado de demanda a otro de oferta, de un mercado de escasa transparencia, en el que las opiniones de los clientes solo se transmitían en círculos muy cerrados con escasa repercusión sobre los potenciales clientes, a otro de transparencia total, en el que esas opiniones se transmiten con inmediatez a nivel mundial, y a pesar del tiempo transcurrido y las herramientas de las que les han dotado las nuevas tecnologías, y la información que les proporciona el “big data”, no son capaces de diferenciar sus costes fijos y variables, según servicios y temporadas, ni de conocer la productividad de cada uno de sus clientes, según temporadas y medio de captación, para poder señalar los objetivos de cada línea de negocio de sus establecimientos, cuando para mayor abundamiento valoran a sus empleados por lo que les pagan, en lugar de valorarlos por su productividad, sin darse cuenta de que los empleados en una empresa de servicios como la hotelera, representan el más importante de sus activos, que deben ver más como una inversión necesaria a largo plazo, que como un coste de producción, la situación y los problemas de los destinos turísticos no tendrán solución.
Y si los políticos no son capaces de ver que para que los hoteleros solucionen sus problemas, crearles mayores costes mediante la subida de impuestos, o con cada vez mayores trabas burocráticas, antes de facilitarles la posibilidad de mejorar las obsoletas instalaciones de muchos destinos maduros de nuestro país, que puedan permitirles la subida de precios necesaria para que el número de clientes perdidos, no termine haciendo inviable la permanencia en el mercado de muchos establecimientos de determinados destinos turísticos de nuestro país, sus problemas tampoco tendrán solución.
Por tanto es necesario que, antes de tomar determinadas medidas, unos y otros deberían darse cuenta de que cualquier subida de precios, debe llevar aparejada una subida de la calidad de la oferta, que debe estar respaldada por unos trabajadores más formados y profesionalizados, capaces de convertir sus establecimientos en insustituibles para sus clientes, porque solo con una gestión estratégica innovadora e integral se solucionarán los problemas de los destinos turísticos, y no con ideas de Perogrullo, alejadas de la realidad a la que se enfrentan.
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Autor: Miguel Angel Campo Seoane
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