Turismo en la Costa de la Luz: la conexión Huelva-Cádiz
29 noviembre, 2015 (11:58:01)Hace unos días, el portavoz de uno de los partidos políticos emergentes en Andalucía y España, en un foro empresarial, retomó este manido tema y sostuvo que la carretera que una Huelva y Cádiz de forma directa es una infraestructura “necesaria”, aunque, no obstante, tendrá que tener “los respetos lógicos y racionales y los estudios previos y necesarios para que no haya impacto sobre el entorno de Doñana”. Muy propio de un político (que dicho sea de paso flaquísimo favor está haciendo, junto con su formación, a una Andalucía estancada, ayuna a más no poder de renovación e ideas frescas) que dice lo que el auditorio desea escuchar pero sin decir en realidad nada, dada la absoluta falta de concreción.
En Abril de 1962, el entonces gobernador civil de Huelva, Hernán Pérez Cubillas, elevó un informe al gobierno de España titulado “Esto quiere Huelva…”, en el que, a partir de una semblanza económica de la provincia (con sus recursos pero también con sus severas carencias), planteaba cinco proyectos fundamentales del denominado “Plan Huelva”, el primero de los cuales era el de “Promoción y Desarrollo de la Costa de Huelva”.
Comienza este informe argumentando que “La provincia de Huelva, aunque potencialmente rica y famosa por sus explotaciones mineras, tiene uno de los niveles de vida más bajos de España” (p. 5), aseveración que sigue siendo igualmente cierta tras más de cinco décadas.
Mucho de lo que ya se proponía entonces aún está entre las asignaturas pendientes de hoy. Muchas de las reivindicaciones presentes, y su justificación, siguen siendo las mismas. Huelva continúa siendo una tierra de potencialidades, pero no tanto de realizaciones.
Ya entonces se planteó la “explotación turística de las playas” (p. 19) como una nueva fuente de riqueza no industrial para la provincia, defendiéndose incluso la primacía de este proyecto sobre el resto con base “en los efectos expansivos que para toda la economía provincial caben razonablemente atribuir a una corriente turística permanente y, sobre todo, al limitado costo de la puesta en marcha en relación con la rentabilidad y beneficios que pueden conseguirse” (p. 25).
En dicho documento puede leerse lo siguiente: “La demanda de playas y sol por el turismo nacional e internacional, impone que entre en juego esta Costa (la última del país que queda por ordenar y promover), que puede ofrecerse a un bajo costo de explotación y competir airosamente con otras de la Nación en avanzado estado de desarrollo” (p. 26). Se añade que “Los incentivos turísticos no pueden ser más óptimos: 300 días de sol con un total de 3.000 horas al año, uno de los máximos de la Península, que atraen un turismo permanente durante todo el año; playas anchas, de arena fina bañadas por las mareas, bosques frondosos al lado de la Costa; aguas dulces abundantes; ausencia de vientos molestos; y posibilidad de construir en toda su extensión con visión directa del Océano. Además, un matiz exótico y tranquilo le da extraordinaria personalidad y la diferencia de cualquier otra” (p. 26).
Sólo había dos obstáculos a superar: uno de tipo jurídico relacionado con la propiedad del suelo (de titularidad pública) y otro la carencia casi total de comunicaciones, que facilitaran, por un lado, un acceso rápido a la Costa desde Huelva y Sevilla y, por otro, “la creación de un circuito turístico unitario desde el Guadalquivir al Guadiana” (p. 26). Se pensaba que las provincias de Huelva y Cádiz quedaran directamente unidas, no sólo por razón de interés turístico, sino por su “gran trascendencia en otros sectores de la producción” (p. 27).
De este plan es hija, por ejemplo, la carretera que une la aldea de El Rocío y la Playa de Torre la Higuera, y el desarrollo del núcleo de Matalascañas siguiendo los patrones de crecimiento y explotación costera de la época, que tuvo en el Levante español y en la Costa del Sol sus principales exponentes. Paradójicamente, pese a lo caduco que hoy ya resulta este modelo, caracterizado por la masificación e intensivo, por tanto, en camas y pernoctaciones, aún encontramos defensores del mismo, sobre todo desde capas empresariales ancladas en la obsolescencia turística, que lo aplican allí donde pueden y les dejan.
El referido documento anticipaba la necesidad de una carretera costera que uniese Cádiz y Portugal: “La provincia de Huelva es la única de las españolas que carece de carretera litoral; en otro tiempo no fue necesario, pero hoy se hace indispensable. Para ir de Cádiz a Huelva hay que pasar previamente por Sevilla, cuando por la costa la distancia se reduciría casi a la mitad. De esta carretera costera, vieja aspiración de ambas provincias, hay realizados estudios y varios proyectos” (p. 25).
Más de 50 años después, la situación sigue siendo prácticamente la misma, dabas las servidumbres y la asumida necesidad de preservar de impactos ambientales indeseables una joya natural única en Europa como el espacio natural de Doñana, que une pero que al mismo tiempo separa. Tras tanto tiempo y dimes y diretes, la conexión marítima parece la única posible para acercar ambas zonas litorales, dinamizando los flujos de intercambio de todo tipo, incluidos los turísticos. Tal y como resume Flores Caballero, “la unión de Huelva con Cádiz por carretera a través del Coto de Doñana es un proyecto de 1876, proyecto que fue nuevamente planteado en 1934 y 1943, para terminar en la década de los noventa con dos corrientes en los planteamientos para su posible ejecución, una conocida por la carretera norte y la otra por la carretera de la costa”. La realidad es que esta infraestructura está en vía muerta y no hay visos de que pueda resolverse la eterna incomunicación entre estas dos provincia vecinas (único caso en España). La vía marítima cobra, por ello, especial importancia y necesita ser estudiada en detalle y considerada seriamente. Es lo que pretendemos hacer desde las universidades, si nos apoyan.
Vale la pena recordar que en el análisis DAFO del destino realizado por el Patronato Provincial de Turismo de Huelva en 2007, entre sus principales oportunidades algunas se basan, precisamente, en el aprovechamiento de ese diverso medio natural "como activo para el disfrute y satisfacción del turista", que muestra un interés creciente por estos aspectos. Además, entre otras, refleja la "proximidad con el Algarve portugués, con Sevilla y Cádiz" pues "los turistas no entienden ya de provincias sino de productos"; de ahí la intención de impulsar las alianzas con estos núcleos turísticos cercanos. Intención que, desafortunadamente y a la postre, no ha quedado más que en eso hasta ahora. Y eso que cuenta con tres aeropuertos en la zona: Jerez, Sevilla y Faro.
La definición de los destinos turísticos está preñada de artificialidad burocrática. Un destino turístico no lo define alguien en un despacho con un mapa por delante. Somos tributarios de los corsés político-administrativos, sin reparar en que esa delimitación se realiza en realidad en la mente del turista, quien puede percibir dos comarcas de provincias diferentes como un único destino turístico: la Costa de la Luz, por ejemplo, dadas sus similitudes geográfco-climáticas, sin perjuicio dela rica variedad que a la vez coexiste en otros aspectos de dicho territorio.
Su oferta turística en 2014, como puede apreciarse en los cuadros correspondientes del anexo que se acompaña, que desglosan la parte gaditana de la onubense, suma un total 66.647 plazas hoteleras en 466 establecimientos, con 10.254 personas ocupadas (todo ello en el pico de la temporada alta, en el mes de agosto). En conjunto, como promedio anual, muestran tasas de ocupación en general por encima del 50 por ciento, sin que podamos hacer abstracción de la creciente estacionalidad de este segmento del mercado turístico, que necesita de complementadores para fortalecerse.
Desde el punto de vista cualitativo, este turismo de sol y playa ha visto mejorar su oferta, con un incremento del número de banderas azules en playas y puertos durante el período 2008-2014.
Dicho periodo ha sido el elegido por venir a coincidir con el de la crisis que aún estamos padeciendo. Por esta razón, la demanda actual (ver anexo) aún está lejos de las cotas pre-crisis alcanzadas, de ahí la necesidad de apoyar su aún incipiente recuperación, que parece será más palpable en 2015, con iniciativas dinamizadoras como la referida conexión marítima.
La rentabilidad, no obstante, se ha mantenido durante el quinquenio 2010-2014 (no existen datos anteriores sobre la Costa de la Luz), al menos de los establecimientos hoteleros de las grandes cadenas, tal y como refleja el Barómetro de Exceltur (ver anexo).
La pelota vuelve a estar en el tejado de los políticos gobernantes y de quienes les respaldan: la han colocado ellos mismos. Hasta ahora no estuvieron a la altura de una ciudadanía ya cansada de muchas promesas pero de escasas realidades.
Más info en: http://alfonsovargassanchez.blogspot.com.es/2013/10/el-turismo-en-la-provincia-de-huelva-de.html
ANEXO
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